En el numero setenta y nueve de la calle San Bernardo nos sorprende un edificio singular, el Monasterio de Montserrat, el Montserratico, Bien de Interés Cultural (BIC), la Iglesia inspirada en Gesù de Vignola, está considerada como la obra de mayor complejidad en su ejecución del Barroco Madrileño.
Por qué, hay en Madrid un Monasterio de Montserrat, buscando la respuesta viajamos en el tiempo hasta 1460, fecha en la que se produjo un levantamiento en Cataluña, según las crónicas contra el régimen señorial imperante, el incremento de impuestos, y el establecimiento de los Tercios en la región.
El 7 de junio de aquel año llegaron a Barcelona desde el Valle del Llobregat, unos cuatrocientos segadores como trabajadores eventuales, uno de ellos resultó herido en un altercado con un servidor de los alguaciles reales. Sus compañeros en respuesta al agravio se amotinaron intentando quemar el palacio del Virrey y otros edificios de la nobleza. Once muertos entre ellos el Virrey interceptado en su huida por los segadores, fue el saldo de víctimas de aquellos hechos,
Por otro lado, los Tercios que pacíficamente esperaban el momento de partir a Flandes, encontraron cerradas las puertas de Sant Feliú de Pallerols y Santa Coloma de Farners, muriendo un alguacil, la represalia no se hizo esperar, y el 3 de mayo se generalizó un auténtico alzamiento armado de los campesinos de Gerona, Ampurdan, Valles, Osona, y Ripollés.
Montserrat era en aquellos tiempos, el principal centro Benedictino en Cataluña bajo jurisdicción castellana, debido a que, en 1493 Fernando el Católico había enviado catorce monjes de Valladolid. El Abad al que los monjes catalanes en cumplimiento de la Regla de San Benito debían obediencia solía ser castellano, extremo que consideraron una injerencia y dominio extraño. Así las cosas, aprovechando el caos y la confusión de la revuelta y como acto de afirmación de identidad propia, expulsaron a los monjes castellanos. Felipe IV, a fin de proporcionarles alojamiento en Madrid, fundó un monasterio bajo la advocación de Nuestra Señora de Montserrat.
Ramón de Mesonero Romanos, Cronista de la Villa y Corte, se refiere a este episodio: “fue fundado este Monasterio de Monjes Benedictinos por el rey Don Felipe IV en 1642, en la Quinta del Condestable de Castilla, para los Monjes que vinieron de Montserrat con motivo de las disensiones de Cataluña en 1640. Allí permanecieron hasta que se mudaron cerca de la Puerta de Fuencarral, en la calle Ancha”.
La Quinta del Condestable de Castilla, es la actual Quinta de la Fuente del Berro, posesión traspasada a Felipe IV en 1630, y la calle Ancha de San Bernardo, en aquellos tiempos era el ensanche de la ciudad lugar donde la nobleza edificó sus palacios, su recorrido transcurría desde la “Plazuela de Santo Domingo hasta la Puerta de Fuencarral”, portillo de la Cerca norte de Madrid, en lo que hoy es la Glorieta de San Bernardo, derribada en 1865.
Las obras del Monasterio comienzan en 1668, reinando Carlos II, bajo la dirección de Sebastián Herrera Arquitecto del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, a su fallecimiento en 1571 le sustituyó Gaspar de la Peña, Maestro Mayor de la Obras Reales. Las obras se interrumpieron hasta 1716, reanudándose con Pedro de Ribera, nacido en 1681 y fallecido en 1742, madrileño y arquitecto de Madrid donde desarrolló la mayor parte de su obra, destacando la urbanización de la zona oeste del entorno de El Alcázar y el Río Manzanares, el diseño y ejecución de los Paseos de la Virgen del Puerto y de la Florida hasta el Camino Real de El Pardo con la traída de aguas para el cuidado de la arboleda y fuentes ornamentales que adornaban el recorrido, el Cuartel de Guardias de Corps o del Conde Duque. Concluyó las obras del Puente de Toledo interrumpidas en 1690, la Fuente de la Red de San Luis, el Puente de Retamar sobre el Río Guadarrama, intervenciones en el Matadero de la Puerta de Toledo, y el Hospicio de Madrid conocido por su espectacular portada. La Ermita de la Virgen del Puerto, Real Fábrica de Paños en el Pósito Real. Y la Fuente de la Fama para la Plaza de Antón Martín.
El primer proyecto presentaba la construcción en los entonces arrabales de la Villa y Corte, actualmente barrio de Conde Duque, un templo grandioso los basamentos en el interior del Monasterio así lo indican. Probablemente la falta de recursos económicos impidió la construcción del crucero, cúpula, cabecera y sacristía, reduciendo el edificio a una única nave, la de los pies con sus capillas, y una sola torre de las dos previstas en la fachada.
El planteamiento de la nave corresponde a un Barroco evolucionado datado en el siglo XVII, destacando respecto al revestimiento ornamental la aportación de Ribera. El cerramiento actual es resultado de la última intervención realizada en el edificio durante los años 1983 a 1988. Es digno de mención por su originalidad el remate del chapitel en forma de urna de la torre. No obstante, la contemplación de la fachada y del interior del templo nos sorprenderá por su sobria grandiosidad.
El Monasterio sufre los avatares de la historia, en 1835 a causa de la desamortización los monjes son obligados a abandonar el edificio, siendo objeto de diferentes usos, entre ellos el más conocido el de cárcel de mujeres, condición recordada en Agua, azucarillos y aguardiente, zarzuela con libreto de Miguel Ramos Carrión y música de Federico Chueca, estrenada en el legendario Teatro Apolo el 23 de junio de 1897. Ambientada en el Paseo de Recoletos, donde la Pepa regenta un aguaducho, y le recuerda a su antigua amiga la Manuela mientras recorre de un lado a otro la vía pública con la vasera ofreciendo su mercancía a voces que “a la calle de Quiñones te han llevao más de una vez”.
