¿Reaccionar ante las agendas “arco iris” y “violeta” son muestras de una expresión conservadora y de derecha? Es una pregunta que nos lleva a una respuesta conocida, automática y estigmatizada desde los orígenes plebeyos del movimiento peronista. El interesante artículo de Sol Minoldo para el pasado número de Movimiento (Minoldo, 2023) obliga a reflexionar varias cuestiones:
- Hay que cuestionar los sentidos comunes construidos dentro del discurso seudoprogresista, envuelto en valores ético-normativos que se entienden como universales y desconocen las necesidad reales y concretas de la comunidad.
- La agenda contradictoria que supo desarrollar el kirchnerismo durante la pasada década no hizo más que reforzar una idea confusa en torno al peronismo como concepción histórica y como movimiento con la adhesión de agendas propias de la socialdemocracia y lejanas a las banderas históricas que establecían como primordiales la justicia social. Inclusión no se traduce como justicia social si no se modifica el sistema económico social y su aparato productivo.
- Las consignas que enarbolan las agendas coloridas no son el problema. La cuestión de fondo parte del origen: ¿sobre qué bases ideológicas se posicionan las mismas? Las demandas de estos sectores no se reconocen inmersas dentro de la comunidad nacional (que es la base principal del ideario peronista), ergo, ¿Cómo podría ser incorporada por el peronismo?
Las demandas lícitas de dichos sectores tienen que ser incluidos dentro de los lineamientos principales que encarnan las banderas históricas del movimiento nacional peronista. La aplicación de las políticas públicas que ha llevado adelante el gobierno de Fernández solo demostró lo poco criterioso, convirtiéndolo en una sumatoria de gestos y consignas que no modificaban las realidades sociales. ¿Por qué? Porque dichas agendas que persigue el progresismo no cuestiona el sistema económico ni busca reconstruir en entramado social. No cuenta con una idea de la humanización del capital, ni mucho menos un ápice de concebir la comunidad organizada. Solo atienden demandas fragmentarias que no cuestionan las problemáticas de fondo.
La verdadera crisis dentro de este enjambre posmoderno es la idea de Nación. Y el peronismo histórico es nuestra última valla de defensa hacia una idea cercana a ella. Ni el sistema educativo, ni los medios de difusión, ni las agendas publicas lo ponen siquiera a discusión. Parece que la identidad nacional solo se aglomera detrás de una pelota de futbol. Signo visible de las últimas décadas conocida como “nacionalismo banal” (Billig, 1998), es síntoma del abandono del Estado, de los cambios en las relaciones sociales, de sus valores y normativas.
A partir del Memorándum Kissinger-MacNamara de 1968 cuando el presidente Nixon señaló como prioridad absoluta de la política exterior de la Organización de Naciones Unidas el control de la población del mundo y decidió que pasada la época de la descolonización y de la imposición ideológica por la fuerza, esterilización obligatoria, aborto, etc. se propugnó la idea de que fueran las propias mujeres las que libremente pudieran rechazar al hijo y al matrimonio atacando a la célula social de la familia y su elemento clave que es la mujer. (Ares, 2021) ¿Acaso hay algunos de dichos lineamientos que sean compartidos por el ideario nacional justicialista?
Para la Ideología de género ni la sexualidad, ni la familia, ni las relaciones humanas, etc. vienen de la naturaleza, sino de la cultura social (Vidal, 2019).
Preciado (2000, p. 13) dice: “Los hombres y las mujeres son construcciones del sistema heterosexual de producción y reproducción que autoriza el sometimiento de las mujeres como fuerza de trabajo y como medio de reproducción”.
En consecuencia, si todo es cultural y nada es natural en la especie humana no existe el concepto hombre-mujer; según la Ideología de género estos conceptos debieron de proceder de “un pacto social” (fenómeno estrictamente cultural) que se produjo en algún momento de la Historia, a través del cual los hombres convencieron a las mujeres para que tuvieran hijos. En este contrato las mujeres quedaron malparadas pues se sometieron al varón (el patriarcado). La ideología de género quiere cambiar esta situación histórica. En definitiva, las banderas coloridas no propugnan siquiera una nueva “comunidad imaginada” (Anderson, 1986), por el contrario, apuestan a la no-comunidad y la desintegración de toda tradición histórico, sociocultural.
El plan en ciernes es perfecto, porque ¿qué clase de retrogrado estaría a favor de la violencia de género y la desigualdad social? La tarea, entonces, más que acusar de “fachos” a los que cuestionan los objetivos reales de dichos movimientos sería reformular los fines de dichas luchas, incluyéndolas dentro de un ideario nacional y justicialista. El peronismo se ha caracterizado no sólo por las conquistas sociales conseguidas para los trabajadores y trabajadoras, sino por impulsar la participación política de las mujeres, mientras que se protegían a niñas y niños, ancianos y ancianas. No era una política oportunista: formaba parte de un plan integral diseñado con búsquedas de construir una “Nueva Argentina”. Una nueva nación.
Así como Fermín Chávez hacía distinción entre el “nacionalismo de fines” del “nacionalismo de medios”, deberíamos hacer lo propio en torno al feminismo. Él denominaba nacionalismo de fines al nacionalismo discursivo, subordinado al colonialismo. Por el contrario, el nacionalismo de medios privilegiaba los instrumentos e instituciones concretas que permitan alcanzar los fines nacionales (Chávez, 1972) Habría que construir un feminismo de medios que permitan alcanzar los fines nacionales, pensando a la mujer dentro de una comunidad lejos de la agenda global de carácter anarcolibertario que busca beneficiar a los oligopolios.
El peronismo no puede, ni debe aggiornarse a los dictámenes de la agenda global; sería un oxímoron. En verdad, para alcanzar una legitimidad y un sentido social, el feminismo y la política de género debería aggiornarse al ideario del movimiento popular más grande de Occidente.
Referencias.
ANDERSON, B. (1986) Comunidades imaginadas. Mexico, FCE.
ARES, P. (2021) Perón vs Kissinger. Buenos Aires, Fabro.
BILLIG, M. (1998) Nacionalismo banal.
CHAVEZ, F. (1972) La cultura en la época de Rosas. Buenos Aires: Theoría.
MINOLDO, S. (2023) “¿El feminismo y las agendas LGTB+ caben en el peronismo?” en Movimiento. 27 de Febrero de 2023. [En línea]
PRECIADO, B. (2000). Manifiesto contrasexual. Barcelona, España: Anagrama.
VIDAL, C. (2019). Conferencia de Congreso Iberoamericano por la Vida y la familia,
en Panamá, 2019.