El escarmiento y las matemáticas

El escarmiento y las matemáticas. Diego Chiaramoni

Hemos titulado a nuestro último artículo: “Argentina: el parapente y el vuelo al ras”, y meditábamos allí sobre los resultados de las elecciones generales celebradas en Argentina el pasado 22 de octubre. Para tratar de dilucidar los resultados electorales de la primera vuelta, apelábamos a una imagen: “A la gente le seduce el parapente – decíamos – hasta que la llevas al filo del acantilado, inmediatamente prefiere el vuelo al ras”. Algún conspicuo lector nos podrá objetar: “Usted ha afirmado que el electorado no iba a saltar al vacío, y sin embargo ha saltado, pues Javier Milei será el presidente de los argentinos”. A ello respondemos: sí y no. Desarrollemos brevemente el par dialéctico de nuestra respuesta.

Por un lado, es verdad que el pueblo argentino ha optado por el salto, por el vértigo político, por la apuesta a lo desconocido. Por otro, salta a la vista, para quien lo quiera ver, que aquí no se ha dado ninguna gesta libertaria: los resultados de las elecciones del 19 de noviembre tienen que ver con las matemáticas, no con una “revolución liberal”, tal como la ha querido presentar el candidato triunfante. ¿Y por qué sostenemos esto? Muy fácil, porque a ese 31 % que Javier Milei obtuvo en las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (así funciona esta rara democracia) y que ha repetido en las elecciones generales, se le ha sumado exactamente el 24 % de la tercera fuerza en discordia, representada por Patricia Bullrich. La migración de votos fue absoluta y aunque quieran tildarlo de épica, 31 + 24 es igual a 55, es decir, el resultado final del balotaje.

Dicho esto, podemos hilar un poquito más fino y preguntarnos ¿Y por qué ocurrió esto? Digamos que al menos, por tres razones:

En primer término, porque en la intimidad del cuarto oscuro, prima siempre el ADN del afecto destructor a todo aquello que huela al espacio político rival. En Argentina, a ese voto opositor cuando el Justicialismo ostenta el poder, se lo suele denominar “voto gorila”, apelando siempre al sufragio antiperonista (aunque de peronista, este mamarracho oficialista tenga poco y nada).

En segundo lugar, aquello que sintéticamente podríamos categorizar como un estado de crispación de gran parte de la sociedad argentina. Perón decía que cuando un pueblo agota su paciencia, hace tronar el escarmiento. La crisis económica gestada a partir de la inoperancia administrativa y una agenda fraguada a espaldas del pueblo, ajena a sus prioridades, echa por tierra todo apoyo masivo. Cuando uno gobierna para las minorías, termina siendo minoría.

Por último, el craso error de presentar falsamente al rival político revestido de enemigo fatal. Claro, es difícil pedirle que estudie a un progre kirchnerista, pues lleva ínsito el sello de la miopía ideológica. Ellos han hablado de Milei como el loco, el demonio, el representante de la “ultraderecha”, el hijo pródigo de Martínez de Hoz, el retorno del terrorismo de Estado y varias sandeces más. Se intentó abordar a Milei de muchas formas, menos como es realmente. Ayer por la tarde he pasado por una tienda para comprar nueces y ante el tema candente de los resultados eleccionarios, la chica que despachaba me dijo: “Milei es un anarco-capitalista”, y es así. La eterna sabiduría de los sencillos siempre es más lúcida que los cagatintas del poder.

El resto de las cosas sobre Milei ya la hemos dicho ad náuseam. El futuro presidente cree en soluciones foráneas para problemas nacionales, nosotros creemos que el ethos cultural de un pueblo nos da la medida de su autenticidad y de sus valores. El candidato triunfante ha llamado “bárbara” a la Patria anterior a Caseros (1852), nosotros creemos que aquella Patria ha sido germen del arraigo y de la identidad nacional. El próximo titular del poder ejecutivo es afecto a empuñar otras banderas mientras el sol soberano de la azul y blanca sigue aguantando, estoicamente, las afrentas que le confieren.

Más allá de todo, alguna que otra verdad (que también hemos reconocido en escritos anteriores) se le escapa de la boca a Javier, el libertario. El gran Dostoievski decía que detrás del traje de preso que viste al último hombre escondido en un penal del fin del mundo, puede revelarse la luz de la redención. No en vano, una prostituta le lee a un asesino el texto sagrado de la resurrección de Lázaro hacia el final de Crimen y Castigo. Alguien dirá, sí, pero recuerde aquel principio filosófico que reza: operari sequitur esse, es decir, el obrar sigue al ser. ¿Puede hacer cosas buenas quien piensa erróneamente?

Don Alberto Buela nos decía: “Muchachos, ojito que nosotros somos un pueblo poderoso, como los griegos: tenemos grandes olivares, tenemos buen vino y tenemos un Oráculo, el nuestro está en Luján” Por eso, más allá de todo, le pedimos a Nuestra Madre de Luján que asista al flamante presidente electo y si pérfidamente yerra el camino, que al menos una sola vez en la historia, no sea burlado el juramento sobre los Santos Evangelios al tomar el poder y que Dios y la Patria, realmente se lo demanden.

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