¿Aprendemos?

¿Aprendemos?. Juan Antonio Elipe Songel

Las sociedades estructuran su presente en sus normas, los estados se asientan en las naciones o nación cuya representación política ostentan y las naciones se funden en su historia, nunca en la norma coyuntural por la que se rigen en un momento dado. Es ya cansino el intento por la farándula política, la culturilla del sistema y la educación adobada de ideología progre, de erradicar la historia de España, la única historia de España posible, la que se dio en el devenir de los siglos.

Una mezcla de desideratum progre ha conseguido un acotamiento prácticamente a la Constitución de 1978 y, como mucho, a la Constitución de ¿1812? Rememorar la lista de los Reyes godos, la Hispania real, la unidad peninsular en un vibrar hispánico común, no se menciona en las aulas. La obra social de España en América, ni pajolera idea. Es lamentable en la docencia universitaria ver como los aspirantes a juristas, politólogos, economistas e historiadores se sobresaltan cuando se les habla de Hispania, de Recaredo, de la idea romana de Hispania, sus valores, Sagunto, Numancia….Nuestros educandos universitarios no tienen ni remota idea, nadie les habló de ello, han tenido que llegar a un cubículo universitario concreto (no todos), para entender que hay vida más allá de las cuatro ideas torticeras que les enseñaron, o simplemente escucharon  sobre lo que es y representa la nación a la que pertenecen (aún sin saberlo ), esto es, España.

Todo ello acarrea problemas de identidad, falseamineto histórico, desgana nacional, y una propensión a comulgar con planteamientos políticos deslegitimadores del hecho nacional español, creación de naciones que nunca existieron, concepto de nación de naciones progre y refrendado por ¿el Imperio Austro-húngaro? El lector viajero se percata nada más salir de nuestras fronteras que existe el respeto a la bandera de su nación por parte de los países ¿de cuáles?, de todos menos nosotros. Ponen la bandera en las puertas de casa, en eventos, cementerios y en el centro de las principales avenidas y calles de las ciudades. La lucen con respeto y orgullo porque saben lo que representa y que es la enseña de todos los nacionales del país.

Toda esta desgana nacional, condimentada con la desaparición del servicio militar obligatorio, la exaltación de lo que diferencia a las distintas regiones y la utilización política de las distintas lenguas y dialectos que se hablan junto al idioma común, nos lleva al crítico estado en que se encuentra la unidad nacional. La circunstancia política de un sistema electoral (Ley Orgánica de Derecho Electoral General -LOREG) y las prolíficas leyes electorales que han surgido como setas en las comunidades autónomas, no han ayudado: el gobierno de España está en manos de gente y partidos que no creen en la Nación, pretenden destruirla y conspiran constantemente contra España.  

Hemos de comenzar por la educación que se da a los españoles y lo que se les enseña sobre la Patria y sus valores. La educación ha sido, en otros períodos históricos de España, laudada al   haber sido reconocida por su calidad científica, valoración ética y objetividad histórica, da igual que se saliera de una guerra, que se pretendiera impulsar un oficio o profesión determinadas, o se reglaran las titulaciones de la Universidades españolas. Gobiernos de España que han tenido presente a la educación como un claro ascensor social desde el punto de vista sociológico, un valor de desarrollo del propio país y un bagaje nacional que nos identificaba como pueblo. 

 En otros períodos históricos de menor estabilidad económica y social, las políticas de educación han oscilado según la marcha del desarrollo económico general y han dependido, en demasía, de hechos extraños al sistema educativo, como el mayor índice de ocupación laboral y la popularidad buscada en el gobierno de turno al objeto de, asentados en el poder, capar nuevos votantes para su causa. En definitiva, se ha relegado la política educativa a circunstancias, por muy importantes que fueren, extrañas al deseo de construir un sistema educativo de calidad. 

Los intentos de sistematizar nuestro sistema educativo español, tanto en su nivel universitario que de forma generaliza ya funcionaba con éxito desde el medioevo, como las novísimas propias primeras letras y las llamadas escuelas taller. Fue precisamente Campomanes quien incorporó el concepto de educación técnica con el siguiente significado específico: “educación y enseñanza particular respectiva a cada arte y al porte correspondiente al oficio que ejercen dentro de la “nación española”. Floridablanca, en su Instrucción reservada de 1787, relacionó el fomento con la difusión de los conocimientos prácticos en los ámbitos de la agricultura, la industria, el comercio y la navegación, los cuatro grandes pilares entonces de la economía española. Cabe recordar que Felipe V amplió considerablemente el número de corporaciones en todo el País , e introdujo el modelo de fábricas- escuelas , en ellas lo característico fue que las unidades de enseñanza y producción estaban a cargo de técnicos que instruirán en sus conocimientos profesionales y en la “religión y valores patrios”  En otro periodo histórico distante, con el Reglamento de Instrucción de 1821 y siguiendo el llamado Informe Quintana se confirma la gratuidad de la instrucción pública en todos lo grados y, en la enseñanza privada, se pone como límite las reglas de la buena policía, impedir la propagación de las doctrinas contrarias a la religión que profesa la nación española y los principios nacionales de su Constitución. La Real Cédula de 16 de enero de 1826 aprobaba el Reglamento General de las Escuelas de Latinidad y Colegios de Humanidades. Se procedió por el gobierno fernandino a dictar una profusa legislación de desarrollo del fenómeno educativo en España, supuso una plasmación práctica y desarrollada de los niveles educativos en España desde los ínfimos niveles hasta la enseñanza universitaria. Unificar, dotar de contenidos e impulsar la educación por igual en toda España. La conocida Ley Moyano, ley de bases fundamentales que ya se encontraban en el Reglamento de 1821, en el Plan del Duque de Rivas de 1836 y en el Plan Pidal de 1845. Con la citada Ley Moyano la enseñanza media adquiere sustantividad propia, la enseñanza primaria fue gratuita para quien no pudiera pagarla y todos los grados de educación estarán centralizados y serán acordes a los valores e historia de España. En 1924 el director general de primera enseñanza Suárez expresó de forma taxativa: “Hay que nacionalizar la escuela. Todas aquellas, (…)  se eduque a los niños en la creencia de la Religión católica y en el amor a España.

La Ley 21 de diciembre de 1965 modifica la Ley de Enseñanza de 1945 ampliándose la obligatoriedad de la enseñanza hasta los catorce años y reafirmando que el Estado, en cumplimiento de sus deberes en orden al bien común, declara obligatoria para todos los españoles una educación general básica de ocho cursos, desde los seis hasta los catorce años. La educación será gratuita en sus niveles inferiores y en todos los niveles y grados respetará los valores y tradiciones patrias. El arquetipo constitucional creado por la Constitución de 1978 difiere de la tradición organizativa de los últimos siglos, valores como centralismo educativo como técnica para conseguir un sistema educativo igual para todos los españoles o, el interés prevalente de inculcar unos valores patrios en nuestro sistema educativo nacional, ahora pierden prevalencia y se resalta un cumulo de valores que políticamente se irán marcando en el devenir de los tiempos…  medioambiente, derechos sexuales, europeísmo … 

Una ruptura con la tradición educativa española que no ha supuesto aumento en la calidad en la educación, más bien lo contrario. Se ha diferenciado hasta el extremo o, simplemente, se ha inventado la realidad histórica española siguiendo los dictados de quienes tiene por objetivo la mera destrucción de la nación y cuya historia patria y valores pretenden que le sean ajenos.

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