Mi polémica con Escohotado

Mi polémica con Escohotado. Daniel López Rodríguez

Mi polémica con Escohotado. A propósito de una entrevista de Jorge Escohotado a Pedro Insua

 

El contexto de la polémica

El 17 de julio de 2017 tuve un encuentro cara a cara (tal vez un encontronazo) con el filósofo madrileño Antonio Escohotado Espinosa (1941-2021) en la localidad riojana de Santo Domingo de la Calzada, cuna de mi maestro Gustavo Bueno Martínez (1924-2016).

La «encerrona», así la denomina Jorge Escohotado, tuvo lugar durante la sesión vespertina del lunes en los cursos de verano organizados por la Universidad de la Rioja, el Excelentísimo Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada y la Fundación Gustavo Bueno. El título del curso era «Filosofía del comercio», luego la invitación a Escohotado era más que pertinente.

En unos 7 u 8 minutos Escohotado y yo tuvimos un rifirrafe sobre «la cuestión mortuoria» del leninismo durante los años de la guerra civil rusa (1918-1921). Es decir, la discusión giró sobre un asunto muy concreto y en ningún momento se trató de tomar la parte por el todo. Por tanto, como es evidente, no pretendí llevar a cabo una crítica a la totalidad de su trilogía Los enemigos del comercio (Espasa, Barcelona 2008, 2013 y 2017). (La disputa puede verse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=HzE7TjPOWqk&t=56s).

Tres días después, en la sesión matutina del 20 de julio, Miguel Ángel Navarro Crego y un servidor llevamos a cabo una serie de críticas de algunas de las cuestiones que se plantean en Los enemigos del comercio (otra vez tampoco toda la obra, porque eso es imposible en poco más de una hora). (Puede verse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=yvp7wHYG2-c&t=241s).

Escohotado respondió a nuestra crítica (cosa que le agradeceremos siempre) en Libertad Digital. (Puede leerse aquí: https://www.libertaddigital.com/cultura/libros/2017-11-10/antonio-escohotado-carta-de-antonio-escohotado-a-gustavo-bueno-83653/).

En el número 182 correspondiente al invierno de 2018 (firmado el 16 de enero) publiqué en El Catoblepas un artículo titulado «Anti-Escohotado» y subtitulado «Crítica de la crítica acrítica». No se trataba de un título injurioso contra la figura de Don Antonio, ni mucho menos, sino de dos paráfrasis de dos obras marxistas: el Anti-Dühring de Engels y el subtítulo de La sagrada familia: Crítica de la crítica crítica de Marx y el propio Engels. (Puede leerse aquí: https://www.nodulo.org/ec/2018/n182p01.htm).

No obstante, el bueno de «Escota», y a riesgo de equivocarme no me consta que tampoco lo haya hecho ninguno de sus seguidores o discípulos (y desde entonces ha llovido algo), no respondió a esa crítica por escrito; la cual, como es natural, fue mucho más afinada y ordenada que lo que se pudo decir en el «encontranazo» con el propio autor en sólo siete u ocho minutos y en la conferencia junto a Miguel Ángel Navarro Crego.

Estos asuntos tan polémicos, y que ponían entredicho algunas tesis de Los enemigos del comercio, no se pueden despachar con un breve artículo en la prensa burguesa y ni mucho menos «en dos segundos». Ni tampoco con un pequeño párrafo en Facebook, como hizo el propio Escohotado (bajo un seudónimo) diciendo algo así como que «esta gente [los seguidores de Bueno] no saben lo que es el comunismo». Pero obviamente eso no fue una respuesta que se precie, pese a que Don Antonio -según dice su hijo- «siempre fue muy dado a dar réplicas a la gente que le acusaba de algo. Él decía: “Oye, pero dímelo, y yo me explico”». En aquella ocasión no se explicó. No obstante, reitero el agradecimiento con su respuesta en Libertad Digital, por breve que fuese, al vídeo que hicimos Navarro Crego y yo.

