Las cautelas del lenguaje no sexista se filtran en el Diccionario de la Real Academia

Las cautelas del lenguaje no sexista se filtran en el Diccionario de la Real Academia. Manuel Díaz Castillo

Diálogos sobre la lengua VIII

En español la terminación –o de los sustantivos masculinos —morfema que en general no marca el sexo de las nociones nombradas, ni siquiera en el mundo animal— acepta de buena gana el cambio a la terminación -a en femeninos cuando la experiencia o la necesidad distintiva lo exigía (corzo-za, mulo-la,etc.).

La inclusión de los dos sexos no era rara en el Diccionario de la lengua española de 1970 (DRAE, 1970, 19ª ed.): se daba incluso en aves como gorrión y gorriona, jilguero y jilguera, pero esta tendencia se amplía, a veces de forma injustificada, en la edición del Tricentenario del Diccionario de la Real Academia de 2014 (DRAE, 2014, 23ª ed. ), donde se admiten formas de femenino aun en casos que podrían sorprender: es el caso de hipopótamo-hipopótama, murciélago-murciélaga, incorporados como masculinos y femeninos como curiosos desdoblamientos que no se juzgaban necesarios en el DRAE de 1970, época en la que aparecían como sustantivos de género masculino, aunque se aplicaran a ambos sexos. Lo mismo ocurre con pato, que en 1970 era masculino, y en 2014 aparece como pato, -ta masculino y femenino. Pata ‘ave’ supone una enojosa e incluso risible concurrencia con pata‘pie o pierna de los animales’, y quizá no sea de uso muy común, cuando de la vitalidad de la forma masculina para ambos sexos puede juzgarse al comprobar que en masculino se nombran sus variedades pato de cuchara, pato real, pato negro. Similar situación se da en el artículo paloma, que en el DRAE de 1970 aparecía como artículo propio, acompañado de una amplia descripción zoológica y de sus múltiples variedades (brava, de toca, calzada, mensajera, real, zurita, etc.). Mientras tanto, « palomo » recogía solo al macho de la paloma y a la variedad torcaz,aunque de la extensión de la forma palomo da idea el refrán que ya se recoge en el s. XVII:« Si el palomo se muere,compraremos otro que vuele » (Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frasesproverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua castellana » Madrid, 1924. p. 451). En el DRAE de 2014, el artículo es palomo,-ma, aunque se admite que se usa en femenino para nombrar a la especie.

La solución de agrupar masculino y femenino en un artículo no se aplica, sin embargo, a mirlo, que tiene su propia entrada como masculino, y otra diferente para mirla femenino, solo para remitir al masculino; similar situación, aunque un poco más forzada, se da en rato-ta, que ya era patrimonio común en el s. XVII, a tenor de Gonzalo Correas, que recoge eldoble refrán siguiente: Vanse los gatos y extiéndanse los ratos. Vanse las gatas y ensánchense las ratas. (Correas, op cit. p. 499)

Este es un síntoma innegable de los efectos colaterales del lenguaje inclusivo, que impulsa a remodelar aspectos de la presentación del sexo de las criaturas animadas, pero no es un fenómeno general. De la cuidadosa discriminación genérica que hemos visto se libra besugo, que a pesar de tener un sentido figurado despectivo que en DRAE, 2014 es el de ‘persona torpe o necia’, no aparece con el doblete *besugo-ga; también búho sigue siendo solo masculino en el DRAE de 2014, no se sabe por cuánto tiempo.

Igualmente se libran de las cautelas del lenguaje sexista palabras que son femeninas por terminación en -a, aunque designen animales machos o hembras: pantera, gacela, lechuza, ardilla, anguila, raya, rana, mariposa, nutria, jineta, bestia, etclo que parece un argumento para inferir el carácter marcado del género femenino en español, y no parece que por el momento vaya a haber protestas sociales por reivindicar la diferencia entre *pantero/ pantera, o*anguilo/anguila.

Uno de los ejemplos más citados en los artículos sobre lenguaje sexista es el de zorro. En 1970 el DRAE recogía dos artículos diferentes, el de zorrazorro. El primero, zorra, aparecía como vocablo primario y denotaba el ‘mamífero carnicero, etc.’ con amplia descripción zoológica; también aludía en su acepción 2 a la hembra de tal mamífero, lo que implicaba que zorra pertenecía al género epiceno y podía aludir a animales machos y hembras. La acepción 5 de zorra recogía ‘prostituta, mujer pública’ sin mencionar sentido figurado o familiar, ni apuntar ninguna etiqueta diafásica como malsonantecoloquial, aunque sí aparecía la etiqueta fig. y fam. en la acepción 4 (‘persona astuta y solapada’), así como en la acepción 6 (’embriaguez, borrachera’), que también mostraba un imprescindible fig. y fam. El segundo, zorro, aparecía en el DRAE de 1970 con carácter subsidiario como ‘ masculino de zorra’ y en su acepción 4, en sentido figurado, se encontraba ‘hombre muy taimado y astuto’. Esta presentación servía de ejemplo para acusaciones de sexismo contra la lengua española (zorra=prostituta/ zorro=hombre astuto), y de rebote contra la Academia.

