El factor de la identidad judía en la razón postmoderna

Decía George Steiner[1], el erudito profesor de ascendiente judío, que incluso en sus años finales, seguía fascinado por  el misterio de la excelencia intelectual judía, la única religión dotada de un rezo para las familias con hijos eruditos, y cuya preeminencia en el mundo de las ciencias, de la creación literaria y de la alta política es desproporcionada[2]con relación al exiguo tamaño del pueblo judío, especialmente en la esfera angloamericana contemporánea.

Desde finales del siglo pasado, algunos académicos gentiles, como Kevin B. MacDonald[3]y Edward Dutton[4], han aventurado la hipótesis -no exenta de controversia, por cuanto en definitiva sostiene que los judíos están adaptados genética y culturalmente para promover los intereses de su propio grupo a expensas de otros grupos-  de que esto es el resultado de una «estrategia evolutiva grupal», esto es, un mecanismo  de supervivencia etnocéntrica, con tintes de a psicología evolutiva. Esta hipótesis ha sido a su vez contestada por investigadores judíos como Nathan Cofnas[5]y Steven Pinker[6], aceptando el primero la lid académica, y rechazándola de base, el segundo. Analizar las posiciones de ambos campos, con la atención que merecen, excede con mucho la intención y extensión de este texto, en el que nos limitaremos a sugerir, con base a lo apuntado por los autores ya mencionados,  una serie de rasgos en la urdimbre de las variantes ideológicas más influyentes en la actualidad,   que sirven para erosionar la idea tradicional de lo sagrado y de lo bello, aunque paradójicamente tengan su correlato en mitos y creencias del judaísmo, uno de los pilares de nuestra civilización.

El punto de partida de nuestra tesis en Karl Marx, nacido de padres étnicamente judíos, pero alienado del hebraísmo, quien, por un lado, entendía  el semitismo como epítome abstracto de la codicia humana, que terminaría en la sociedad comunista del futuro[7], y por otra parte, extrajo del judaísmo el concepto central del inmanentismo marxista[8]presente en el materialismo histórico, (i.e. la idea misma del progreso), al secularizar la idea hebrea del tiempo lineal, en contraposición al tiempo circular del mundo  de la necesariedad y negatividad de la materia de los paganos; aquel eterno retornoque trataron de rescatar idealistas como Arthur Schopenhauer y Jorge Luis Borges[9], entre otros. Del mismo modo, una vez que Marx refuta la idea de un tiempo circular y determinista, puede desarrollar una teoría profética de  redención secular, donde “el pueblo elegido” es reemplazado por “el proletariado”, articulando así una teoría de la liberación de los oprimidos y una esperanza mesiánica, cuyo culmen fue el culto  a la personalidad.

El siguiente pensador fundamental de  origen judío es Sigmund Freud, quien trasladó el concepto rabínico[10]de la sanación del nefesh, el alma, a su teoría psicoterapéutica, de la mano del cual el espirtitualismo entraba en el mundo académico, y una modalidad de esperanza mesiánica consistente en el deseo de Freud de propiciar el encuentro de judíos y gentiles en el espacio del psicoanálisis

Tanto Freud[11]como Marx se esforzaron con tesón en darle carácter científico a las metafísicas de origen judaico con las que habían crecido, creando los cimientos teóricos que sirvieron como fundamentos para que un grupo de grupo de intelectuales, asimismo de ascendencia judía, erigieran el edificio ideológico conocido como la Escuela de Frankfurt,  que sintetizó las teorías de Marx y de Freud en una matriz ideológica denominada “Teoría Critica”[12], en la que destaca la denuncia a la familia como núcleo generador de sujetos políticos autoritarios y discursos de poder. Entre los miembros de esta escuela encontramos verdaderos gigantes del pensamiento contemporáneo, sin cuyo estudio es imposible entender el mundo actual. Los principales pensadores de esta corriente fueron Max Horkheimer, Felix Weil, Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse y Erich Fromm, que nos dejaron conceptos como el de la “Dialéctica Negativa”, en la que hallamos también analogías con la “Teología Negativa” del misticismo judaico[13]de Maimónides.

En la siguiente ola de pensadores en cuya obra encontramos la influencia hebraica está el francés de origen sefardita Jacques Derrida, que se hace patente con la traslación de las nociones misticistas de Isaac Luria como tzimtzumy ain-sof[14](el afloramiento de lo trascendente ocultado, según la visión sefirótica y emanantista que entiende la literatura comopantexto) y la relativización de la idea del autor y la potenciación del rol del lector, en sus teorías sobre el “Logocentrismo” y la “Deconstrucción”, conceptos cardinales en el pensamiento postestructuralista en el que se amparan la postverdad y el relativismo cultural postmoderno.