La entrevista de Jorge Escohotado a Pedro Insua

El pasado 28 de febrero de este 2024 se publicó en el canal de Youtube «Antonio Escohotado (In Memoriam)» una entrevista que Jorge Escohotado (hijo del filósofo) le hizo a Pedro Insua (conocido por todos en el entorno del materialismo filosófico, e incluso más allá del mismo, por sus notables publicaciones por escrito y en vídeo). El vídeo tiene por título «Coloquio de Jorge con Pedro Insua sobre Antonio Escohotado y la filosofía de Gustavo Bueno». (Aquí puede verse: https://www.youtube.com/watch?v=SqQVBNHb6Aw).

En la entrevista se hace referencia, sin mencionar nuestros nombres, a los críticos «buenistas» de Escohotado en relación a su trilogía Los enemigos del comercio (he de añadir que en Libertad Digital Escohotado tampoco nos citó por nuestros nombres, tratándose de una carta abierta a Gustavo Bueno Sánchez).

Esos nombres son los de Miguel Ángel Navarro Crego y Daniel López (un servidor). En cambio, sí se cita por su nombre (aunque sólo lo menciona Insua) al «quisquilloso» -dice Jorge Escohotado- Jesús Maestro. (Sus vídeos contra Los enemigos del comercio pueden verse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=vgiMpsB-ufY, https://www.youtube.com/watch?v=FDjOkdAaFuA y https://www.youtube.com/watch?v=lCpfzWms630&t=2s).

¿Falacia de hombre de paja?

No sé a quién se refiere Insua cuando dice que se cae contra Escohotado en «la falacia del hombre de paja», con el fin de caricaturizar y pervertir sus tesis. Por mi parte estoy a mil millas, e incluso a años luz, de caer en algo que me parece tan absurdo y estúpido como hacerse trampas jugando al solitario. Por desgracia -dice Insua con razón- esta falacia «es muy habitual». Pero no fue mi caso en mi crítica a Escohotado.

Tampoco pude apreciar falacias de hombres de paja, «caricaturas» y «perversiones» en las críticas de Jesús Maestro y Navarro Crego. Podrán ser discutibles (como por supuesto discutible es lo que dije y escribí yo), pero no detecto semejante falacia en las argumentaciones de estos dos autores. Creo que lo hicieron desde la honestidad intelectual, como así lo procuré hacer yo (con mayor o menor acierto).

No hemos tratado pues, de lanzar dardos contra una caricatura, sino contra la tesis del autor; es decir, criticamos al autor y no a tesis ajenas al mismo que le atribuiríamos gratuitamente a fin de hacer más fácil la «crítica». No perdería ni un solo minuto de mi preciado tiempo en un ejercicio tan absurdo. Y no tiene ningún sentido, a estas alturas de mi vida, llamar «facha a Escohotado», como dice Jorge Escohotado, porque esa palabra ya no dice absolutamente nada y además es algo demasiado vulgar y trillado.

Sí me pareció, sin embargo, que en Los enemigos del comercio Escohotado cayó en la falacia del hombre de paja cuando analizaba figuras tan complejas como Marx o como Lenin. Lo que a mi juicio hace Escohotado es llevar a cabo un análisis del comunismo en el que exagera lo malo (la depredación y las atrocidades) y ningunea lo bueno (la generación tecnológica, de ciudades, de derechos, etc.). Esto lo catalogamos como metodología negrolegendaria, como también se ha hecho, aunque desde hace siglos, con la historia de España; y de manera muy notable también por «historiadores» anglosajones, al igual que se hacía contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

También cae en la falacia del hombre de paja (o más bien en la «falacia del hombre demonio»), con mucha más inquina y de manera, a mi juicio, un tanto alocada (supongo que de una locura objetiva e ideológica y no de una locura subjetiva y psicológica), el locutor radiofónico Federico Jiménez Losantos en su obra, a mi juicio manifiestamente mejorable, Memoria del comunismo, a la que le hice una extensa crítica titulada «El libro negro de Federico» que se publicó también en El Catoblepas en el número 184 durante el verano de 2018 (firmada el 23 de julio). Debo confesar que me divertí muchísimo más leyendo y criticando a Don Federico que a Don Antonio. (La crítica al libro de Losantos puede leerse aquí: https://nodulo.org/ec/2018/n184p02.htm).

