Para los griegos el hombre es un híbrido de animal y de dios. Los modales consisten precisamente en eso: en portarse como dioses en todos nuestros gestos, en que no se note en ningún momento lo que tenemos en común con los animales. El cristianismo es más radical: no es ya que los dioses se parezcan a nosotros, sino que nosotros nos parecemos a Dios, y somos en el cosmos su imagen, pero no de un dios entre otros muchos surgidos del cosmos, como los dioses griegos, sino del único Dios, el que ha hecho el cosmos.