El plan Beveridge

El plan Beveridge. Daniel López Rodríguez

La expresión «Estado del Bienestar» procede de la expresión alemana Wohlfahrtsstaat, que en inglés se tradujo como Welfare State, que sería acuñada por el Arzobispo de Canterbury William Temple en 1945 tras acabar la Segunda Guerra Mundial. Welfare State se contraponía a Warfare State(«Estado de Guerra») en referencia a la Alemania del Tercer Reich. El concepto tiene sus precedentes en la «asistencia social» o «asistencia pública» (social assistancepublic assistance) que se puso en marcha por las «leyes de pobres» (poor laws).

Ya en 1897, en Democracia Industrial, los fabianos, es decir, lobos con piel de cordero, Sidney y Beatrice Webb apuntaban a la idea de un mínimo nacional que se implantase por ley en pos de todos los ciudadanos en aspectos relevantes como la educación, la sanidad, el ocio y el ingreso salarial. Así describía Beatrice el ideario fabiano: «propiedad colectiva siempre que practicable; regulación colectiva en cualquier otro lugar; Provisión colectiva según necesidad de todos los impotentes y enfermos y la tributación colectiva en proporción a la riqueza, especialmente la riqueza excedentaria»[1].

En 1902 los Webb elaboraron un borrador que acabaría siendo la Ley de Educación. En noviembre de 1905 se fundó la Comisión Real de Ley de Pobres que tenía como objeto crear una reforma que socorriese a los pobres británicos, donde colaboró Beatrice y otros fabianos (y también William Beveridge) entre 1905 y 1909. Pero Beatrice no quedó conforme con sus resultados y empezaría a elaborar con su marido un informe alternativo (el Minority Report), que incluía una de las primeras definiciones del Estado del Bienestar y en el cual se exigía el fin de la Ley de Pobres de 1834, al que consideraban un mero «parche» que en absoluto acababa con la miseria. A su vez, propusieron un «estándar mínimo de vida», esto es, un mínimo nacional en salud, vivienda, ingresos, ocio y educación. Esto sería interpretado años después por Lord Beveridge como la principal construcción de los Webb al pensamiento social. El Minority Report venía ser, entonces, una especie de «libro blanco» del sistema de seguridad social de la cuna a la tumba, como pensiones para ancianos, presupuesto para asistencia médica pública y un programa contra el desempleo. Con el Minority Report los Webb pretendían que las personas estuviesen protegidas en circunstancias delicadas como la infancia, la ancianidad, la enfermedad, el analfabetismo y el desempleo. En palabras de Beatrice: «Asegurar un mínimo nacional de vida civilizada […] abierta a todos por igual, de ambos sexos y todas las clases, por las cuales nos referimos a la nutrición y la capacitación suficientes cuando eran jóvenes, un salario digno cuando somos capaces, tratamiento cuando está enfermo, y un modo de vida modesto pero seguro cuando está discapacitado o envejecido»[2]. Dada su labor en la Comisión Real sobre la Ley de Pobres, Beatrice sería nombrada Doctor en Letras por la Universidad de Manchester.

Winston Churchill le redactaría una carta al primer ministro Herbert Henry Asquith exigiendo «estándar mínimo» como el propuesto por los Webb en Minority Report. Churchill señaló cuatro elementos: seguro de desempleo, seguro de incapacidad laboral, escolarización obligatoria hasta los 17 años y provisión de empleo público. Si bien se fijaba en el Minority Report, la influencia de Churchill era Bismarck. No obstante, el proyecto quedó bastante reducido en relación a lo que se proponía, pues el gobierno liberal de Asquith no pudo superar el veto de la Cámara de los Lores. 

En 1911, bajo el patrocinio del ministro de Hacienda del Reino Unido, el fabiano Lloyd George, se aprobaron las leyes de seguros oficiales de enfermedad y de invalidez, y también de desempleo, que superaría con creces a su precursor alemán que Lloyd George estudió a fondo. 

En 1920 Arthur C. Pigno, catedrático de la Universidad de Cambridge, publicó una obra clásica de economía política titulada The Economics of Welfare(La Economía del Bienestar).  

En 1940 el laborista Ernest Bevin (por entonces ministro de Trabajo) le pidió al decano de la University College de Oxford William Henry Beveridge, un independiente muy influido por la Sociedad Fabiana (gracias a tal institución sería director de la London School of Economics entre 1919 y 1937) y partidario del liberalismo progresista (no era socialdemócrata sino liberal progresista fabianizante), que acordase con los conservadores (fundamentalmente con su líder Harold MacMillan) la elaboración de una propuesta que terminaría siendo la base del Welfare State de tintes socialdemócratas (fabianos, es decir, el socialismo de la élite, el socialismo de los capitalistas del Imperio Británico en bancarrota tras la guerra; y la importancia de la Sociedad Fabiana en la construcción del Estado del Bienestar es fundamental). En 1944 sería elegido en la Cámara de los Comunes  como representante del Partido Liberal y en 1946 sería nombrado Barón de Tugall y dirigiría al Partido Liberal en la Cámara de los Lores.  

En 1941 Roosevelt y Churchill se comprometieron en la Carta del Atlántico a mejorar las condiciones y normas laborales e implantar una seguridad social para todos. En 1942 Beveridge publicó el famoso informe titulado Report to the Parliament on Social Insure and Allied Services, más conocido como «Primer Informe Beveridge», con más de trescientas páginas. Beveridge reconoció que su Informe estaba influenciado por Minority Report de los Webb. De hecho, como hemos visto, Beveridge colaboró en el Minority Report como investigador.  