Federico dio la callada por respuesta, y la única mención pública que pronunció, sin mencionar al diablo por su nombre ni tampoco al pecado que cometió (es decir, criticar su libro), la hizo de manera conspiranoica en la tertulia de su programa junto a un sensato Pepe García Domínguez. (Puede verse en este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=ZLEMi-344uo).

Tuve el honor de compartir mis críticas contra Jiménez Losantos precisamente con Insua, cuando lo hicimos en un Teatro Crítico en el canal de Youtube de la Fundación Gustavo Bueno. (Aquí: https://www.youtube.com/watch?v=STgm9jDZmJM&t=2384s). Y algo antes lo hicimos junto a José Ramón Esquinas. (Aquí: https://www.youtube.com/watch?v=W6pw94TMDOs).

Maniqueísmo negrolegendario

Lo que no entiendo es por qué Insua no saca su potente artillería contra Escohotado como lo hizo, y con toda la razón, contra Federico en los citados Teatro Crítico y en El Español de Pedro J, cuando ambos defienden más o menos las mismas tesis. (Véase «Losantos y su “memoria” del comunismo»: https://www.elespanol.com/opinion/columnas/20210101/losantos-memoria-comunismo/547825220_13.html).

¿No argumenta Escohotado desde «presupuestos “gemelares”» -como dice Insua en su carta abierta a Escohotado- que nazismo y bolchevismo son el mismo horror, al igual que Federico, cayendo ambos en el topicazo de la Reductio ad Hitlerum y en «un afán de simplificar», inducido por la copa de más en su entrevista con Iglesias Turrión, como reconoce Escohotado en su respuesta a Insua? De hecho se olvida de ciertas cosas «por beber vozka como si fuese agua». Stalin, sin embargo, durante la reunión del pacto Ribbentrop-Molotov bebía agua como si fuese vozka. (La carta de Insua aquí: https://www.elliberal.com/carta-abierta-a-antonio-escohotado/; y la respuesta de Escohotado aquí: https://www.elliberal.com/respuesta-abierta-de-antonio-escohotado-a-pedro-insua/).

Tanto Federico como Escohotado, desde un cierto moralismo, se rasgan las vestiduras por los crímenes del comunismo. Pero ¿por qué no reaccionan de la misma manera con los crímenes del capitalismo? Quiero decir, por poner sólo unos ejemplos, los crímenes del Imperio Británico en Irlanda, en la India, en China («siglo de las humillaciones»), en África (creando los primeros campos de concentración) y también en Europa; los bombardeos contra la población civil alemana y japonesa por parte de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial (así como la detención en campos de concentración mientras duraba el conflicto de 120.000 japoneses que vivían en la aislada tierra del Tío Sam); los crímenes de Estados Unidos en Corea, Vietnam, el Cono Sur (Operación Cóndor) durante la Guerra Fría; así como en Afganistán, Irak, Siria y Libia en las primeras décadas del siglo XXI (por no hablar de cómo ha armado a Ucrania para atacar a Rusia, destruir la propia Ucrania y de paso para… «¡fuck Europe!»). (Sobre los crímenes de los «buenos» aporté muchos datos argumentándolos en mi crítica a Federico y también en el canal de Fortunata y Jacinta: https://www.youtube.com/watch?v=6j-zjmq5O4E&t=963s).

«Lenin es como la mejor prueba de que el asesino es un cobarde», le dijo Don Antonio a Don Federico. ¿Y Roosevelt, Truman o Churchill no eran asesinos y cobardes al ordenar contra la población civil bombardeos incendiarios e incluso atómicos, que destruían ciudades enteras y masacraban a cintos de miles de seres humanos, y animales y plantas?