En 1918 la Iglesia fue cedida a los Monjes Benedictinos del Monasterio de Santo Domingo de Silos, el 1 de agosto de 1922 siete monjes abrieron el culto en la nave norte de la iglesia, y en 1928 en su totalidad.
La Guerra Civil interrumpe bruscamente la vida de la comunidad Benedictina, los monjes son expulsados violentamente del Monasterio sufriendo cuatro de ellos el martirio, siendo beatificados el 29 de octubre de 2017 en la Catedral de la Almudena, son los Mártires de Silos, los Padres José Antón Gómez, Antolín Pablos Villanueva, Rafael Alcocer Martínez y Luis Vidaurrazaga González.
La vida monástica se reanuda una vez finalizada la contienda en 1939 con el regreso de seis monjes de Silos, recuperándose para la vida religiosa y el culto todo el edificio en 1953 con el desalojo de la cárcel de mujeres.
En 1983 se acomete la última restauración hasta la fecha que culmina en 1988, bajo la dirección de los arquitectos Antón Capitel, Antonio Riviere y Consuelo Martorell.
Hace ya mucho tiempo que la Iglesia de Montserrat no cumple con su costumbre diaria de tocar a medianoche sus campanas por el alma del Rey Felipe IV, por ser esta la hora en la que los monjes que lo habitaban se enteraron del fallecimiento del monarca, su fundador. Por encima de todo el Monasterio es la presencia de la espiritualidad de la Orden de San Benito que, irrumpe con el Canto Gregoriano y la Liturgia de las Horas como propuesta de oración en el bullicio y la prisa de la gran ciudad.
La calle de San Bernardo es Camino de Santiago de Madrid, los primeros metros que el peregrino transita cuando parte de la Capital de España hacia Compostela. Al pasar por el Montserratico en el lateral de la calle de Quiñones, nos encontramos con el Convento y la Iglesia de las Comendadoras de Santiago, Santiago el Mayor.
Señal inequívoca, si tenemos en cuenta que, una vez confirmado el hallazgo de la tumba del Apóstol Santiago, allá por el siglo IX, se construyó un templo para custodiar sus restos y acoger a los peregrinos que llegaban a venerarlos, San Salvador, hoy San Paio de Antealtares, a cuyo cuidado llegaron doce monjes encabezados por el Abad Ildefredo.
Sin duda, Alfonso I tuvo en cuenta al tomar esa decisión el carisma Benedictino, y su educación en Samos. Poco después se establecerán en Corticela para compartir la labor de custodia del Sepulcro del Apóstol.
La atención al culto y la acogida al huésped norma de la Regla Benedictina, fundamentó la labor de asistencia y hospitalidad imprescindible en la consolidación del Camino de Santiago. La Orden de San Benito creó una red de albergues y hospitales para los peregrinos que también fueron utilizados por la población local, constituyendo la primera organización de acción social de la historia, a la que se unirían otras órdenes religiosas, y que bien pueden considerarse como el origen de los servicios sociales actuales.
El origen de los Caballeros de la Orden y Caballería de Santiago de la Espada, es la Batalla de Clavijo (La Rioja), que tuvo lugar en el mes de mayo de 844, su emblema es una cruz roja en forma de espada, rigiéndose por la Regla de San Agustín, se instituye como Orden religiosa con votos de pobreza, obediencia y castidad, con el carisma propio de la defensa de la Iglesia de Dios frente a todos sus enemigos. Fue la única Orden Militar en introducir la participación de las mujeres, las freilas profesas que vivían en los monasterios, y las casadas en sus domicilios, al estilo de los caballeros, unos eran freiles clérigos, y otros casados. Las Comendadoras de Santiago asumen, el rezo del Oficio Divino todos los días del año sin excepción, la educación y acogida temporal de las esposas e hijas de los caballeros, reservando espacios dentro de la clausura para sus rezos y oraciones.
Don Iñigo de Zapata y Cárdenas Presidente del Real Consejo de Órdenes Militares, dispuso en su testamento la fundación en Madrid, comenzando las obras en 1669 bajo la dirección de los arquitectos Manuel y José del Olmo. Carlos III en 1774 encarga a Sabatini un nuevo edificio que completará la urbanización de la manzana.
Durante la Guerra Civil, el convento fue incautado y ocupado por las milicias, las religiosas expulsadas, siendo destinado a “cheka”, una de las muchas que existían en Madrid de triste recuerdo. Graves fueron los destrozos en aquellos trágicos días, las pérdidas de obras de arte, reliquias, mobiliario y objetos de valor histórico artístico.
Al finalizar la contienda en 1939 el edificio se convirtió en cárcel de hombres, siendo recuperado para la vida religiosa en 1941. Declarado Bien de Interés Cultural en 1970, se conserva en su integridad a tenor de los proyectos originales ocupando la manzana comprendida entre la Plaza de las Comendadoras y calles Quiñones, Acuerdo, Montserrat, y Amaniel.
El 16 de octubre de 2024, culminó la última restauración de la iglesia, zaguán y torres del convento, y consolidación estructural, con una Misa solemne presidida por S.E.R Don José Cobo Cano Cardenal Arzobispo de la Diócesis de Madrid.
El Apóstol Santiago, San Benito y la Ruta Jacobea que parte de Madrid, coinciden en este paseo como santo y seña de nuestra identidad y guía en nuestro transitar en estos tiempos recios que nos toca vivir.