¿Gibraltar europeo?

Que la Unión Europea acepte que exista una colonia dentro de sus fronteras desmonta todo ese discurso tan digno que los señores de Bruselas y los pomposos políticos españoles nos llevan vendiendo durante lustros, porque al final, lo que verdaderamente interesa en esa Europa tan moderna y estupenda en la que nos quieren diluir son el dinero y los negocios.

Toda esa historia del espacio común de seguridad y libertad dentro de la Unión, que suena tan bien, resulta que cuando se trata de defender la integridad territorial de uno de sus Estados miembros no sirve para nada. De nada ha servido para lograr la devolución de Puigdemont y demás delincuentes separatistas fugados y por lo que se ve, de nada sirve para, al menos, instar formalmente una negociación bilateral sobre Gibraltar entre el euroescéptico Estado de la Gran Bretaña y el muy europeo Estado miembro de España.

Paradójicamente, mientras se redactaban constituciones europeas y se reclamaban más y más cesiones de soberanía a los Estados miembros, nadie de la Unión reclamó un estatuto de europeidad para Gibraltar en el que al menos Gran Bretaña abandonase el Peñón y este quedase bajo la administración de la Unión Europea en tanto se lograba un acuerdo bilateral. Qué ocasión para demostrar las bondades de la Unión acabando con la denigrante situación en la que uno de sus Estados mantenía una colonia sobre otro de sus Estados. Por lo que se ve, los cimientos éticos sobre los que se edificaba la construcción europea deseaban insuflar a los pueblos el valor de seguir “avanzando hacia una unificación cada vez mayor, hasta cruzar el umbral que separa una alianza de Estados de una auténtica unión”, pero no deseaban acabar antes con uno de los pocos casos de colonialismo que subsisten en el mundo.

Ningún remordimiento ha tenido la Unión Europa en las negociaciones del Brexit por prescindir de cualquier defensa de los intereses españoles, de los intereses de un Estado miembro, frente a los intereses de un Estado que abandona la Unión. Tan sólo a última hora se ha llegado a un apaño a instancias españolas para salvar la cara, consistente en que las negociaciones sobre Gibraltar seguirán siendo bilaterales. Valiente logro dirán, pero es que la población no parece entender el autentico significado de la Unión Europea. Hasta tal punto hemos puesto en sus manos nuestra soberanía, nuestro destino como comunidad, que, sin esa salvedad, que ni siquiera se han dignado en introducir como protocolo de salvaguarda, sufriríamos la humillación de ver como son los burócratas de Bruselas deciden el futuro de Gibraltar.

Al desaprovechar la ocasión que brindaba el Brexit para introducir como elemento esencial la cuestión de Gibraltar dentro de las negociaciones, nuestros políticos han demostrado tener menos dignidad que cualquier dirigente tercermundista a la hora de defender la soberanía española, pero menos aún nos podemos fiar de la Unión Europea. Después algunos se escandalizarán porque se ponga en duda la credibilidad de esa misma Unión Europea que mira para otro lado cuando se trata de cumplir las resoluciones de la ONU que la Gran Bretaña se niega a cumplir tomando partido por la legalidad internacional y por uno de sus Estados miembros.

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