No seré yo el que llame a Roosevelt, Truman y Churchill «asesinos» ni «cobardes» (como tampoco a Lenin, ni a Stalin), porque están en otra categoría; es decir, no se pueden valorar desde la psicología y la ética cuestiones complejas de geopolítica, como hacen Escohotado y Losantos; y como hacen los políticos y periodistas de nuestro presente en marcha cuando llaman «asesino» a Vladimir Putin, como si la OTAN se hubiese comportado como la madre Teresa de Calcuta y no hubiese llevado a cabo sus operaciones gladio o no hubiese bombardeado y destruido la antigua Yugoslavia. Pero éstos -como «Escota» y «Fede»- sólo se escandalizan si los «asesinos» y «cobardes» no son de «los suyos».

Tanta inquina contra el comunismo parece que obnubila el juicio de Federico, Escohotado y tantos otros, porque -maniqueísmo mediante- se olvidan de las atrocidades llevadas a cabo por los regímenes con las tendencias políticas con las que simpatizan. Ésta es la otra parte de la metodología negrolegendaria contra el comunismo, la de ningunear las atrocidades de las potencias rivales al mismo. Como si el liberalismo hubiese pasado por la historia sin romper un solo cristal y sin derramar una sola gota de sangre. Como si el imperialismo («fase superior del capitalismo», que decía Lenin) no hubiese tenido nada que ver con la democracia liberal y ésta hubiese emergido simplemente de la libertad del pueblo.

Esto último sólo es posible desde una conciencia falsa y metafísica, e hipócrita por añadidura; o más bien desde la mentira política, para no moralizar y psicologizar el asunto. Sin lodos de sangre y sin miseria para otros países, las potencias capitalistas (imperialistas) no hubiesen sido lo que han sido y todavía son (y esto va más allá del bien y del mal, si se piensa desde una posición contramaniquea; pues no se trata ni de condenar ni de justificar sino de entender, que no es poco).

¿Dogmatismo?

Tampoco sé a quiénes se refiere Jorge Escohotado cuando señala a algunos buenistas de precipitarse en el «dogmatismo». Por mi parte debo decir que también estoy muy lejos de posiciones dogmáticas, pues mi método para criticar a Escohotado siempre se llevó a cabo teniendo en cuenta sus tesis (me leí con atención, y tomando notas, los tres volúmenes de Los enemigos del comercio) y contrastándolas con otras fuentes. Dicho de otro modo: lo hice de modo apagógico optando por las vías más potentes o que menos contradicciones tenían.

¿Dónde está entonces la «falta de dialéctica» que se refiere Insua? Supongo que se referirá a otro, pero no da ningún nombre ni argumenta por qué esa falta de rigor dialéctico. ¿Acaso no tuvo falta de dialéctica Escohotado al no responder lo que escribí en El Catoblepas? Y sobre Federico mejor no decir nada.

Las fuentes para nutrir mi crítica contra Escohotado ni mucho menos se circunscribían a Bueno, a quien por cierto en el artículo contra Federico critico cuando en su libro El fundamentalismo democrático da una cifra enormemente exagerada sobre las víctimas de la Unión Soviética: «La dictadura del proletariado que ensayó la Unión Soviética no solamente fracasó estrepitosamente, sino que tuvo (al menos en cuanto “experimento”) costes excesivos, más de cincuenta millones de asesinatos» (Temas de hoy, Madrid 2020, pág. 272). Una cifra absurda que no se cómo se le coló al bueno de Don Gustavo.

Por tanto no me tomo la palabra de Bueno como si fuese la Ley y los Profetas. Soy «buenista» pero no talmudista.

Dicho sea de paso, tampoco me pareció acertado Bueno cuando tomó partido por el PP, al menos como un mal menor, siendo el PSOE todavía peor; si es que eso cuenta como ser un «declarado seguidor de una facción política», como dice Jorge Escohotado. El PP ha sido tan pernicioso para España como el PSOE. Entregando «gigantescas toneladas de soberanía» ha sido tan sumiso a las potencias extranjeras (sobre todo a las que vienen del Atlántico norte) como el partido del puño y la rosa (esto es, de la hermandad del puño que siempre se va de rositas).

