¿Libertad de importunar?

Cada vez más voces se alzan para decirnos que el rey va desnudo. El último ha sido el centenar de artistas e intelectuales francesas, entre las que figura Catherine Deneuve, que en un manifiesto afirman “La violación es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un crimen, ni la galantería es una agresión machista.” (…) El filósofo Ruwen Ogien defendió una libertad de ofensa indispensable para la creación artística. De la misma manera, defendemos una libertad para importunar, indispensable para la libertad sexual. Ahora estamos suficientemente advertidas para admitir que el impulso sexual es por naturaleza ofensivo y salvaje, pero también somos lo suficientemente clarividentes como para no confundir el coqueteo torpe con el ataque sexual. (…) Como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro del odio hacia los hombres y la sexualidad. Creemos que la libertad de decir no a una propuesta sexual no existe sin la libertad de importunar. Y consideramos que debemos saber cómo responder a esta libertad para importunar de otra manera que encerrándonos en el papel de la presa. (…) Porque no somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esta libertad que valoramos no está exenta de riesgos o responsabilidades.

Rápidamente se han alzado voces acusando de traidoras y aliadas del patriarcado a las firmantes y que la situación se ha exagerado. ¿Pero realmente exageran las firmantes del manifiesto? Tomemos de ejemplo la carta del murciano enamorado de la chica del tranvía sucedido en abril del 2017. Un joven ve a una chica en la parada de un tranvía en Murcia, se prenda de ella y tiene la ocurrencia de colgar carteles en las farolas del centro para poder conocer a la chica. El resultado no tiene un final feliz para el joven. Mirian Clemente, que no es la chica del tranvía, le escribió una replica en que le trataba de acosador mientras las redes sociales rugían pidiendo la cabeza del “acosador” que alentaba la violencia machista , ya que el amor romántico es una de las principales causas de la dicha violencia argumentaban. De este ejemplo podemos ver que el manifiesto de las artistas e intelectuales francesas no va tan desencaminado. Un gesto galante, quizás excesivo y/o burdo, se ha convertido en una caza de brujas que pone dicho hecho al nivel de las agresiones sexuales.

El feminismo es un movimiento heterogéneo que tiene diversas fases. La Primera Ola de finales del siglo XIX a principios del siglo XX centrada en el derecho al sufragio femenino, la Segunda Ola  que se crea en la década de los 60 y 70 del siglo XX centrado en la liberación de la mujer, derechos laborales, sexuales, legales, etc… y la Tercera Ola que aparece en la década de los 90 del siglo pasado y llega a la actualidad. Christina H. Sommers afirma que «La tercera ola del feminismo se construye con mentiras e hipérboles. Por ejemplo, la desigualdad salarial. Sí, las mujeres ganan menos que los hombres pero es porque estudian distintas carreras, trabajan en distintos campos y menos horas. Cuando controlas todos estos factores, la diferencia casi desaparece. Pero eso no se dice en los libros de los estudios de género.» Acusando de misandría a esta tercera ola «Siempre ha habido cierta fobia a los hombres en algunas mujeres del movimiento, eso es innegable. Pero eran marginales. Pero hoy, al menos en las universidades, están siendo las protagonistas del debate. La masculinidad se trata de manera rutinaria como una patología que necesita una cura.» Como ya hemos dicho el feminismo es un movimiento heterogéneo, la Tercera Ola nació de las conocidas como «Feminist Sex War» que se han vuelto a reactivar por el choque de feministas con activistas LGTB en bizarras discusiones sobre la ideología de genero o sobre los vientres de alquiler. Germaine Greer, una de las representantes feministas del s.XX, ha sido una de las primeras víctimas de la reactivación de estas guerras.

Para ver los fundamentos ideológicos nos tenemos que remontar mucho más atrás. A las teorías evolucionistas y unilineales de Lewis Henry Morgan y Johan Jakob Banchofen sobre la familia y la sociedad. Sobre todo a la teoría de Banchofen de que en los comienzos de la historia de la humanidad las mujeres dominaban hasta que los hombres se rebelaron e impusieron su dominio. Friedrich Engels recoge estas ideas y las populariza en su libro » El origen de la familia, la sociedad y el Estado» al coincidir con las interpretaciones deterministas del marxismo. Engels afirma que:“El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuño también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción». Y lo que es más importante instaura el germen de la lucha de sexos, como una lucha de clases dentro de la familia cuando afirma que en el matrimonio el hombre es el burgués y la mujer el proletariado. Estos dos puntos son esenciales para comprender la evolución posterior que ha desembocado en el feminismo de tercera ola, hegemónica en la sociedades occidentales actuales. Que a las mujeres se les había hurtado el poder mediante una conspiración de los hombres a escala global y que la familia era una institución que explotaba a la mujer frente al hombre. La evolución de la antropología desechó las teorías del matriarcado primigenio como un mito y actualmente existe un consenso generalizado de que no han existido a lo largo de la historia sociedades matriarcales.

