1. Matar es matar, lo pida quien lo pida, lo haga quien lo haga.
2. Si la esclavitud objetivamente es mala, ¿por qué iba a dejar de serlo la esclavitud voluntaria? Del mismo modo, si matar es malo, ¿por qué iba a dejar de serlo dejarse matar voluntariamente? El mal no deja de serlo por más que lo consientan los afectados.
3. Si alguien pide una cuchillada, nunca hay que hacerle caso. Tampoco si pide la inyección letal.
4. En medio del dolor siempre ha habido quien invoca la muerte a gritos. Pero nunca había habido un Estado que bendijera a los homicidas dispuestos a seguirle la corriente.
5. En una habitación mal ventilada de los arrabales se solicita más la eutanasia que en un palacio con vistas al mar y con un séquito de masajistas. Al final, siempre pringan los mismos.
6. No te solidarices conmigo ayudándome a morir, sino ayudándome a vivir.
7. El paciente tiene derecho a saber qué médico, amparado por la ley, está dispuesto a matar pacientes, sobre todo para buscarse un médico distinto.
8. El suicida no quiere huir de la vida, sino de la desesperación. No hay que darle, pues, la muerte, sino amor, alivio y esperanza.
9. El suicido asistido es mucho más barato que la medicina paliativa, pero, como se disfraza de derecho, nadie se percata del timo.
10. ¿Hay algo peor que una dictadura que mata en las cárceles? Sí, una democracia que mata en los hospitales.
Porque ¿desde cuándo es un progreso humano sacrificar seres humanos como si fueran reses? Eso hacían con sus hijos los cartagineses en las fauces sangrientas del dios Baal. Ni aun así ganaron la guerra contra los romanos, sino que perdieron para siempre.
Dentro de unos años se escandalizarán de nuestra época abortera y eutanasíaca, igual que ahora nos escandalizamos del nazismo y el comunismo. Si para entonces mi nombre aún suena por ahí para algún nieto mío, ¡que conste que Jesús Cotta Lobato siempre alzó la voz contra la muerte legal de los inocentes y los desesperados!