Las críticas contra Escohotado y Losantos, si bien me serví de la potente artillería del materialismo filosófico, la basé apoyándome en grandes historiadores del comunismo: como Anselmo Santos, Domenico Losurdo, Ludo Martens y Simon Sebag Montefiore; e incluso con autores que yo catalogaría como negrolegendarios como Robert Conquest, Robert Service, Donald Rayfeld, Matthew White, entre otros. No traté por tanto -como se queja Jorge Escohotado- de «coger el mensaje del maestro, meterlo por mi licuadora de ideología y soltárselo a otra persona como si fuera un argumento». Tampoco me pareció que ese fuese el caso de Navarro Crego y Jesús Maestro.

¿Neutralidad valorativa?

Durante la entrevista Jorge Escohotado llega a decir que Don Antonio «no tiene ideología» al escribir Los enemigos del comercio, y que lo escribió desde una «neutralidad valorativa», como dice el propio autor de la obra; esto es, como si lo hubiese escrito desde la neutralidad más aséptica (pero valorando, claro).

Con toda la razón Navarro Crego diagnosticó el método de Escohotado de descripcionista, esto es, aquella concepción gnoseológica que pone como lugar propio de la verdad científica a la materia (digamos a los hechos) propia de cada ciencia, por lo que las formas (las teorías) de la ciencia tienden -en el límite- a cero, siendo así meros artificios descriptivos o representativos que simplemente cumplen el papel de superestructuras instrumentales o auxiliares. El descripcionismo pretende desvelar la verdad de las cosas tal y como éstas son en sí mismas, esto es, de constatar las «cosas mismas» al margen de construcciones, contaminaciones teóricas, prejuicios, añadidos y acciones del sujeto gnoseológico; por tanto desconfía de las teorías, de las hipótesis anticipativas, de las invenciones y de la creatividad científica.

Y así lo plasma Escohotado en la página 52 del segundo volumen de su trilogía: «Entendiendo que la refutación y la confirmación están en el devenir de las propias cosas, no en aseveraciones nuestras». Es decir, Escohotado podría decir con Newton (al que por cierto prologa en sus Principia) Hypotheses non fingo.

Pero ante asuntos como el comunismo no cabe neutralidad, eso es algo absolutamente imposible. «Señores hay que definirse», y Don Antonio meridianamente se definió en esa obra: se posicionó claramente contra el comunismo. Los enemigos del comercio es una obra obviamente anticomunista (y esto es de perogrullo). Como apuntó Jesús Maestro, la obra podría haberse titulado Contra los enemigos del comercio. O Contra el comunismo.

Escohotado no tuvo más remedio que tomar partido y valoró barriendo para casa, es decir, desde su ideología, que curiosamente es una especie de social-liberalismo, pues -como dijo en la Sociedad Mont Pelerin- «la forma moderna del liberalismo es el socialismo democrático», que es supuesto como la evolución natural del liberalismo. Arremetiendo así contra el «dogma liberal» del economista, jurista y filósofo austriaco Friedrich Hayek en la conferencia anual de la misma institución que fundó. Parece que al menos Don Antonio no caía en un fundamentalismo liberal, como sí lo hace Federico (y no digamos los Rallo, Díaz Villanueva &Cía). Aunque sí parece que caía en una especie de progresismo (sin revolución, claro).

Obviamente no estoy queriendo decir que o se es comunista o anticomunista (en mi caso, sin ser neutral, no soy ninguna de las dos cosas), pero Escohotado mostró una fuerte inclinación anticomunista. E incluso con cierta inquina; aunque ésta, naturalmente, se mostraba más en sus entrevistas, charlas y conferencias, donde no se cortaba un pelo e incluso se despachaba a gusto; y no digamos en su entrevista con Federico Jiménez Losantos, donde el rigor estuvo por muchos momentos totalmente ausente y abundaron eticismos (Marx y Lenin dirían «moralismo filisteo»), psicologismos y argumentos ad hominen enfocados más en los finis operantis que en los finis operis. (Dicha entrevista puede verse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=7dVMSexkbmI).

