Se les empieza a notar inquietos, hasta con miedo, la verdad, a quienes hoy dominan el mundo. No sólo a quienes lo hacen con la fuerza del dinero o del poder político. También a quienes lo dominan impregnándolo todo de un «espíritu» cuyo materialismo es la negación misma de cualquier aliento espiritual: periodistas, burócratas, eurócratas…