En el DRAE de 2014, la remodelación del artículo zorro-rra implica una respuesta al ambiente polémico creado. En primer lugar, desaparece la doble entrada zorrazorro, y se presenta solo una, zorro-rra, como masculino y femenino, tal como se hace con otros animales. Su acepción 2 presenta como coloq. el sentido de ‘persona muy taimada, astuta y solapada’ y en su acepción 7, como femenino, se recoge despect. malson. prostituta’. La Real Academia Española ha desplegado, como se ve, algunas cautelas para no herir susceptibilidades: « zorra » puede ser también una mujer taimada y astuta, aunque ello contravenga el uso general de la lengua, y si se nombra a « zorra » como ‘prostituta’, debe tenerse en cuenta que es una expresión malsonante.

Del pudor con el que la Real Academia Española se pone a sotavento de las críticas del activismo feminista, pueden también dar amplia idea algunos cambios introducidos en la edición del Tricentenario ( DRAE, 2014), ya no aplicados a la terminación -o/-a, sino a otras posibilidades morfológicas. Veamos algunas a continuación.

La palabra lechón aparecía en la edición de 1970 como masculino, y en su sentido figurado despectivo solo se aplicaba al hombre: ‘hombre sucio, puerco, desaseado ». Sin embargo, en 2014 aparece lechón, -na, doblete quizá innecesario y sobre todo algo enojoso; pero para no incurrir en riesgos, la desagradable cualidad que antes se predicaba sin reparo del varón excluyendo a las mujeres, ahora, probablemente en aras de la igualdad, se utiliza la descripción neutra en cuanto a sexo ‘persona sucia, puerca, desaseada’.

Similar aspecto presenta el artículo león en la edición de 1970 se hallaba en doble versión: como masculino, león, donde se describía al animal, y en sentido figurado aparecía ‘hombre audaz, imperioso y valiente’ y como femenino, « leona », que apuntaba a su sentido figurado y recogía ‘mujer audaz, imperiosa y valiente’, pero en plural « leonas » aparecía como un vocablo de germanía que significaba ‘las calzas’. Este doblete ha desaparecido en 2014, que recoge león -na como masculino y femenino, neutraliza la distinción en sentido figurado recogiendo solo ’persona audaz, imperiosa y valiente’, y suprime la acepción de ’calzas’.

El artículo hurón presenta en el DRAE de 1970 dos entradas, con hurona para la ‘hembra del hurón’ y explicación zoológica en la entrada de la forma masculina, pero con la descripción ‘persona que averigua y descubre lo escondido y secreto’, ‘persona huraña’ como sentidos figurados y familiares. En el DRAE de 2014 se da la solución más económica y deseable: hurón -na, con descripciones zoológicas y sentidos —ahora coloquiales— en el mismo artículo.El Maestro Correas recoge en el s. XVII tanto hurón (Andar a caza con hurón muerto) (Op cit. p. 36) como también hurona (Veis cargada la burra de conejos y preguntáis si caza la hurona, op. cit. 501)

Los sustantivos en -e que son masculinos pueden adoptar la terminación -a en femenino, como en elefante-elefanta que ya aparecía con doble entrada en 1970 aunque el concepto genérico en español se nombra con su forma masculina, a tenor del refrán de Correas Un ratón da a entender a un elefante, aunque es tanto más grande (Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes…, op cit. p. 496). El doblete rinoceronte, rinoceronta que aparece en DRAE, 2014, presenta una distinción de sexo que no se juzgaba esencial en el pasado reciente y solo aparecía rinoceronte m. en el DRAE de 1970. Es curioso que en la Nueva gramática de la lengua española. Manual (RAE, 2010, 2.1.2d), la palabra rinoceronte se propone como perteneciente al género epiceno, lo que haría innecesario el doblete rinoceronte-ronta, por otra parte muy inusual: “Son, por último, nombres EPICENOS los que se refieren a seres vivos de uno u otro sexo mediante un único género gramatical, sea este masculino —el rinoceronte, el ombú, el personaje — o femenino —la lechuza, la palmera, la víctima —».

Mientras tanto, en otras praderas de la lengua hay, al menos por el momento, más calma: liebre, era femenino en DRAE, 1970 y también continuaba como femenino en el DRAE de2014, sin transformaciones; alce, ánade(m. o f.), ánsar no han cedido ante fantasmagóricos *alza, *ánada, *ánsara; los genéricos antílope, primate, permanecen como masculinos aún en 2014.

También hay relativa bonanza en el mundo de los peces, que no suelen presentar distinción de género: salmón, jurelboquerón, siguen siendo vocablos masculinos en DRAE, 2014, y como esturión,a pesar de que la hembra de este pez es especialmente valiosa por su hueva. El femenino del « pescado del mal nombre » japuta, —quién lo iba a pensar, de origen arameo— tampoco ha sufrido cambios. Las aves, en general presentan diferencias de género basadas en sexo cuando son o pueden ser domésticas, como faisán- nacanario-ria, pero no en libertad, como zorzal, azor, halcón, etc.

Según hemos visto, la distinción de sexo en muchos animales, cada vez más extendida, puede considerarse una réplica del amplio temblor de tierra del lenguaje, que registra una hipersensibilidad —para muchos enojosa e innecesaria—, acerca de la «visibilización» de la mujer, y como onda de expansión universal, a lo femenino. La paciente faena académica ha ejercido una labor callada, pero profunda, de remodelación de diferentes aspectos de la presencia del principio femenino en el Diccionario, lo que para algunos podría entenderse como una innecesaria y aquiescente concesión a las críticas que se hacen desde posiciones feministas al lenguaje y a la Real Academia, y para otros una prueba de la sensibilidad inclusiva y contemporizadora, exigible en los nuevos tiempos.

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