Populismos: Una defensa de lo indefendible.
Autor: Chantal Delsol
Editorial Ariel, Barcelona, 2015, 192 páginas.
El debate sobre las ideas en Francia desde luego no discurre tan encorsetado por la dictadura de lo políticamente correcto como sucede en España. Buena prueba de ello es que una figura como Chantal Delsol, columnista del diario Le Figaro, miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, profesora de Universidad y esposa de Charles Millon, ex ministro de la derechista UDF, se atreva a realizar un alegato en defensa del populismo, ya además logre difusión pública.
Aunque en España este fenómeno se confunde con la irrupción de Podemos en la escena política, lo cierto es que el “populismo” como nueva vía de pensamiento, poco tiene que ver con las viejas ideas marxistas. Ciertamente populismo es un término despectivo que se usa, tanto para despreciar a Podemos o Syriza, como al Front National o la Unión Cívica húngara de Viktor Orban.
Pero no se trata de la demagogia que pretende adular a las clases populares. No se trata de ideas simples usadas para que los individuos acaben entregándose a las pasiones en vez de a la reflexión. Ese no es el autentico populismo al que se refiere Chantal Delsol.
Chantal Delsol denuncia que nuestras democracias “han puesto en marcha unas verdades monopolísticas cercanas a las de los antiguos regímenes contra los que se erigieron”. Unos dogmas contra los que un pueblo, que cada día tiene más la sensación de haber sido timado por las élites políticas y económicas, se rebela en toda Europa. Esa es la insatisfacción y desesperación que subyace en todos los votantes que han abandonado a los partidos tradicionales. Despachar la cuestión, tildando de borregos incultos, seducidos por al demagogia, a estos disidentes, es no reconocer el problema. Como bien señala Chantal Delsol , en este sentido el populismo sería “el apodo con el cual las democracias pervertidas desmontarían virtuosamente su desprecio por el pluralismo”.
El populismo por tanto sería una reivindicación del pueblo y sus raíces frente al pensamiento universal único, el populismo es un alegato a favor de la libertad de ser diferente, una rebelión contra un Estado omnipresente y moldeador en manos de unas élites mundialistas. “Somos humanos, occidentales, europeos, franceses, bretones… La identidad no es un problema si sus valores no se contraponen. Es ridículo que podamos ser europeos y no franceses y europeos. Todos tenemos unas raíces; el populismo recupera este arraigo, reclama la identidad, los lugares donde están enterrados nuestros familiares, donde hemos crecido, lo que conocemos. Es humano, no somos personas descarnadas”, dice Chantal Desol.
Ese es el “populismo” que reclama un debate abierto, la diversidad, la recepción de opiniones contrarias, el derecho a disentir sin que conlleve la estigmatización. Porque la acusación de populismo, lo que en realidad esconde es el rechazo a considerar como opiniones válidas ciertos juicios emitidos por el pueblo.