«Wir sind das Volk»

 

Somos el pueblo. Es el grito político que cantaban los manifestantes alemanes orientales en 1989. Estas manifestaciones acabaron con la caída del muro de Berlín y la unificación alemana. Estos mismos gritos se escuchan en la revuelta popular de Chemnitz, bajo la RDA se renombró como Karls Marx Stadt, y han puesto a Angela Mekel en un brete.

Josep Borrell declaro que “la crisis de la inmigración es más grave que la del euro.” Y no le falta razón ya que la crisis migratoria puede hacer naufragar el proyecto europeo. El grupo de Visegrado, formado por Hungría, República Checa, Polonia y Eslovenia, ha escenificado la fractura que se está produciendo entre el este y el oeste de Europa. El auge de los grupos soberanistas en la Europa occidental también es determinante y mucho más problemático para los eurócratas como se ha visto en el caso de Italia. En Italia la alianza del Movimiento Cinco Estrellas y la Liga Norte no ha traído más que quebraderos de cabeza a los eurócratas. El veto a el nombramiento como Ministro de Economía de Paolo Savona por sus posiciones contarías a la moneda única parecía que había obligado a los populistas a entrar en el redil, pero nada más lejos de la realidad. Vemos como Matteo Salvini ha contra las cuerdas a los eurócratas ante su negativa a seguir consistiendo con el tráfico ilegal de personas en el Mediterráneo. Parafraseando a Borrell la inmigración ha causado más problemas que el euro a Bruselas.

Ante esta situación una derrota electoral de los eurócratas en otro país clave puede dar al traste con el proyecto de Bruselas. Pero la inmigración no solo ha afectado al tablero político por la derecha, sino que también se empiezan a ver cambios por la izquierda trastocando el viejo clivaje de izquierdas vs derechas para posicionarnos en uno nueva de soberanistas vs globalizadores. El espectro político se parece más a una herradura, como ya dijo Jean Pierre Faye, donde confluyen intereses comunes de grupos que hace poco pensábamos en la antípoda política. Sea el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga Norte en Italia o SYRIZA y los Griegos Independientes en Grecia.

La inmigración ha cambiado el tablero de juego político reposicionando a los diversos actores como hemos podido observar en el partido “Die Linke”, La Izquierda, donde su líder Sahra Wagenknecht se ha posicionado claramente contra Angela Merkel y su política de puertas abiertas a la inmigración. No sabemos si por mero calculo electoralista, ante la fuga de votantes hacia Alternativa por Alemania o por madurez política pero lo cierto es que dicho posicionamiento le ha costado a Wagenknecht críticas en su partido y un tartazo de chocolate en un congreso del partido de nueva izquierda. Lo que le ha llevado a anunciar la creación de un nuevo partido alejado de la “izquierda moralista” y apostar por una izquierda soberanista. Muy similar a tendencias que se observan en la Francia Insumisa de Jean Luc Melenchón, en Francia, o a la extinta corriente Pueblo, Patria, Podemos que lideraba Iñigo Errejón.

Desde 1989 y la caída del muro de Berlín bajo esas mismas proclamas de “Wir sind das Volk” hemos estado inmersos en lo que conocemos como Globalización. Hoy en día podemos ver como las hegemonías y los statu quo imperantes durante este periodo están cambiando de formar acelerada. Las élites cosmopolitas, que como ya dijo Christopher Lasch, tienden a separarse y formar un mundo aparte con sus propias realidades y preocupaciones alejadas de las de la gente común a la que se trata con una mezcla de desdén y aprensión o directamente como un obstáculo a la imparable marcha del progreso. Esas élites ven como progresivamente se alzan más voces que reclaman la vuelta de la comunidad y de la soberanía.

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