Rusia gana, el globalismo pierde

Rusia gana, el globalismo pierde. José Alsina Calvés

Nunca nos hicimos demasiadas ilusiones respecto a Trump, ni compartimos el optimismo y la adhesión incondicional y acrítica de algunos sectores patrióticos. Sin embargo, en el tema de la guerra de Ucrania sostuvimos que podía dar el puntillazo definitivo al corrupto régimen de Kiev, y, al mismo tiempo, demostrar la inanidad absoluta de los enanos (y enanas) que gobiernan esta entidad decadente y patética denominada Unión Europea.

A Trump no le interesa Rusia, ni la considera una potencia adversaria. En realidad, no le interesa tampoco Europa. Considera, con cierta razón, que su adversario es China, país que se ha convertido en líder de una globalización económica rival a la que promueve, o promovía hace poco, EEUU.

Las conversaciones entre Trump y Putin en Alaska, independientemente del resultado, muestran realmente cuales son las potencias reales que juegan en Ucrania. El régimen de Kiev no fue más que una creación artificial de la política globalista de Biden y del Partido Demócrata. La UE fue arrastrada, en contra de los intereses de las naciones que la integran, a un enfrentamiento con Rusia. Su exclusión de las negociaciones demuestra su inanidad política, y su gesticulación belicista frente a una potencia nuclear como Rusia resulta patética.

Los dos estados puntales de la UE, Francia y Alemania están atravesando importantes crisis económicas y políticas, y su apuesta por el rearme y por la industria militar no hará más que profundizar en estas crisis. Sus sanciones contra Rusia han perjudicado mucho más a sus ciudadanos que al país eslavo. Y por más que todas las furcias mediáticas occidentales sigan insistiendo en la “amenaza rusa”, cada vez hay menos gente que se crea estas mentiras. Mientras, el ejército ruso sigue avanzando imparable, y el ucraniano está cada día más desmoralizado.

Nos congratulamos de esta situación, y auguramos una futura victoria de Rusia, que será la derrota del globalismo y la demostración de la inanidad política de la UE.

Rusia no es culpable.

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