¿Intereses políticos espurios?

Tampoco sé a quién se refiere Insua cuando dice que el materialismo filosófico de Bueno es usado con intereses políticos «espurios», en una «deriva ideológica». Que yo sepa, el único discípulo de Bueno que ha llegado a diputado es Joaquín Robles, que al igual que Iván Vélez pertenece al partido Vox. Pero no me consta que Robles y Vélez hayan dicho algo sobre esta polémica y sobre el anticomunismo de Escohotado (o de Losantos). Ni tampoco me constan los intereses políticos espurios de los susodichos distorsionando al materialismo filosófico en beneficio de su partido.

En todo caso lo han hecho en pos de España: Vélez con sus libros y a través de Denaes y Robles con sus intervenciones en el Congreso. Últimamente triturando los delirios «descolonizadores» del ministro del mito de la Cultura: el sumarita separatista negrolegendario, valga la redundancia, Ernesto Urtasum.

Asimismo Santiago Armesilla se ha posicionado a favor del comunismo; no necesariamente el soviético, al que ha criticado en diversas ocasiones y más recientemente en su libro Lenin. El gran error que hizo caer la URSS (que es una crítica al metafísico derecho de autodeterminación). Armesilla dirige una revista digital llamada La razón comunista (https://www.larazoncomunista.com/), y también un canal de Youtube donde tuve la suerte de ampliar mis críticas a Escohotado (https://www.youtube.com/watch?v=UAf8bfu9xIk&t=5635s) y a la leyenda negra anticomunista (https://www.youtube.com/watch?v=JsD-X2XRo2c).

Y por nuestra parte, ni Navarro Crego, ni Jesús Maestro ni yo mismo usamos contra Escohotado intereses políticos espurios «como arma arrojadiza», como apunta Jorge Escohotado; porque eso, efectivamente, es «un dislate».

En cambio, multiplicar los muertos sin necesidad científica sí que puede tener por detrás intereses políticos espurios; se haga esto de manera consciente o inconsciente, pues en este caso lo que importa son los finis operis y no los finis operantis, es decir, lo importante no son las motivaciones psicológicas que hayan incitado a Escohotado a hacer ese «cálculo» sino la utilidad política (propagandística) que desde cierto sectores se haya podido hacer de la obra de Escohotado (y de tantos otros) de cara a la llamada «batalla cultural».

¿Arrogancia y falta de cortesía académica?

Tampoco sé a quién se refiere Insua cuando habla de alguien que aplicó una actitud llena de «arrogancia» contra Antonio Escohotado. Navarro Crego estuvo bastante moderado en sus comentarios, centrándose en lo puramente filosófico e histórico y haciéndolo con rigor. Jesús Maestro hizo sus comentarios con vehemencia, pero no con arrogancia, y también estuvo, a mi juicio, bastante acertado. Y un servidor, si bien tiré de ironía, no fui en ningún momento arrogante faltándole el respeto a Don Antonio, pues también puse toda la carne argumental en el asador histórico-filosófico (y eso es lo fundamental, estuviese más acertado o más equivocado).

E incluso en Santo Domingo le dije que «no es personal, es comercio», con ironía pero con respeto, y él llegaría a reconocer -algo muy de agradecer- que no le extrañaría nada de que «esté equivocado en ese punto y en otros muchos del libro, como es natural». (Ese punto es, según dice Escohotado, el de los 30 millones de muertos por hambre, frío y calor entre 1918 y 1921 en la guerra civil rusa a causa de la «desorganización» «por el decreto de expropiación general sin una medida»).

E incluso nos dimos la mano cuando los dos salimos solos a la calle y hasta bromeamos y todo. Por tanto no me consta que hubiese «una falta de cortesía académica», como afirma Insua, ni arrogancia contra Escohotado. Lo que sí hubo fue vehemencia y pasión en el debate desde «el nervio de la filosofía», por usar palabras del propio Insua; pero siempre desde el respeto y la argumentación rigurosa. No fue ni mucho menos «para ponerle a parir», como dice sonriendo Jorge Escohotado.

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