Título: Cuentos Completos y Relatos Rescatados
Autor: Edgar Neville
Editorial: Edición de José María Goicoechea. Reino de Cordelia, 2018. 568 páginas
Edgar Neville. Un señor simpático
Digan lo que digan, las editoriales españolas nos dan muchas alegrías. Y una de ellas ha sido la edición de los “Cuentos Completos y Relatos Rescatados” de Edgar Neville que Reino de Cordelia nos ha regalado (es un decir, el libro cuesta unos treinta euros bien merecidos).
Y es que, en este caso, además de buena literatura encontramos la excusa perfecta para recordar, o descubrir, a un señor simpático. Porque si en algo estaban de acuerdo todos los que trataron a Neville es que era un señor muy simpático.
Nació en buena cuna –era Conde de Berlanga de Duero por vía materna- y con posibles –se curó de tuberculosis en Suiza, como Hans Castorp, y se compraba los trajes en Londres- pero en vez de elegir una vida aburrida decidió divertirse en la vida. Dandi de taberna le llamaba Fernán Gómez. Pilarista noctámbulo añado yo.
Era ególatra y mundano, con un punto entre frívolo y canalla. Esa conjunción le llevó a ser diplomático y a la vez guionista en Hollywood donde se hizo amigo de Chaplin, Laurel, Hardy o Randolph Hearst. Le llevó a casarse bien casado y a la vez convivir con Conchita Montes (quien merecería una semblanza aparte) con la que se compró una casa en Marbella. Le llevó a afiliarse a la pequeño burguesa Izquierda Republicana –por amistad, dijo después- y a vestir más tarde, aunque sin mucho entusiasmo, la ya domesticada camisa azul. Y es que una vez terminada nuestra guerra necesitó dar muchas explicaciones a pesar de ser amigo íntimo de Marichu de la Mora (veraneaban juntos en La Granja).
De pluma fácil y entretenida, como articulista escribió allí donde le dejaron y le pagaban algo. De La Gaceta Literaria a La Revista de Occidente, de Diablo Mundo a Gutiérrez, de Vértice a Y, de FE a Arriba, de La Ametralladora a La Codorniz. Ejerció el periodismo con pasión llegando a buscar en Marruecos, como ya hiciera Chaves Nogales con el mismo éxito –ninguno-, a los prisioneros españoles de Abd el-Krim.
Pero quizás su faceta más conocida sea la de cineasta. Muchas e irregulares son sus películas (una veintena como director) siendo mi favorita La Torre de los Siete Jorobados, basada en el libro del ilustre bohemio Emilio Carrere. Esta película, por su trama, protagonistas y clima, recoge como ninguna otra de las que hizo la cara que más me gusta del director. También tocó el cine propagandístico con Juventudes de España, La Ciudad Universitaria, Vivan los hombres libres o Frente de Madrid -película que pagaron los italianos- o el biográfico con El Marqués de Salamanca –película que pagaron los de los ferrocarriles-. Además de dirigir produjo con éxito dispar, escribió guiones y actuó en pequeños papeles.
Edgar vivió de forma intensa y con buen humor. Fue Premio Nacional de Literatura y de Cinematografía. Gastrónomo y comilón. Escribió buenos libros –Don Clorato de Potasa-. Vivió con mucho dinero y con poco. Vivió con mercaderes y noctivagos. Hombre elegante, fue crítico tanto con los cúrsiles que viven todo el año endomingados como con la canalla (infrahombres sucios de ceño asesino que decía Fernández Flórez). Y eso se nota en lo que escribió. Eso se nota en los casi ochenta relatos que José María Goicoechea ha seleccionado y anotado para nosotros y que Reino de Cordelia ha editado primorosamente. Les doy las gracias por ello.