En 1944 Beveridge publicó un «Segundo Informe» titulado Full employment in Free Society, en el que defendía que un eficaz sistema de protección social exige el pleno empleo. Ambos informes servirían como base para la instauración del Welfare State por el gobierno laborista tras la Segunda Guerra Mundial. No obstante, no sería redactado sólo por Beveridge sino que llegaron a participar en su redacción hasta once altos funcionarios del gobierno. El Informe Beveridge tuvo 650.000 copias imprimidas, una tirada sin precedentes. 

En su primer informe Beveridge proponía que todo ciudadano en edad laboral debía contribuir a pagar una serie de tasas sociales semanales a fin de que tal dinero fuese a parar a prestaciones en caso de enfermedad, desempleo, jubilación y otras dificultades. El programa de protección social que Beveridge quería implantar «desde la cuna a la tumba» procuraba garantizar unos ingresos mínimos y «honrosos» para las personas en situaciones más precarias. Beveridge entendía su labor como una revolución comprometida inequívocamente con la justicia social. Su plan desembocó en el primer sistema unificado de seguridad social. Con el Welfare State el bienestar social pasaba a ser «responsabilidad del Estado».

Winston Churchill creía que las propuestas de Beveridge eran cuentos de hadas. Pero el político conservador se equivocaba como se equivocó con tantas cosas durante la guerra, a pesar de la leyenda rosa con las que se nos ha bombardeado sobre su liderazgo en el 10 de Downing Street. Es más, el Welfare State dejaría su impronta en el resto de países europeos.       

Si Beveridge era el ideólogo en lo social, en lo económico el ideólogo del Estado del Bienestar no fue otro que el celebérrimo John Maynard Keynes, el cual coqueteó con la Sociedad Fabiana, escribiendo en la década de 1910 algunos artículos periodísticos en el seminario fabiano The New Statesman. Para Keynes el capitalismo no era un sistema perfecto sino corregible. Según Keynes, el capitalismo no tiende al pleno empleo ni equilibra los factores productivos. El pleno empleo y el equilibrio de los factores productivos sólo coinciden de forma accidental. Asimismo, para Keynes un mercado sin regulación estatal no garantiza ni justicia ni prosperidad. Keynes comprendió que el capitalismo no puede existir sin crisis, y que no puede dar prosperidad a unos si no es explotando a otros. Para restaurar el equilibrio es fundamental el papel del Estado, la cual genera certidumbre y al mismo tiempo absorbe la demanda de empleo que las empresas privadas son incapaces de absorber. 

Beveridge propuso la atención «al pueblo y sus necesidades». Y tal pueblo no entendido en términos lisológicos sino morfológicos y dividido en clases sociales: empleados, personas lucrativamente ocupadas, amas de casas, niños, ancianos.

El gobierno de Clement Attlee (1945-1951) pondría en marcha el programa del Estado del Bienestar diseñado por Beveridge; es decir, los informes, que pondrían las bases teóricas del Welfare State, fueron realizados por un liberal pero los laboristas lo hicieron suyo. Y así empezaría a construirse un sistema de sanidad pública (el National Health Service), un seguro de desempleo y un sistema de pensiones públicas. Asimismo, el gobierno de Attlee procuró llevar a cabo un programa económico de pleno empleo. En 1945 los fabianos controlarían la Cámara de los Comunes sobre la base del «Informe Beveridge» y las reformas parlamentarias que ya publicó en 1934 sir Ivor Jennings. Entonces, como se ha dicho, en poco tiempo «las industrias y los servicios británicos fueron nacionalizados y sometidos al control del gobierno, lo que significaba que los Rothschild podían controlar más, porque todos los bancos se vieron obligados a usar notas del Banco de Inglaterra en lugar de las suyas» (Véasehttp://transmissionsmedia.com/fabian-society-and-the-world-socialist-revolution/).

Antes de morir escribía Beatrice Webb: «Nos dimos cuenta de que el Gobierno era el único al que podía confiarse la provisión de las generaciones futuras. […] nos vimos obligados a aceptar una nueva forma de Estado, al que podríamos denominar “Estado administrador” para distinguirlo del “Estado policial”» (https://philonomicsblog.wordpress.com/2016/01/10/el-socialismo-de-posguerra-en-gran-bretana-y-la-sociedad-fabiana/).

Para que el Estado del Bienestar pudiera desarrollarse se llevaron a cabo políticas de nacionalización, lo que significaba transformar en propiedad del Estado ciertas ramas de la economía, dejando a la lógica capitalista otras industrias en manos privadas. Allí donde la propiedad privada no funcionaba, actúa el Estado por subsidios o nacionalización. De 1945 a 1949 pasaron a ser propiedad estatal el Banco de Inglaterra, la aviación civil, las industrias de telecomunicaciones, el carbón, los ferrocarriles, el transporte de larga distancia por carretera, la electricidad, el gas, el hierro y el acero. 

En 1946 se impuso la Ley de Seguridad Social y en 1948 los Servicios Sanitarios Nacionales.


[1]«collective ownership whenever practicable; collective regulation everywhere else; collective provision according to need for all the impotent and sufferers; and collective taxation in proportion to wealth, especially surplus wealth».

[2]«to secure a national minimum of civilized life […] open to all alike, of both sexes and all classes, by which we meant sufficient nourishment and training when young, a living wage when ablebodied, treatment when sick, and a modest but secure livelihood when disabled or aged».

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