De haberse mantenido la fecundidad que había en 1975-1976 en el País Vasco (2,8 hijos por mujer. Mucho mayor que la actual, pero ya no «explosiva»), y sin la emigración de población vascoespañola que se dio desde finales de los 70, el País Vasco tendría ahora mucha más población vascoespañola, y en especial mucha más gente joven y niños. Estaría mucho menos envejecido. Su vitalidad demográfica, su PIB y su potencial futuro serían mucho mayores.