Título: “La verdad es todo lo demás”
Autor: Antonio Nadal
«Pido perdón por haber semifundado el PSOE en Málaga y parte de España». El autor de la frase es Antonio Nadal, autor de La verdad es todo lo demás. El PSOE, la sonrisa torcida de la Transición (1975-1977) (Ed. Plumágica, 2020), abierto con una Introducción en la que Pedro de Tena afirma que: «En España sólo una minoría quería un cambio de régimen y lo quería por razones ético-religiosas». Entre la minoría, atrapada, según De Tena, entre los estrechos márgenes del maniqueísmo, figuraba Antonio Nadal, autor de una obra en la que trata de expiar sus culpas y de buscar respuestas a interrogantes que le siguen persiguiendo.
La verdad es todo lo demás, es un libro en el cual se agolpan pinceladas biográficas, algunas de ellas verdaderamente crudas, semblanzas de grandes protagonistas de la actual democracia coronadas, documentos policiales, pinceladas poéticas y ecos del mundo clásico. De entre esta gavilla de asuntos sobresale el espacio que Nadal dedica al dúo González-Guerra, a la ficción del marxista –autor de «Los enfoques de la praxis»- enfrentado al socialdemócrata pero, sobre todo, a la red tejida por este partido de nuevo cuño, pues, como subraya el autor en diversos pasajes, el PSOE estuvo desaparecido «de los campos trágicos de la Oposición Democrática durante la mayor parte del franquismo», y solo reapareció, mudada su piel, gracias al impulso germano y norteamericano, reinventando su conexión con la II República.
Como bien subraya Nadal, el PCE murió con el franquismo, pues su legalización, que le le despojaba del heroísmo todavía cultivado por quienes no habían dado el salto al partido del puño y la rosa –y del marco y del dólar, añadimos nosotros-, mostró su verdadera escala. El ala izquierdista de la partitocracia española quedó en manos del PSOE, convertido en una suerte de PNV de mayor alcance territorial. No ha de extrañar esta comparación de Nadal. Al cabo, hasta la actual alianza con EHBildu, el PSOE encontró en el PNV a un aliado capaz de permitirle gobernar, al precio de ir entregando jirones del Estado.
Por las páginas de La verdad es todo lo demás, deambulan los espectros de aquellos días del pelotazo, pero también las depuraciones y las calumnias capaces de hacer desaparecer a incómodos compañeros de viaje. También la puesta en marcha de una UGT capaz de acaparar a los abogados y los inspectores de los sindicatos verticales, pero también a diferentes cargos del franquismo. Adoradores del mito europeo al que tanto debían, los dirigentes socialistas, «muchachos sin pasado», desmantelaron el tejido industrial español, haciendo creer a quien quisiera creer, que nunca gobernaron.
En consonancia con el título, Nadal relata el modo en el cual se fundó el PSOE en Málaga, un partido que debía ser «una alternativa distinta, aunque “marxista”, al PCE». Una fundación que nada tiene que ver con el relato que, por encargo, elaboró Juan de Dios Mellado, con el cual es muy crítico un Nadal que desvela los numerosos desajustes con la verdad, contenidos en una obra –Crónicas de un sueño– escrita por encargo. Libro de gran carga autobiográfica, La verdad es todo lo demás, cuenta las cárceles padecidas por el autor. Singularmente, su breve reclusión en la cárcel de Carabanchel, tras la concentración en el Cementerio Civil de Madrid el 1º de mayo de 1975 y la consigna policial de no detener a Felipe González. Ya excarcelado, Nadal centró sus esfuerzos en la fundación del PSOE de Málaga y ofrece fragmentos del discurso entonado por él mismo en aquellos días. En una de sus intervenciones públicas, tal y como recogieron los informes policiales, Nadal «ensalzó a Marx e hizo alusión positiva a la creación de la primera internacional. Indicó que los fines que perseguía el partido en la actualidad eran la constitución de una república federalista basada en los principios de autonomía de los pueblos; implantación absoluta de la democracia y partidos políticos, que es el fin del marxismo socialista en un estado capitalista».
Un turbio episodio, ligado a la expulsión de los homosexuales de la sede provincial y de las agrupaciones de Málaga, con Antonio Gutiérrez Dorado, miembro de la asociación Unión Democrática de Homosexuales, como protagonista, sirvió para expulsar a Nadal, «por no haber guardar secreto de los acuerdos del Comité»… El 13 de septiembre de 1977, Antonio Nadal presentó su baja en el PSOE.
El último tramo del libro aborda cuestiones más ideológicas y menos personales. Nadal cuenta cómo los antifranquistas eran mal vistos por los nuevos socialistas, pues les recordaban lo que no habían sido. También se aborda el flujo tránsfuga de la UCD y del PCE al PSOE. En sus últimas páginas, la CIA y el SPD alemán, asoman como patronos de una serie de operaciones controladas. Entre ellos destaca el alemán Bruno Friedrich, sabedor de que los comunistas crecían más en la ilegalidad, como demostraba el hecho de que en Alemania nunca habían superado más del 2% en las elecciones. Ello explica la legalización del partido del eurocomunista Carrillo, en consonancia con la estrategia de «socialismo sí; comunismo no». Se trataba, al cabo, de articular un partido de masas llamado PSOE, a cuya cabeza se situó a un hombre que, en palabras del comandante Miguel Paredes, miembro del Servicio Central de Presidencia de Gobierno, un Gobierno muy al tanto de estas operaciones germanoalemanas, respondía a este perfil: «Felipe González, el sevillano, parece apasionado pero es frío. Hay en él algo falso, engañador. No me ha parecido un hombres de ideales, sino de ambiciones».