Ávila del Rey, de los Leales, y de los Caballeros siempre sorprende, atravesar cualquiera de las puertas de su muralla, es una experiencia única para el viajero que se acerca a conocerla por primera vez o simplemente a pasear por sus calles.
Situada en un promontorio del Río Adaja a 1131 metros sobre el nivel del mar, es la capital más alta de España. Se supone que fue una fundación romana, que asimiló a la población autóctona, los vetones, después sería visigoda, y sufriría la despoblación y abandono cuando el empuje de la invasión musulmana obligó a los cristianos a refugiarse en la Cordillera Cantábrica.
Por aquellos tiempos, el siglo VIII y durante algunos más, fue tierra de frontera, de nadie, pero deseada por todos, como posición estratégica y defensiva, soportando las continuas incursiones de moros y cristianos, con el objeto de destruir defensas, obtener botín, vasallos fieles al rey que ante el obligado repliegue se mostraran dispuestos a vivir en un territorio inseguro, o tal vez a integrarse en las huestes de los ejércitos de uno u otro bando si la ocasión lo requería.
Hasta que a finales del siglo XI más o menos 1085, Alonso VI en pleno avance hacia Toledo, reconquista Ávila, encargando la repoblación a su yerno Raimundo de Borgoña.
Asturianos, cántabros, navarros, vascos, mozárabes y aragoneses, se establecerán para construir la ciudad, dando lugar a los linajes abulenses que contribuirán decisivamente a la grandeza de Castilla y de España.
Como ciudad cristiana importante, se impulsa la construcción de la Catedral, que se dedicará al Salvador. Fue proyectada como templo fortaleza, uno de los cubos de la muralla es su ábside, con una mezcla de románico y gótico, planta de cruz latina, tres naves, crucero y cabecera semicircular de doble girola.
La sobriedad domina el exterior, mientras que en el interior contemplaremos la ligereza del gótico con detalles renacentistas. Y como en todos los monumentos históricos abulenses, la “piedra sangrante” de las canteras del cercano Valle de Amblés resultado de la evolución geológica que altera el granito original aportando tonos blancos por la formación de ópalo, y rojizos por acumulación de óxido de hierro.
Respecto a la construcción de la Catedral existen dos teorías, una que defiende el comienzo hacia 1091 sobre los restos de la Iglesia Mozárabe del Salvador, por Alvar García. Y la mayoritaria que data como fecha de inicio de la edificación el siglo XII, atribuyendo la dirección de las obras a Giral Fruchel que, se cree construyó la parte más antigua, exactamente la cabecera, las naves, y capillas adyacentes, el remate de las torres, se levantarían entre los siglos XIII y XVI. Siendo declarada el 31 de octubre de 1914 Monumento Histórico Artístico.
Hace pocos días visité Ávila, con el solo propósito de pasear y disfrutar de sus calles y rincones, lo que en un principio iba a ser una rutina dominical, se convirtió en un verdadero descubrimiento.
Lo primero fue la Misa acompañada de música de órgano, interpretada por el Organista Titular de la Catedral Francisco Javier López García. Una autentica experiencia de espiritualidad que solo ese instrumento puede aportar a la liturgia.
Para otra ocasión dejamos los Órganos de la Catedral de Ávila, son dos situados sobre el Coro, en el lado de la Epístola y en el del Evangelio, conocer ambos instrumentos fue emocionante, y merece mención aparte.
En el Trascoro me esperaba la Exposición que recuerda a Vasco de la Zarza en el quinientos aniversario de su muerte. Pero ¿quién fue este artista y por qué merece un espacio en la Catedral?.
Escultor y constructor abulense del Renacimiento Castellano, su obra está datada en el siglo XVI, siendo las primeras en la Catedral de Ávila, la entrada a la Sala Capitular en 1500, que realizó para el Obispo Carrillo.
En 1510 comienza la que sería su obra maestra, considerada como una de las obras más importante de la escultura del primer Renacimiento Castellano, el Sepulcro del Obispo Alonso Fernández de Madrigal “El Tostado”, un auténtico intelectual del siglo XV fallecido en 1455.
El suntuoso sepulcro situado en el trasaltar, realizado en alabastro, está compuesto de un basamento con cinco nichos, en el centro el Obispo sentado apoyado en un atril escribiendo, a los lados las tallas de la Fe y la Esperanza, detrás un medallón con la Epifanía.
Para completar el conjunto entre 1511 y 1513, Vasco de la Zarza, realizará en la girola las Capillas de los Evangelistas más sencillas en lo que respecta a los materiales utilizados, piedra caliza y terracota. Y en 1515 la pila bautismal y la exedra que la acoge, una joya del renacimiento español.
Está más que justificado que en la conmemoración del quinto centenario de su fallecimiento, se haya elegido este espacio de la Catedral para acoger la exposición conmemorativa: “Vasco de la Zarza. 500 años” que, permanecerá abierta hasta el mes de septiembre. Fernando Rodríguez Piñero, Conservador de Patrimonio Nacional, e Ismael Mont, Profesor de Historia del Arte en la Universidad de Salamanca, son los Comisarios y a ellos se debe el diseño espiritual, didáctico y estético, que resalta la figura y trascendencia de Vasco de la Zarza y su decisiva influencia en generaciones posteriores de artistas.
Fue un privilegio visitar la exposición con las explicaciones de Francisco García, Restaurador, y el Comisario Fernando Rodríguez Piñero Conservador de Patrimonio Nacional, en la compañía de Francisco Javier López García Organista Titular de la Catedral y Javier del Real profesional de la danza que desarrolla su labor en la capital abulense en varios proyectos.
Amigo lector, si tienes pensado viajar a Ávila Ciudad Patrimonio de la Humanidad, este verano, cuando reserves tiempo para la imprescindible visita a la Catedral, no olvides la exposición conmemorativa del quinto centenario de Vasco de la Zarza, te ayudará a comprender la grandeza del arte y la historia de España.