Estas próximas elecciones muestran que los tres candidatos: Massa, Bullrich y Milei son intercambiables pues todos, con variantes y más allá de sus declaraciones, son de corte socialdemócrata.
Massa es un sedicente peronista pero de tal, solo tiene el nombre, pues ni la actitud ni su disposición lo son. Es un socialdemócrata de origen liberal que se sumó al progresismo kirchnerista.
Bullrich es una montonera, travestida en liberal en el gobierno nefasto de Macri, sumada al progresismo socialdemócrata. Mientras que Milei, un anticomunista acérrimo, que recoje las banderas de la globalización socialdemócrata con sus ideas de pacto único con Estados Unidos e Israel y la venta de órganos, entre cientos de propuestas inverosímiles.
Todo ello nos está hablando de la existencia de un pensamiento único y políticamente correcto.
No existe otra opción para el pueblo argentino, salvo patear el tablero.
En esta decadencia continua de nuestro país mucho han tenido que ver los grupos de poder: empresarios colgados de la teta del Estado al mejor estilo socialdemócrata, que no saben correr el riesgo empresario de ganar o perder. Empresarios que socializan las pérdidas en el Estado y privatizan las ganancias.
Sindicalistas enamorados del kirchnerismo socialdemócrata, como la cúpula de la CGT o, peor aun, pseudos sindicatos del Estado sin el riesgo de perder el trabajo.
Fuerzas armadas desmanteladas pero adheridas al sueldo del Estado, como empleado nacional vinchuca “hijos, cuentas, macanas y manteca hasta que la vejez que los acurruca los introduce en la parca que los seca”.
Iglesia que no sale a evangelizar pero que realiza una gran misa con los curas socialdemócratas=villeros por los agravios al Papa. Curas que cobran sueldos del Estado.
De el gran número de colectividades que integran la nación, la principal es la judería, que por todos los medios de comunicación canta sus loas a la socialdemocracia, teniendo propia tropa en puestos ejecutivos junto a los tres candidatos.
Este breve recorrido confirma nuestra tesis: todos son socialdemócratas.
Los jóvenes más capaces se van por miles del país porque como dice el tango: “quien me robó la ilusión”.
Es muy difícil desarmar o desmantelar esta estructura ideológica del poder sin dirigentes patriotas que abandonaron la idea de soberanía nacional.