Al César lo que es del César, y a esas alimañas del averno reconocerles su mérito: ¡Lo habéis logrado! Habéis transformado al ser humano a vuestra imagen y semejanza, en un tiempo record, sin que este se dé cuenta, y con la coartada perfecta de que toda esta insoportable tortura es por nuestro bien. Hemos aplaudido a las ocho en punto a nuestros carceleros; hemos sufragado a los ladrones de nuestra hacienda; hemos votado (una y otra vez) al actor secundario que habéis elegido como mayordomo de vuestras fechorías; hemos hecho fila para que nos intoxicaran; y hemos perseguido como delincuente a aquel que no os obedecía. ¡Lo habéis conseguido: nos ganasteis de nuevo! Donde hay confianza da asco; y donde damos asco, confiamos en vosotros: en vuestros informes científicos, en vuestro comité de expertos, en vuestros periodistas paniaguados, en vuestras verificadoras de noticias, en vuestras universidades de mierda. Si os damos la mano, nos cogéis el brazo; y cuando nos cogéis el brazo, nos pincháis dos, tres, cuatro veces… hasta extraernos el alma.
Sin embargo, soy de los que reconocen el talento y aplauden la excelencia: sois buenos en lo vuestro; sois insuperables en jodernos la vida; sois los mejores malnacidos que he tenido el deshonor de conocer. Esta vez os habéis superado a vosotros mismos: ya no fue necesaria la disculpa del comunismo internacional, ni de la lucha de clases, ni de la crisis del capitalismo, ni de las dictaduras militares, ni de las teorías raciales, ni de la guerra de religiones… Conseguisteis que el ser humano se inmolara a cambio de nada, se matara para pretender seguir viviendo, se hiciera mal a sí mismo convencido de que era por su bien. Habéis convertido al ser humano en oveja de rebaño y en perro pastor al mismo tiempo; en preso perpetuo y en funcionario de prisiones mal pagado; en intelectual de salón a tiempo parcial y en tonto del culo para siempre.
Veo a mi pueblo, a mi gente, a mi familia; y maldigo vuestro éxito: personas sin rasgos de serlo, atenazados por el miedo, estupefactos por la incomprensión de lo que sucede, movidos sólo por una mezquina pulsión de supervivencia individual que cada vez se estrecha más. Hace tiempo que extirpasteis a nuestro Dios del corazón, y lo sustituisteis por dinero en nuestro ombligo. ¡Trabaja! ¡Si no tienes trabajo, búscalo! ¡Si ya tienes trabajo, trabaja más! Trabaja para tener dinero y cambiar ese dinero por formas de conseguir más dinero: invierte, especula, paga los estudios de los hijos para que accedan a un buen trabajo, y ganen más y más dinero. Mordimos el anzuelo y ahora tiráis de la caña, cabrones. Nos quitáis nuestro patrimonio en nombre del medio ambiente. Aniquiláis nuestras libertades en nombre de la seguridad. Pisoteáis nuestros derechos en nombre de la democracia. ¡Y os entregamos el poder! ¡la soberanía de nuestras naciones, la independencia de la justicia, la credibilidad de la política, la autoridad en la ciencia!
Os merecéis el premio que vosotros mismos os entregáis. Por primera vez en la Historia, se pueden aunar tres Premios Nobel en uno: el de la Paz (eufemismo de la guerra), el de Literatura (eufemismo de propaganda) y el de Medicina (eufemismo de veterinaria). Recibid el premio a los mayores hijos de la gran puta del mundo: aquellos capaces de perpetrar este crimen contra la humanidad mientras os ríen las gracias.