Finaliza el verano y el desenlace de muchas incógnitas se producirá con el comienzo del nuevo curso político. Demasiadas cuestiones se han quedado en suspense con el periodo vacacional, sobre todo, debido a una manifiesta irresponsabilidad gubernamental que, sin saber por qué, ha decidido guardar un silencio premonitorio de nada bueno.
En primer lugar, ya fuera de plazo, deberían comenzar las clases en colegios, institutos y unversidades. A día de hoy, la comunidad educativa no tiene directrices del ministerio de Educación y Formación Profesional. Solamente algunos protocolos diseñados por lagunas comunidades autónomas están perfilándose. El maremágnum es total. Incertidumbre y temores esperan ser aliviados cuando se celebre, y todavía no hay fecha, la reunión inter territorial con los presidentes autonómicos. La situación es verdaderamente seria como para haberla dilatado en el tiempo. Quizá Pedro Sánchez se esté encomendando a la diosa Fortuna, dado que la fiabilidad de su equipo de crisis es la misma que la de las autoridades chinas en materia de derechos humanos.
También, y no es una cuestión menor, será a finales del próximo mes cuando finalicen los ERTES previstos. Muchas son las voces que piden su prolongación hasta diciembre, también quien lo demanda hasta primavera. Tampoco faltan pronunciamientos que apuntan a que esta posibilidad, es inviable por cuestión de incapacidad económica para soportar el estrés que se generaría. Lo cierto es que millones de personas no saben qué va a pasar con su puesto de trabajo, y muchos empresarios no se ven capaces de continuar en situaciones de extrema precariedad. Los autónomos están que trinan y exigen medidas excepcionales. Un 9% de ellos no pudo subir la persiana tras el decreto de estado de confinamiento, pero siguen pagando sus cargas fiscales. Un millón de ellos se encuentra, en palabras de su presidente, “en el alambre” y próximos a caer.
Todavía no se ha efectuado el reparto de los 140.000 millones de euros concedidos por Europa. Los distintos territorios y sus respectivos gobiernos autonómicos están muy preocupados por el sistema de distribución de tan ingente cantidad, aspiran a poder tener algo que decir. Hasta el momento, de manera oficial, el presidente del Gobierno de España, solamente ha declarado que el asunto se decidirá en el palacio de la Moncloa. Se avecinan tiempos de debate y encendida discusión. En Bruselas, mientras tanto, se esperan noticias de Madrid sobre las medidas y compromisos tratados en la tramitación y concesión de tales recursos. No son tiempos para dispendios y Europa, profundamente impresionada, contempla como España lidera la recesión en el conjunto de países de la Unión Europea.
Una moción de censura, presentada por el grupo parlamentario de Vox, protagonizará el debate parlamentario. Ya sabemos que su recorrido es el que es, es decir, corto. Sin embargo, va a servir para aclarar el panorama político. Obliga, más que a nadie, al partido Popular y a Ciudadanos a retratarse. Es el momento de poner las cartas boca arriba y pronunciarse ante el electorado. No se puede repicar y a la vez estar en misa. La incapacidad de gestión es clamorosa y reconocida, no cabe esconderse y mirar hacia otro lado. Los tibios deben posicionarse. No habrá que recordar a nadie cómo llego Sánchez al poder, cómo urdió y maquinó una moción de censura que mandó a los populares a la bancada de la oposición. Quizá, ahora más centrados, se abonen a las mesas de diálogo en las que se juega el porvenir de nuestra nación, olvidando que tienen el juego perdido de antemano. No vale esgrimir eufemismos políticos huecos en nombre de la responsabilidad de estado, del diálogo y la estabilidad. La valentía, el coraje y el arrojo se demuestran en circunstancias adversas, comprometidas. Los españoles estamos muy hartos de discursitos desde la tribuna parlamentaria, ahora toca tomar la iniciativa y pasar a la acción.
Los Presupuestos Generales del Estado están sin ser aprobados. Seguimos “disfrutando” de los de la era Montoro, prorrogados y absolutamente inadecuados en las actuales circunstancias. Dos años vencidos y con las cuentas pendientes, es bochornoso. En mi modesto entender, los Porsupuestos, serán una claudicación ante las exigencias de los socios de gobierno, tanto de Podemos, como de toda la corte de partidos independentistas y secesionistas que, a cambio de su apoyo ferviente, exigirán grandiosas compensaciones económicas. El guiño a los nacionalistas vascos ya se ha hecho y se ha comprobado en la última reunión de presidentes celebrada en La Rioja. Falta por ver las carantoñas que se dedicarán a los catalanes y demás formaciones de la extrema izquierda, batasunos incluidos. Entre bambalinas ya se vienen alcanzando acuerdos y concesiones a los socios y compañeros de moción.
Sanidad. Según el propio colectivo, estamos en una situación sostenible, pero vulnerable y frágil ante los rebrotes e inminente amenaza que se cierne sobre nosotros. Sabemos más que cuando comenzó la pandemia, pero el personal y los medios técnicos son insuficientes. La congestión, incrementada por el periodo vacacional, es real y evidente. Los recursos y los equipamientos de los hospitales son limitados. No olvidemos que también hay otros servicios médicos que atender y patologías que tratar. Muchas operaciones han sido canceladas, algunos tratamientos suspendidos y, la atención primaria ha visto cómo su volumen de trabajo aumentar exponencialmente. Numerosos pacientes con enfermedades crónicas no pueden ser atendidos de manera presencial, algunos de ellos de avanzada edad. Junto a ello, qué decir de las residencias de ancianos. Más de cinco mil hay en todo el territorio nacional y bien sabemos de la precariedad de sus instalaciones, personal y equipamiento médico. No se puede asumir la falta de previsión por más tiempo, es urgentísimo evitar que se vuelvan a convertir en centros de muerte y desolación como los que han sido, no todas afortunadamente, durante los meses precedentes.
Muchos asuntos de dirimen en septiembre. No hablamos de cuestiones pasajeras o coyunturales, se trata del presente y futuro de España como nación, de la destrucción del estado de bienestar, de un hundimiento de proporciones bíblicas y de una situación de conflicto social que anuncia malos presagios. En tanto, y para dar ejemplo, nuestros responsables gubernamentales se van de vacaciones, dilatan y demoran la toma de importantísimas decisiones. En Europa no hay caso igual con el que compararnos en la forma de plantearse el panorama. Septiembre será recordado en los anales de la historia por lo que se decida.