Ahora debemos dar un salto de algo menos de un siglo para que la idea de clases antagónicas llevado a la familia alcance el pleno desarrollo. Nos vamos a Estados Unidos durante el final de los 60 y la década de los 70. Las dos principales teóricas del feminismo radical son Sulamith Firestone y Kate Millet. “La dialéctica del sexo” publicada por Sulamith Firestone y “Política sexual” de Kate Millet, ambas publicadas en 1970, son las obras principales de esta corriente del feminismo que se nutre de las la teoría critica de la Escuela de Francfurt. Sulamith Firestone va a la raíz del problema de la mujer, (por eso la corriente se llama radical), que es según ella: “El núcleo de la explotación de la mujer radica precisamente en su función de gestación y educación de los hijos” siendo la reproducción biología la raíz de la dominación de la mujer. Propone acabar con ella “Del mismo modo que para asegurar la eliminación de las clases económicas se necesita una revuelta de la clase inferior (el proletariado) y -mediante una dictadura temporal- la confiscación de los medios de producción, de igual modo, para asegurar la eliminación de las clases sexuales se necesita una revuelta de la clase inferior (mujeres) y la confiscación del control de la reproducción; es indispensable no sólo la plena restitución a las mujeres de la propiedad sobre sus cuerpos, sino también la confiscación (temporal) por parte de ellas del control de la fertilidad humana… El objetivo final de la revolución feminista no debe limitarse a la eliminación de los privilegios masculinos, sino que debe alcanzar a la distinción misma de sexo; las diferencias genitales entre los seres humanos deberían pasar a ser culturalmente neutras… La reproducción de la especie a través de uno de los sexos en beneficio de ambos sería sustituida por la reproducción artificial… La división del trabajo desaparecería mediante la eliminación total del mismo (cybernation). Se destruiría así la tiranía de la familia biológica.” Por otro lado Kate Millet en su obra “Política sexual” asume que “el sexo es una categoría social impregnada de política” y construye un metarretalo en el cual la cultura Occidental es por naturaleza misógina presentando al varón como agresivo y violento, tendente a explotar y subyugar a los otros géneros; por ello la mujer que mantuviera realaciones heterosexuales “estaría durmiendo con el enemigo”.

La concepción del matrimonio como explotación y el parto como esclavitud se suma al mito del matriarcado y las relaciones de opresión de forma binaria, como define Jaques Derrida. A lo que tenemos que sumar la interseccionalidad, termino acuñado por Kimberlé Williams Crenshaw, que nos habla de que cada individuo tiene varias identidades que operan de forma binaria siendo en un caso oprimidos y en otros opresores, dependiendo de las múltiples identidades en las que se encuentre. Ya hemos llegado al popularizado heteropatriarcado, termino que se ha popularizado rápidamente al unir los intereses de los colectivos feministas con los colectivos LGTB. Aunque como ya hemos dicho más arriba, ahora mismo estén en una guerra-conflicto por la evolución de la ideología de genero que no se ha quedado solo en el sexo, sino que abarca, la edad, la etnia, la especie, etc… y las Nuevas tecnologías Reproductivas y el papel de la mujer en ellas, como vientre de alquiler.

Como decíamos al principio cada vez más voces criticas se lanzan contra esta versión del feminismo. Aunque las mujeres valoren los logros conseguidos, el derecho al voto, una carrera profesional, la familia,etc… no están dispuestas a considerar a sus padres, hermanos e hijos como enemigos. El ejemplo lo tenemos en el escaso rédito electoral que Hilary Clinton consiguió al enarbolar la bandera de este feminismo en las últimas elecciones de Estados Unidos. Como dice Robin Fox “Una generación de científicos sociales pensó que la guerra contra el parentesco había sido ganada. Pero yo no estaría tan seguro. El parentesco es capaz de regenerarse y es subversivo; es astuto y empedernido. No obedece las reglas universalistas, meritocráticas y burocráticas… Sospecho que el parentesco permanecerá con nosotros en el previsible futuro y bien podría experimentar un resurgimiento.” La actualmente defenestrada Germain Green que evoluciono de “La mujer eunuco” de los años 70 a “Sexo y Destino” escrita en 1985 es un ejemplo de ello.

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