Eutanasia: el buen morir y el mejor matar

Eutanasia: el buen morir y el mejor matar. Lomas Cendón

¿Ustedes confían en los que han mentido sobre el número de nuestros muertos, cuando se ponen a legislar sobre la dignidad de nuestras vidas? Yo no. ¿Ustedes confían en el Gobierno? Yo tampoco. ¿Los mismos incapaces de admitir la cantidad de la muerte, ahora sientan cátedra sobre su calidad? ¿Los mismos que han trampeado la macabra estadística durante todo 2020, ahora nos regalan un sonriente consenso de ocaso digno para el nuevo año? ¿Los mismos que ni valor han tenido para explicar por qué suministraron midazolam y opiáceos a ancianos con cuadros de Covid-19, ahora nos presentan su Ley de Eutanasia? 

Por no tener valor, ni si quiera se atreven a usar la palabra “Eutanasia”, término en sí mismo eufemístico. Eu-thanatos es el “buen morir” y se complementa con eu-genesis, es decir, la eugenesia, el “buen nacer”, ejerciendo los dos términos, como Perséfone disfrazada de Eufema, de mórbidos eufemismos que esconden el control gubernamental de quién puede nacer y quién debe morir. De hecho, la expresión “Muerte Digna” que usa el Partido Socialista Obrero Español, sería equivalente a la voz “Gnadentod”, que usaba otro partido, también socialista, también obrero y también incapaz de decir la verdad en el parlamento cuando aprobaron la Aktion T4.  

Que un Gobierno que no ha hecho otra cosa que ciscarse en los muertos, ahora le dé por velar por la dignidad de nuestro lance final y el de nuestros seres queridos, ¿no les resulta sospechoso? Mientras ustedes sospechan, yo lo afirmo: el Gobierno de Pedro Sánchez es la correa de transmisión entre el agendado control demográfico en manos del poder supranacional, y una población española que está a verlas venir, que bastante tiene con sobrevivir, mantenerse cuerda y aceptar la nueva prohibición que le llega cada semana. Se busca decidir quién puede venir y quién debe partir de este mundo. Esa es la vieja fórmula que el Poder siempre ha usado para controlar la población: el genocidio. En su actualización progresista para este Brave New World de 2021, la obsoleta masacre por medio de espantosas guerras se escinde en una civilizada interrupción del embarazo y una disimulada invitación al suicidio; en higiénicas palabras del político, en “planificación familiar” y “muerte digna”; hablando en cristiano para que todos lo entiendan: en aborto y eutanasia.

Cuando los gobernantes presentan la vida y la muerte como derechos conquistados, es hora de echarse a temblar, exiliarse o armarse hasta los dientes. Los hechos más incontestables e inalienables son nuestra vida y nuestra muerte. Somos seres vivos, estamos vivos y algún día moriremos: esto es un hecho; no un derecho. Y cuando estos zánganos demagogos que nos gobiernan teatralizan otorgar un derecho a la vida y a la muerte, tengan por seguro que su interés es controlar ambas. Si nuestra vida es sólo un hecho natural, arrebatárnosla supone ser una violación de esa Ley Natural por parte de un asesino. Pero si consiguen hacer de nuestra vida un derecho, matar se interpretará sólo como la privación de ese derecho, por lo tanto, algo justificable y necesario, depende en qué casos, según el legislador. Lo mismo ocurre con la muerte: morir no es un derecho, sino un deber que tenemos con nuestra propia vida.

Observen en la Historia que cuando un estado aprueba leyes sobre la dignidad de la vida y la muerte, un tiempo después (¡Oh, casualidad!), suele darse un raro aumento en la mortalidad de la población, como muestra no sólo el paradigmático caso de la Alemania nazi, sino también Estados Unidos, Unión Soviética, China… y también la España actual. ¿Ustedes confían en el Gobierno? Yo, no. ¿Y duermen tranquilos por la noche sabiendo esto? Yo tampoco. Ahora bien, y el Gobierno, ¿confía en nosotros? ¿Pedro Sánchez concilia el sueño con placidez mientras sabe que alguien escribe y lee estas palabras? No lo creo; no debería. Incluso bestias nocturnas Albergan sospechas al dormir. Busquen la firma acróstica de este escrito.  

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