Como Freud, para Derrida el lenguaje tiene un valor taumatúrgico, y hasta teleológico, que transciende su mera función comunicativa. Es precisamente esta es la noción de la que parte Judith Butler[15], asimismo de origen judío,  para seguir enhebrando hilo conductor del misticismo judaico al concebir el acto de hablar como acto ritual; como reiteración performativa, que le lleva a sostener que la existencia de un género esencial es ilusoria y contingente, y que, por el contrario, los roles de género son producto de la repetición ritualizada y verbalizada de construcciones sociales.

Esto es, según Butler, la existencia determina la esencia, y, por consiguiente, la mente -el nefeshpreviamente instrumentalizado por Freud- es una prisión para el cuerpo. O lo que es lo mismo: los discursos normativos encarcelan al cuerpo en la psique. Butler recoge en este punto la teoría de Freud de la melancolía, como pérdida no interiorizada, trasponiéndola a las identidades sexuales perdidas debido a la heteronormatividad propia de los valores familiares tradicionales, y de las convenciones sociales que de ellos se derivan.

La última figura en nuestro elenco de celebridades intelectuales de ascendiente judaico es  Yuval Noah Harari, autor de éxito con una notable influencia entre las élites políticas del globalismo, por lo que sus ideas tienen garantizada una divulgación a escala mundial.   En sus obras más recientes, Harari se afana en convencernos de la factibilidad, cuando no de la necesidad, de crear seres humanos que se parecen bastante al Gólem, aquella criatura mítica que según el misticismo semita podía ser moldeada en arcilla por los rabinos sabios. Así, en el capítulo final de su libro Sapiens[16], Yuval Noah Harari se pregunta retóricamente “¿Por qué no volver a la mesa de dibujo de Dios para diseñar mejores Sapiens? Las habilidades, necesidades y deseos del Homo Sapiens tienen una base genética. El genoma del Sapiens no es más complejo que el de los ratones. […] Si la ingeniería genética puede crear mejores ratones, ¿por qué no mejores seres humanos? “.

Hariri, quien sostiene que el Homo Sapienses esencialmente verbo, cuya forma es un algoritmo genético que se ha quedado obsoleto, se convierte así en un apóstol de la condición posthumana, abogando en su libro Homo Deuspor una nueva religión secular, el datoismo[17],   que permitirá tomar el lugar de Dios transformando artificialmente los embriones, manipulando de esta guisa la naturaleza humana como quien modela con una impresora 3D una figura de barro, que para postre no necesitará redención, porque no tendrá prohibido comer del árbol de la conocimiento del bien y del mal.

 


[1]Our Homeland, the Text

George Steiner. Salmagundi, Nº 66 (Winter – Spring 1985), Skidmore College

[2]https://www.jewishvirtuallibrary.org/jewish-nobel-prize-laureates

[3]Kevin MacDonald, The Culture of Critique: An Evolutionary Analysis of Jewish Involvement in Twentieth-Century Intellectual and Political Movements. Westport, CT: Praeger, 1998

[4]Dutton, E. (2018). La estrategia evolutiva del grupo judío es la hipótesis más plausible: una respuesta al análisis crítico de Nathan Cofnas de la teoría de Kevin MacDonald sobre la participación judía en los movimientos ideológicos del siglo XX. Ciencia Psicológica Evolutiva https://doi.org/10.1007/s40806-018-0158-4

[5]Cofnas, N. (2018). Judaism as a group evolutionary strategy: A critical analysis of Kevin MacDonald’s

theory. Human Nature, 29(2), 134–156

[6]Pinker, S. (2012). El falso atractivo de la selección de grupos. Borde. https://www.

edge.org/conversation/steven_pinker-the-false-allure-of-group selection.

[7]Carlebach, J. (1978). Karl Marx and the radical critique of Judaism. Routledge & Kegan Paul.

[8]Caturelli, Alberto“El  principio de  la  inmanencia y  el  nuevo orden  del  mundo” en  rev. Gladius N°22 (1991)Privado, Madrid de 1945

[9]G. Deleuze, «Conclusiones sobre la voluntad de poder y el eterno retorno», en La isla

desierta y otros textos. Textos y entrevistas (1953-1974), trad. de J. L. Pardo, Valencia: Pre-Textos, 2005

[10]The Hidden Freud – His Hassidic Roots. Joseph H. Berke, 2015. Routledge

[11]Klein, D. B. (1981). Jewish origins of the psychoanalytic movement. Praeger Publishers

[12]TEORIA CRITICA, Max Horkheimer 1999. AMORRORTU, Buenos Aires.

[13] Judaism. Routledge & Kegan Paul.

[14]Jacques Derrida and the Kabbalah. Sanford L. Drob, 2006

[15]Gilman, S. L. (1993). Freud, race, and gender. Princeton University Press.

[16]Sapiens. De animales a dioses: Breve historia de la humanidad – 2015

de Yuval Noah Harari. Debate.

[17]Homo Deus: Breve historia del mañana  – 2017

de Yuval Noah Harari. Debate

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