II concurso de relatos: Compra flores, mejor gardenias

II concurso de relatos: Compra flores, mejor gardenias

Publicamos el quincuagésimo segundo trabajo perteneciente al II concurso de relatos “Una carta a un hijo” organizado por la escritora y farmacéutica, Esperanza Ruiz Adsuar, en colaboración con Posmodernia y las Bodegas Matsu perteneciente a la Denominación de Origen Toro. La participación en dicho concurso terminó el pasado 31 de octubre de 2020. Bases para la participación en el concurso

Título: Compra flores, mejor gardenias

Pseudónimo: Doña Elvira


Mi querido pequeño:

Te extrañará que te escriba y lo entiendo. Hace ya mucho tiempo que no sabes nada de mí y no te creas que no me pesa. Separarme de ti ha sido lo más doloroso que me ha sucedido nunca. Todavía duele, a todas horas, aunque cada vez un poco menos. Me tortura la idea de no haberte dicho adiós. Hui de noche y estabas dormido, tan sereno, tan hermoso.

No sé cómo empezar la carta, he roto siete antes que esta y comprendo que no quieras leerla, ya sabes que no existe el imperativo del verbo leer. Me consta que sufriste, que la amargura de mi partida aún te pesa en el corazón y que has tragado muchas lágrimas. Estas letras no pretenden más que pasar unos minutos contigo: ver de cerca tu cara de melocotón, percibir tu olor a hierba cortada y a cera de Barbour, sentir tu hombro y tu peso a mi lado en el sofá y contemplar tus manos fuertes y delgadas, casi ya de hombre… aunque sea solo en mi imaginación. Tengo tantas preguntas:

¿Sigues preparándote la ropa del día siguiente como te enseñé? ¿Dejas dobladas las servilletas? ¿Todavía juegas todos los martes al fútbol con los viejos amigos del colegio? ¿Alguno tiene ya hijos? ¿Sigues teniendo tu cochecito azul, aquel con el que te ponían tantas multas? El cartero, habitual ya, sonreía negando con la cabeza mientras firmaba el recibí. ¿Qué hicisteis con el bolso que me regalaste con tu primer sueldo? Se lo habrá quedado Clara, que le gustaba mucho. 

¿Has perdonado al profesor aquel a quien tan poco apreciabas? Has de hacerlo, el perdón es medida de valentía y deshiela el corazón. ¿Qué tal te va en la clínica? ¿Sigues operando tanto? Cuídate los ojillos, que solo tenemos dos para toda la vida. Trabajar en lo que te llena es puro entusiasmo que ilumina a los que te rodean. Qué buena decisión tomaste y qué miedo daba. ¿Aún preguntas por el Mar Menor a los pacientes murcianos y alabas el Románico con los castellanos? ¡Cómo se come en Galicia! ¡Cómo juega la Real! Mi pequeño diplomático.

¿Sigue Papá perdiendo pelo? ¿Le ayudas con el jardín? ¿Habéis vuelto a la Sierra? Recuerdo cuando todavía soñabais con viajar al Himalaya, al fin del mundo, con lo bien que se está en casa; y, ¡qué frío! Cuídalo mucho, pero sin que lo note, que se sigue creyendo un chaval. ¿Estás aún con Patricia? ¿Es buena y lista y te quiere? No la dejes ir, la vida no es tan larga como se cree uno cuando es joven. Ámala sin olvidar nunca que ella te mejora y te completa. 

Yo estoy bien. Querría contarte muchas cosas de aquí, pero es complicado. Al principio me costó acostumbrarme a esto, pero desde pequeña había deseado venir. Ya no podía aguantar tanto sufrimiento allí, me tenía que alejar y venir a este lugar es lo que necesitaba. El único escollo que se interponía ante mi felicidad, para ser sinceros, era el deseo de volver a veros y tardé bastante en entender que no os haría ningún bien encontraros conmigo tan pronto. Ahora, por fin ya he comprendido que no importa el dolor que os haya causado mi marcha, porque aquí me esperaban hacía ya tiempo y estaba hecha desde siempre para volver con ellos. 

Por eso, quiero que me perdones por haberte abandonado, por no haberte cuidado cuando estabas enfermo, por no haberte reñido cuando lo merecías, por no haberte hecho más tartas de cumpleaños ni haber pasado contigo las vacaciones de verano o la Navidad. Perdóname por haberme perdido tantos momentos perfectos y haberte dejado solo. Ahora atiende: nunca te abandoné del todo, porque he estado pensando en ti a cada instante, siempre presente, siempre fiel.

Imagino que estáis todos bien, que ya os habéis rehecho después de todo este tiempo y que la luz y la alegría han vuelto a casa. Diles a las niñas que las quiero y que pronto les escribiré a ellas también. ¿Has notado si Papá está más contento? Él ya ha comprendido todo; lo comprendió desde el principio, en realidad, aunque estaba muy enfadado para admitirlo porque creía que se podía haber hecho más.

Termino ya: sigue rezando todas las noches, cuida de tus hermanas, pasa más rato con Papá. Y una última cosa: mañana mismo, compra unas flores -pregunta si hay gardenias -y ve a buscarlo antes de las seis. Acompáñalo en su paseo diario, que como sabes cruza el cerro del cementerio, y entra un momento. La lápida es blanca, al fondo del todo. Estarán delante las violetas que me trae todas las semanas. Retíralas y pon las tuyas. Él te estará observando desde la entrada y se alegrará de veras. Se lo merece, te lo mereces. 

Te quiere: tu madre.

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