Tradición, traición, plagio

Tradición, traición, plagio. Fernando Sánchez Dragó

Días de toros, a plaza llena, en la capital del Reino… ¿Quién dijo que la Tauromaquia se bate en retirada? Agoreros, cenizos y pedantones al paño. «Mala gente», dijo Machado, «que miran, callan y piensan / que saben, porque no beben / el vino de las tabernas».

Feria de san Isidro: veinticuatro corridas, dos de rejones y tres novilladas con picadores. Veintinueve días consecutivos para un aforo de veinticuatro mil personas. ¿En qué parte del mundo, entre qué gentes, preguntaba Espronceda en El diablo mundo, aunque lo hiciera en distinto contexto, puede darse un fenómeno de análogas características? Los muertos que los antitaurinos matan con tan escaso éxito gozan, como los del Tenorio, de inmejorable salud. 

¡Es la tradición, estúpidos! Un sacramento.

Acabo de sacar un libro dedicado a los toros. Lo edita Almuzara, que es un editorial tan cordobesa como la revista Posmodernia, en la que escribo esto. Se titula, parafraseando una película de Huston, Un paseo por el honor y la muerte.

Tradición es palabra que viene de traditio y que significa entrega de algo que una generación transmite a otra. De traditio también viene traición, que es lo que el traidor entrega al bando contrario. Los indultos, por ejemplo, concedidos a los protagonistas del golpe de estado en Cataluña. O Judas, traidor por antonomasia, que entregó a Jesús por treinta monedas.

De ello se deduce que los antitaurinos ‒llamémoslos taurófobos, puesto que su doctrina entraña la inevitable extinción de uno de los animales más hermosos del mundo‒ son una partida de traidores. O de judas. El grueso de su financiación procede de la pérfida Albión. Algo más, supongo, de treinta libras esterlinas.

Sigamos intramuros del latín, que es de por sí garantía de sabiduría. La traditio, la tradición, la entrega de padres a hijos, de abuelos a nietos, de profesores a alumnos, de maestros a discípulos, de sacerdotes a seminaristas, de senior junior, y así hasta el infinito, es el yunque en el que cobra indeleble forma la aurea catena, la cadena de oro cuyos eslabones son los peldaños de la sophia perennis. Por eso dijo Eugenio D’Ors, en enigmática frase que pese a su oscuridad sigue corriendo de boca en boca, que todo lo que no es tradición es plagio, o sea, traición.

Y traidores son los antitaurinos. O sea: plagiarios. 

En cosas así pensaba yo estos días mientras veía torear en Las Ventas a Roca Rey, a Pablo Aguado, a Morante…

Mi hijo Akela, que tiene nueve años, también los verá. Cumplo así con mi deber de padre. Aurea catena. Bendita sea la rama que al tronco sale.

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