Diálogos sobre la lengua (3)

Diálogos sobre la lengua (3). Manuel Díaz Castillo

El género gramatical en las lenguas

Las dos bases organizativas de toda lengua son, por un lado que el idioma está sometido a cambios, y por otro, que cada lengua es un todo organizado, sometido a leyes que podrían considerarse inviolables en determinados aspectos y que están representadas en la gramática. «El fundamento de la lengua es su esquema fijo, al que hay que ajustarse si se quiere ser comprendido en este idioma», decía el imprescindible Hjelmslev ( Sistema lingüístico y cambio lingüístico », 1976, p. 18), pero las lenguas presentan sobre todo una plasticidad que les permite adaptarse a nuevas situaciones, nuevos estados sociales y concepciones del mundo. Las lenguas registran en su seno un conjunto de modificaciones, porque el propio sistema se mueve libremente en direcciones determinadas, sobre todo entiempos de inestabilidad del orden social, que es cuando aumenta la tendencia a aflojar la presión estabilizante del sistema (Hjelmslev, op. cit., p. 34.)

Ahora bien, si la norma y los sistemas que conforman una lengua son el objeto de la lingüística, hay otra disciplina que se encarga del usus, es decir, de la práctica, de la versión que cada individuo realiza del sistema de la lengua, es la disciplina que Hjelmslev llama estilística. Concretamente, es en el uso comunicativo al que cada cual aporta su estilo, donde más cambios suelen producirse en la evolución de la lengua.

La categoría de la lengua que quizá más interés ha suscitado en los lingüistas es el genus, término latino que nos viene bien para deshacer equívocos en el panorama actual de las «teorías de género». Parece que debe existir relación entre el genus (categoría de lengua asimilable al género gramatical) y el sexus o género natural que se evidencia en ciertos seres vivos. Tendemos a creer que el ser humano sintió en su contemplación de la realidad la más urgente necesidad de distinguir el sexus de algunos seres vivos y que esa distinción de género gramatical la extendió al resto de los entes inertes de la naturaleza, así como a las relaciones que se daban entre estos entes inanimados y a las criaturas de su mundo de abstracciones. El problema surgiría inmediatamente siguiendo esta lógica rudimentaria:

«Si decimos que el femenino tiene alguna relación con el sexo, no sabemos qué hacer con la mesa, la garganta, la pizarra y menos con nombres populares del órgano viril que tienen género femenino; si lo consideramos como un simple útil sintáctico de concordancia, el grupo de los nombres que realmente tienen relación con el sexo femenino no es tenido en cuenta». (Francisco Rodríguez Adrados, Lingüística estructural, 1974, p. 497)

Según la creencia antes esbozada, la distinción entre niño-niña, sería tan obvia que debería ser general en todas las lenguas. Pero las lenguas tienen no solo dos tipos de genus, sino a veces tres (con el neutro) y otras veces más, o también se dan casos en de lenguas que carecen de género: el género en las lenguas no es un universal lingüístico, con la debida mención del enorme esfuerzo que hace Adrados en la obra citada por aclarar el problema de los universales lingüísticos. Por otra parte, la categoría de género puede marcarse por sufijos, desinencias o concordancias (Adrados, op. cit., p. 490). En español, la nueva profesora muestra marcas de género por medio de la terminación-a y de la concordancia entre artículo, sustantivo y adjetivo.

En la lengua algonquina, estudiada por Josselin de Jong, la distinción de genusse basa en las características animado/inanimado, perteneciendo al genusanimado el masculino, el femenino y los nombres de los animales, además del género neutro. Ahora bien, los algonquinos son animistas y en su concepción del mundo todo es animado, por lo que más bien debería distinguirse como base de su clasificación los entes de clase superior (con un análisis más subjetivo que objetivo) y los inferiores. A los entes superiores pertenecerían lasfuerzas mágicas y lo que posee potencia, como el sol, la luna, las estrellas, la nieve, seres humanos, animales, plantas (no frutos) órganos sexuales, pecho de mujer, etc. A la clase inferior pertenecerían entidades sin potencia, tales como lo creado, el niño, el fruto, etc. (Hjelmslev, op. cit, 154, ss)

Se ha considerado arbitrario el hecho de que las palabras, y de rechazo las nociones que nombran, pertenezcan a uno o otro género. Pensemos en que «sol » y «luna» pertenecen en español a géneros diferentes; que «mano» es femenino (como en francés main, griego χείρ y ruso ruká); pero«puño» es masculino, como en latín o en francés pugnus, poing), pero en griego el correspondiente «πυγμή » (pygmé, de donde viene pigmeo, etimológicamente ‘alto como un puño’) es femenino, como en alemán die Faust.Estos ejemplos, aducidos por Rodríguez Adrados (Ling. Est., 258) nos persuadirían en principio de la arbitrariedad de la asignación del género a las diferentes nociones no animadas.

