El racismo suele aparecer, o reaparecer, como respuesta a un complejo de inferioridad. Florece en Alemania ante la derrota en la Primera Guerra Mundial, y en los Estados Confederados ante la derrota en la guerra civil americana. En Cataluña florece también, en su variedad lingüística, como respuesta de los separatistas al hecho incomprensible de no haber conseguido nunca un estado propio a pesar de ser tan fantásticos como son.
Hace poco, en sede parlamentaria, la dirigente de ERC Marta Vilalta ha vuelto a exhalar un “flatus vocis” de racismo cultural, al afirmar que el término catalán “enraonar” (que significa a la vez “razonar” y “hablar”) no tiene traducción al español, y que “por algo será”. Vamos, que en español no se razona.
No se que estudios tiene esta señora. A lo mejor hasta es profesora de catalán (fauna muy abundante en ERC), pero de filosofía del lenguaje no tiene ni idea. Su afirmación, aparte de ser ofensiva para millones de personas, demuestra que ella “enraona” muy poco.
El catalán es una lengua más conservadora que el español (lo cual no es nada malo, al contrario). Así conserva la “f” del latín en muchas palabras que en el español han evolucionado a “h”. Así el “ferro” catalán está más próximo al latín “ferrum”, que español ha evolucionado a “hierro”, así como el verbo “fer”, que en castellano antiguo se escribía “facer”, y en español es ya “hacer”.
Este conservadurismo se mantiene también en el terreno conceptual. El “enraonar” catalán es un bonito término, que nos remite al “logos” griego, que significa a la vez “palabra” y “razón”. Pero la Sra. Vilalta se equivoca al decir que no tiene traducción: en según que contexto el término se traducirá al español como “razonar”, y en otros contextos como “hablar”.
Palabra y razón, pensamiento y lenguaje, han sido siempre dos fenómenos estrechamente relacionados. La hominización ha alumbrado el lenguaje articulado y el pensamiento conceptual, de manera que no podemos imaginar pensamiento conceptual sin lenguaje. Sin embargo, en la era de la “emancipación” en que vivimos podemos observar como el habla se ha ido emancipando progresivamente de la razón. No hay más que ver TV3%, la Sexta, o escuchar a la mayoría de los representantes de nuestra clase política para darse cuenta de ello.
El español, más innovador, separa los términos: hablar es una cosa, razonar es otra. Aunque hay que decir que en catalán también existe el verbo “parlar”, que, de alguna manera, también diferencia “hablar” de “razonar”.
La señora Vilalta “parla” pero no “enraona”. No es la única.