Decía el ex presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan: “Me he dado cuenta de que todos los que están a favor del aborto, ya han nacido”.
Así es; el derecho a nacer existe, pues es el propio derecho a la vida. El derecho a matar, no. A un ser indefenso, menos. Podemos discutir de todo y saldrán las más variopintas opiniones sobre plazos, excepciones médicas, etc. Habrá quien lo entienda al principio, habrá quien ponga ejemplos que puedan afectar a la salud de la madre, y habrá, por supuesto, quienes no se lo planteen ni como idea, en base a sus principios morales, ya que creen que un niño no debe pagar los errores de un adulto, ni su vida depender de circunstancias ajenas a él. Sea como fuere, lo que no debería ser nunca en una sociedad civilizada es motivo de celebración, chanza o alegría. Ahí ya somos animales, no personas. Por mucho que te avengas a querer entender las razones de la madre, el drama no desparece. Las ecografías que tanto odian los abortistas, dan cuenta de la cantidad de mujeres que se echan atrás después de verlas. Después de verle, a él o a ella.
Estos días ha vuelto el debate después de que los locos de Terra Ignota, apoyados por la asociación Hazte Oír, hayan estrenado con lleno un documental sobre el asunto en el Cine Capitol de la Gran Vía de Madrid. Para qué quieres más, uno de esos territorios dominados por el denominado mundo de la kultura, que no es otra cosa que un grupo de siervos bien remunerados que rinde permanente pleitesía a las élites de poder de izquierdas, asaltado por un grupo de amigos que hacen volar por los aires todos los espacios ideológicos donde los zurdos creían ostentar el dominio absoluto. Y encima siendo testigos de un “no hay billetes”, en uno de esos teatros cada vez más vacíos cuando se estrena cualquiera de sus bodrios creados al dictado del poder. Esos contextos cutres donde se saluda con un “camarada” mientras levantas la ceja.
Como era de esperar, la reacción de nuestra izquierda caviar no fue la de contra argumentar, porque para eso primero deberían saber argumentar, sino la de intentar señalar al cine donde se proyectó el documental para su posterior cancelación, lo que hace unos años daba miedo, y ahora da la risa. Ya no les hace caso nadie porque ya no les traga nadie. La gente está harta de sus moralinas de niños pijos jugando a malotes de extrarradio. Ya lo intentaron con el documental anterior de Terra Ignota, sobre el golpe de estado en Cataluña… y con el anterior a ese, uno lleno de verdad y belleza sobre el Valle de los Caídos. Es lo único que saben hacer: señalar, insultar, deshumanizar e intentar cancelar. Antes lo conseguían siempre, por eso nadie se movía, por miedo a no salir en la foto. Ahora van de derrota en derrota con cara de perro y espíritu de rata almizclera.
Y es que antes controlaban todos los canales de comunicación, a sueldo de los diferentes gobiernos; así que el trabajo, si estabas a favor del poder, era relativamente sencillo. Pero ahora han aparecido nuevas autopistas de comunicación que son caminos de libertad ajenos al control gubernativo (de momento, porque ya están intentado aprobar leyes para acabar con esa libertad) donde la mayoría de la población, sobre todo los jóvenes, han escuchado por primera vez un relato alternativo al oficial y se niegan a seguir otros cuarenta años engañados y sometidos a los caprichos ideológicos de tipos como Ábalos, que bien podría ser un personaje de Torrente, o tipas como Irene Montero, que bien podría ser un personaje de El exorcista.
Cualquier persona está dispuesta a discutir en base a argumentos, principios y valores, pero con un tipo de izquierdas es imposible, porque todo lo que no sea someterse a su mantra ideológico supone un atentado contra los derechos humanos del mundo mundial, y te convierte automáticamente en un fascista. Da igual que estés discutiendo sobre la reverberación del grito del gamo en celo. Si no estás de acuerdo con su opinión, es porque eres un fascista.
¿Así que, qué hacemos? Tú argumentas sobre el derecho a la vida del no nacido y sobre su imposibilidad de defenderse, y aparece Rita gritando que los derechos reproductivos de las mujeres son sagrados, y que quieres llevar a la mujer al contexto de la película “El cuento de la criada”. Rita, la que convivió siete años con Íñigo y no notó nada raro, ni siquiera la diferencia entre el personaje y la persona. Rita, la que asaltaba capillas cristianas con las tetas al aire en la universidad, pero nunca asaltó ninguna mezquita, por lo que sea. Rita, que bien podría ser un personaje de cualquiera de las películas del chico ese que era gracioso en la serie Aída; ¿cómo se llamaba?, ese cuyas películas nos cuestan trescientos mil euros y luego recauda trescientos; el resto lo palmas tú, mientras a él le dan un premio a la calidad cinematográfica malasañera.
Luego me meto en twitter y leo a una manada de hienas insultar a un concejal de VOX por presumir en redes de su hijo, que nació por el amor eterno de sus padres a pesar de que les avisaron que podría nacer con discapacidad. Egoísta y mala persona le llamaban algunos de los que, en su estercolero moral, se creen que un bebé es como una Barbie, que si te viene defectuosa, vas a la tienda y la cambias, y la rota la tiran a la basura. Mierdas, eso es lo que sois, unos mierdas. Incluso si llegado el momento, y una vez hablado con tu pareja, hubieras tomado la decisión de abortar, la decisión contraria sólo te debería provocar profunda admiración.
Dejadlos nacer.