Ello no impide que se haya observado, siguiendo un criterio de clasificación algo más abstracto que el de la distinción por sexus, alguna relación entre las condiciones culturales de los pueblos y la asignación de genus. En la lengua nama, hablada en amplias regiones sudafricanas, el masculino designa ‘alto-delgado’ y el femenino ‘bajo-ancho’, lo que podría entenderse prioritariamente como una proyección de las formas exteriores mayoritariamente aplicables a hombre-mujer, pero en realidad más bien deberíamos inclinarnos a que ello refleja la distinción ‘expansivo-activo’ para masculino, y ‘concentrado’ para femenino (Hjelmslev, op. cit. p. 159), oposición que en las lenguas indoeuropeas se aplica de diferente manera, donde la mujer se considera expansiva en tanto que da a luz, crea un medio y una familia, etc.

Las lenguas indoeuropeas (como griego, latín y sus herederas, ruso y lenguas eslavas, alemán y lenguas germánicas y anglosajonas, sánscrito, persa, armenio, lituano, etc.) registran a veces tres géneros asimilables a masculino-femenino-neutro, pero este estado se basó en una antigua distinción que no tenía relación con el sexus: la clasificación de masculino =expansivo / femenino =concentrado.

A pesar de que esta es una oposición conceptual difícil de aplicar, podría ser la causa de que muchos de los abstractos son viejos femeninos, es decir, que responden a su cualidad de «concentración» y ello implica la posibilidad de expandirse y abarcar zonas muy amplias de la realidad. Palabras que significan estado, acción, cualidad (ej. en alemán los sustantivos en -heit, -keit, -schaft, -ung, femeninos), poseen en su capacidad de significado la potencia, laposibilidad de desarrollo y de expansión —aparentemente rasgos masculinos, pero que obedecen a una condición previa de concentración—, y esta sería la razón por lo que se presentan en femenino en alemán, tal como en español con las palabras en-dad, -ción, -ura,-ez, -eza, etc. En latín, dies es femenino en la significación de ‘plazo, término’, y no en la de fecha aislada. Esto se repite en francés con jour(masc.), frente a journée(fem.).. Sin embargo, la dificultad de aplicación es enorme, puesto que el componente conceptual«expansión/concentración» puede aplicarse a diversos campos y contener diversas nociones, tales como animado-inanimado, hombre-animal, razón-no razón, él-ella. (Hjelmslev, op. cit. 158, s.).

Una versión más esquemática podría ser la que nos muestra Adrados: habría una oposición entre género animado (suma de masculino y femenino) y género neutro, que se aplicaría incluso a seres vivos cuando no conociéramos o no nos interesara su sexus.

«Gracias a esto, cuando queremos designar en griego antiguo al «hijo» usamos bien un término masculino o femenino, bien, si no conocemos el sexo o no nos interesa, usamos el término en neutro téknonen su sentido neutralizado. De modo semejante, en alemán puede designarse a una señorita con el neutro Fräulein: es un antiguo diminutivo que se usaba en principio cuando era este rasgo y no el del sexo el que se quería destacar ». (Rodríguez Adrados, Ling. est.p. 500)

Por otra parte, el ruso —lengua evolutivamente más primitiva entre las indoeuropeas— posee los tres géneros (masculino, femenino, neutro), pero a la vez usa un contraste bipolar animado/inanimado que aplica a cualquier sustantivo, independientemente del género al que pertenezca: así, un sustantivo animado será referido con /któ/ (‘quien’), mientras si es inanimado será referido por /stó/ (‘que’).

En cualquier caso, Meillet y Rodríguez Adrados nos sugieren que la terminación sería la originaria para el plural neutro y por tanto tendría sentido colectivo, de donde pasaría a ser femenino, que es un género gramatical evolutivamente más reciente, por lo que falta en algunas lenguas indoeuropeas desaparecidas como el hetita, hablado en la península de Anatolia. Todavía en latín y algunas lenguas románicas la -apersiste como plural (en italiano il paio/le paia ‘el par/ los pares’l’uovo/tre uova ‘el huevo / tres huevos’; en españolhuevo-hueva).

De todos modos, habría que convenir con Georg v. d. Gabelentz en que cuando no se basa en el sexo natural, el género en las lenguas es un lujo, aunque la lengua siga aferrada a las formas genéricas, lo que provoca caprichosas asignaciones de género y no pocas perplejidades cuando aprendemos de una lengua extranjera (Hjelmslev, op. cit. v 152, ss.).

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