Reseña de «El violento Far-West y sus armas»

El violento Far-West y sus armas. Iván Vélez

Título: “El violento Far-West y sus armas: Historia negra, leyenda rosa”

Autor: Miguel Ángel Navarro Crego


 

El violento Far-West y sus armas

Con la publicación de El violento Far-West y sus armas. Historia negra, leyenda rosa (Ed. Edaf, Madrid 2023), Miguel Ángel Navarro Crego cierra una trilogía que abrió con su tesis doctoral, publicada como libro bajo el título Ford y “El sargento negro” como mito (Ed. Eikasía, Oviedo 2011), a la que dio continuidad con El Western y la Poética (Ed. Pentalfa, Oviedo 2016). En estas tres obras citadas, el discípulo de Gustavo Bueno, que aborda el género del western teniendo siempre presente la afirmación aristotélica según la cual la tragedia es imitación de la vida, analiza todos aquellos mitos que han acompañado al imperio norteamericano.

Nematologías y tecnologías, unidas en el título del libro, corren en paralelo, pues a la inercia aparejada al providencialismo de la Doctrina Monroe y del Destino Manifiesto, que abrían ideológicamente el camino hacia las praderas regadas por las lágrimas indígenas, ha de unirse el desarrollo de las armas y del ferrocarril, que estrechó las distancias entre las dos costas oceánicas al precio de barrer a los naturales, primero, y a los cowboys, después. De todos estos componentes, que sucedieron al mundo vinculado a la caza y a la industria peletera, en el contexto de la pugna franco-británica, se nutrió una literatura que fue aquilatando iconos que llegaron al gran público a través de las pantallas cinematográficas. Como ocurriera con tantos otros, gracias a la luz del proyector que horadaba la oscuridad de las sesiones infantiles brotó la fascinación de niños como Miguel Ángel Navarro Crego, que en el cine Felgueroso de Sama de Langreo vio por vez primera Las aventuras de Jeremiah Johnson, película analizada en El violento Far-West y sus armas, en la que, un ya adulto doctor en filosofía, es capaz de detectar el giro operado respecto a filmes anteriores del entonces llamado «cine de indios y vaqueros».

El violento Far-West y sus armas. Historia negra, leyenda rosa se despliega en doce capítulos y un epílogo, en los que Navarro aborda todos los componentes de un cine que operó como difusor masivo de mitos operativos en el presente en el que se rodaron las películas que, de algún modo, sucedieron a los circos en los que personajes reales, singularmente, Búfalo Bill, teatralizaban lo ocurrido en una frontera del todo ajena a unos espectadores ávidos de aventuras. A partir de capítulos compuestos estructuralmente por la exposición de un asunto histórico -guerra de la independencia, guerras con los indios, esclavitud, las figuras del cowboy o del sheriff-, una prolija descripción de las armas vinculadas al mismo y una serie de filmes ilustrativos, el autor teje una sólida obra en la que se abre paso una sorprendente verdad para las mentes más ingenuas: el Lejano Oeste exhibido en las salas de cine contenía altas dosis de ideología acompasadas según los ritmos del imperio yanqui.

En efecto, en el mundo sobre el que se edificaron carreras como las de Ford o Wayne no hubo duelos al sol en polvorientas calles flanqueadas por casas de madera, sino asesinatos a menudo cometidos por la espalda en turbios antros o en callejones mal iluminados. En el Lejano Oeste, la vida de los cowboys distó mucho de parecerse a la de unos centauros dotados de virtudes quijotescas. Sin embargo, esos estereotipos llegaron al mundo capitalista en grandes cantidades durante el primer tramo de la Guerra Fría, época en la que el western, este tipo de western, alcanzó a su cénit. Si su plenitud llegó en los 50, en la siguiente década estas películas incorporaron componentes contraculturales que Navarro Crego detecta con el fino olfato del cazador, de avant carga, para más señas, que es. Si tras la II Guerra Mundial el western llegó a sus cotas más altas en cuanto a producción y a plasmación de los mitos que convenían a la sociedad norteamericana de aquel tiempo, otra guerra, la de Vietnam, abrió una crisis que dio paso a una visión crítica hacia un tiempo muy distinto al que se había retratado en el celuloide. A partir de entonces empezaron a aflorar realidades soterradas, singularmente el racismo estructural de los Estados Unidos, ejercido sobre indios, negros, hispanos e incluso contra los muchos chinos que perforaron los túneles por los que transitaron las locomotoras. De aquella corriente crítica, a la que se unieron los caudales aportados por Sergio Leone y Sam Peckinpah, surgió otro tipo de western. En ese contexto ha de situarse a Clint Eastwood, a quien Navarro dedica grandes elogios por su Sin perdón, obra en la que conviven los mitos clásicos y el descreimiento hacia ellos por parte de su protagonista.

La distancia entre la violenta realidad fronteriza y su cinematografía explica la segunda parte del título –Historia negra, leyenda rosa– de una obra que muestra con qué habilidad el imperio norteamericano lanzó al mundo figuras y argumentos, mythos, por regresar a la terminología aristotélica, tan poderosos como las armas sobre las que el gigante WASP creció y se expandió más allá de los límites autoestablecidos por el Destino Manifiesto.

Top