Título: “Filosofía del Imperio y la Nación del siglo XXI. Ensayo sobre el problema político de las Españas y las Rusias”
Autor: José Ramón Bravo
Editorial: Pentalfa Ediciones, 2022. 583 páginas
No resulta nada fácil reseñar o presentar el libro de José Ramón Bravo. Su extensión, la enormidad y profundidad de los temas tratados, la gran erudición de la que hace gala el autor, y la originalidad de las tesis defendidas no permite la mera recesión superficial que suele imperar en este tipo de presentaciones.
Recientemente, asistí y participe en la Universidad de Verano organizada en Córdoba por Posmodernia y la Fundación New Direction. En el curso de la misma pude asistir a la ponencia de Gustavo Bueno, el cual cito el libro de José Ramon Bravo, y se refirió al mismo como “un libro para el estudio”. Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación, pero quiero añadir, a modo de aclaración, que ello no significa que sea un simple manual. Es mucho más, tal como veremos.
Ante la imposibilidad de referirme a todos los temas y cuestiones que se tratan en el libro, para esta presentación he elegido el siguiente guion:
En primer lugar, una breve descripción de lo que sería el índice del libro, para que los que no lo conozcan puedan hacerse una idea de su contenido.
En segundo lugar, una breve digresión sobre la filosofía política de Espinosa, que es, junto a la de Gustavo Bueno y la escuela de Oviedo, el fundamento teórico sobre el que el autor elabora su discurso.
Y, en tercer lugar, resaltar la oportunidad de un libro como este en unos momentos en que, como consecuencia de la guerra de Ucrania, toda la Europa occidental y, especialmente, España, esta atravesada por una ola de rusofobia, absolutamente irracional y patológica, solamente comparable a la “histeria climática”, y que los medios de comunicación, absolutamente apesebrados, no paran de alentar.
Después de la introducción, la primera parte del libro trata de teoría política y del Estado. A lo largo de tres capítulos el autor desarrolla sus tesis sobre las relaciones internacionales, la teoría del Estado y la teoría del Imperio. En estos tres capítulos, especialmente en el segundo y el tercero, se sientan las bases filosóficas y metapolíticas sobre las que descansa el conjunto de la obra.
En la segunda parte del libro encontramos los elementos más originales e interesantes de la obra: la filosofía política y el desarrollo histórico de las Españas (el Imperio Hispánico) y de las Rusias (el Imperio Ruso). A lo largo de cuatro capítulos se van desgranando estos temas. Sin poder entrar en profundidad, señalaré los aspectos, a mi modo de ver, más importantes de esta sección de la obra. En primer lugar, la consideración de la Unión Soviética como una continuación natural del Imperio Ruso, haciendo hincapié en su carácter de Imperio Generador, más allá de consideraciones ideológicas, e independientemente de la crítica filosófica y política que el autor realiza del marxismo.
En segundo lugar, el paralelismo entre las Españas y las Rusias. Ambas han creado imperios terrestres, ambas se encuentran en la periferia de Europa, ambas han tenido al Imperio Británico como enemigo principal, y ambas han sufrido, y sufren, Leyendas Negras. La única diferencia es que los rusos no han asimilado esta Leyenda Negra y están en proceso de recuperación de su soberanía, mientras que los españoles, al menos la mayoría, hemos hecho del auto odio la religión nacional, y estamos en el nivel más bajo de sumisión al angloimperio.
En la tercera parte del libro el autor se enfrenta a las cuestiones geopolíticas del presente, pero entendiendo la geopolítica en su sentido más amplio, considerando en papel de las ideologías en la dialéctica de los Estados y los Imperios. Así, al tocar la cuestión fundamental de la soberanía, realiza una crítica profunda a los procesos de fraccionamiento y separatismo que actúan en España, así como del confederalismo desnacionalizador de la Unión Europea.
Los fundamentos filosóficos y metapolíticos de la obra hay que buscarlos en la filosofía de Gustavo Bueno, y también en la filosofía política de Espinosa. La primera es más conocida. Yo voy a referirme a la segunda, probablemente menos conocida.
Espinosa, conocido también como Spinoza o Baruch Spinoza (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 – La Haya, 21 de febrero de 1677), fue un filósofo neerlandés de origen sefardí hispano-portugués. Aunque su obra más importante es la Ética, desde el punto de vista político hay que citar el Tratado teológico-políticoy el Tratado político, este último inacabado por la muerte del autor.
Para Espinosa, la duración es el significado de la existencia, tal como escribe en la Ética, existentia sirve duratio. Si esta idea se aplica a la política, nos encontramos que es el Estado el garante de esta duración, pues es un ente necesario para la estabilidad y la seguridad. El ser político del Estado se caracteriza por una causalidad necesaria, y una completa impersonalidad, por tanto, ajeno a las voluntades individuales como tales.
Espinosa distingue dos situaciones que afectan a la posibilidad de permanencia del Estado: de un lado, una situación de estabilidad, que hace posible no solo su supervivencia, sino su eventual expansión; por otro lado, una situación de debilidad, que puede ser producto de un vicio interno (suo vitio), o de una causo o potencia externa (inevitabili fato), pero que en cualquiera de los dos casos puede llevar a su disolución. En este caso, caben medidas urgentes, como una dictadura temporal o supremus dictator.
Esta idea de estabilidad es convergente con el concepto de eutaxia, que encontramos en la filosofía política de Bueno. La situación de “estabilidad” que describe Espinosa coincidiría con la “eutaxia” de Bueno, y la de “debilidad” con la de distaxia.
Espinosa señala la armonía entre razón y pasión como fundamento de la política, lo cual enlaza con un concepto de legitimación, distinto del de legitimidad, pues este último se refiere al origen del poder del Estado, mientras que el primero tiene que ver con la praxis política del mismo. El Estado no puede imponerse ni guiar por el miedo, sino que los hombres “deben ser guiados de forma que les parezca que no son guiados”. No es necesario que los ciudadanos transfieran todo su poder al Estado, lo que convertiría a este en totalitario, pero si que la soberanía este legitimada ideológicamente.
En este sentido, las ideológicas constituyen una dimensión fundamental de la soberanía, y, por tanto, se subordinan a la eutaxia del Estado, que es el que establece el límite entre lo legítimo y lo ilegítimo. A esta segunda categoría pertenecería cualquier programa separatista, pues busca destruir el Estado, atentando contra lo que Bueno llama la “capa basal”, es decir, el control de un territorio, sus riquezas y su población.
El concepto de libertadque maneja Espinosa no tiene nada que ver con el significado individualista que encontramos en las democracias liberales. Libertades y derechos están indisolublemente ligados al Estado, quien los garantiza y los protege. La perdida de soberanía del Estado se traduce en la perdida, o disminución, de las libertades y derechos de sus ciudadanos.
Finalmente quiero ocuparme de la oportunidad de un libro como este en el momento actual. La guerra de Ucrania a puesto en manifiesto la absoluta sumisión, no solamente de España, sino del conjunto de estados de la Unión Europea a las imposiciones de la OTAN y del angloimperio. El conjunto de los medios de comunicación en España (grandes cadenas de TV, diarios), sean de “izquierdas” o de “derechas”, vomitan, día si y otro también, propaganda pro-OTAN y antirrusa, sin el menor asomo de espíritu crítico.
Es evidente que los tontainas que lucen una bandera ucraniana en sus perfiles de redes sociales, y que hace cuatro días no hubieran sabido situar a Ucrania en el mapa, no van a leer este libro. Pero para aquellos que intentamos pensar por cuenta propia, el libro que presentamos es un instrumento imprescindible.
Gracias, José Ramón.