Hamburguesa globalista

Hamburguesa globalista. Juan Antonio Elipe

En principio es conveniente distinguir lo que se ha venido en denominar el planteamiento globalista formal: éste nos encamina a la progresiva desintegración de nuestra soberanía nacional y de nuestra identidad cultural, nacional, social y familiar. Lo importante no es tanto el objetivo final, la consecución de resultados, más al contrario, es el desarrollo de éstos (los resultados) con la evocación a un futuro incierto, pero a priori simplemente¨ mejor”. Ello se da con la suma de las siguientes circunstancias:

1.- Cuando existe confusión en el ejercicio del poder y de quien debe detentar el mismo, se inicia la decadencia del país. Lo importante en sí no es la legitimidad del poder, y mucho menos la legalidad de éste, lo justificante es la detentación del mismo por cualquier medio.

2.- El Nihilismo generalizado que sirve de inicio a la transculturización. La imposibilidad del conocimiento o la negación de la posibilidad, con carencia de todo valor que no cotice, en todo caso, en lo mercantil, con la bolsa como máximo exponente.

3.- Se traslada la soberanía de las naciones a entidades supranacionales con ataque a la cultura, que se quiera o no, es identitaria. En todo caso el desarrolla globalista retroalimenta la propia cultura autóctona o tribal.

Los frentes para batir son varios:

1.- Reducir el pensamiento humano a una sola ideología deseable, desde un punto de vista sociológico se intenta que la sociedad tenga unos valores asumidos que sean indiscutibles e indiscutidos y, desde el punto de vista jurídico, se intenta conseguir la uniformidad de todos los ordenamientos jurídicos del mundo al objeto de conseguir una hegemonía política universal. El pensamiento único, el cántico machacón al consenso político y social, la prohibición al discrepante …

2.- En España todo se refleja en esa laudada Gobernanza de la agenda 2030”. Debe resaltarse que todas las empresas e instituciones del mundo, al menos las grandes e importantes, se han convertido al credo 2030.

3.- Los sistemas ideológicos, entre los que se debatía la humanidad tras la 2ª guerra mundial, eran claros: capitalismo o comunismo. En la actualidad, ante el fracaso económico del comunismo y el hundimiento ideológico de las sociedades occidentales, los perfiles se difuminan. Izquierda y derecha capitalista, juntas, comparten un mismo objetivo económico y político.

De entrada, debemos distinguir dentro del llamado espectro político de la “derecha”, la citada derecha económica o capitalista de la denominada “derecha social o sociológica” que se niega por definición a ese internacionalismo apátrida.

4.- Cabe destacar que en los años 50 y 60 la lucha de clase ya carecía de sentido, los obreros no pretendían una revolución social, simplemente deseaban un ascenso social suyo o de su descendencia. El marxismo ideológico estaba muerto, o parecía muerto en Occidente. Cuestión distinta es su comprensión histórica, de ahí el llamado marxismo cultural lo que se conoce como la Escuela de Frankfurt y su teórica crítica.

5.- La derecha de forma genérica destaca por el abandono de los valores tradicionales, o conservadores, que siempre la han caracterizado, esto es: la familia, patria etc. Y ello para centrase, esta nueva derecha, en percepciones meramente economicistas.

La izquierda individualista y la derecha internacionalista convergen en el capitalismo socialdemócrata que es incapaz de desarrollarse en las sociedades modernas por incapacidad presupuestaria en la sociedad avanzada. Lo que en un momento histórico pareció la salvaguarda de los valores de unos y otros, desde finales de los noventa, no es más que una burla al pretendido igualitarismo social por la nivelación del estado que se ve, al menos en la teoría del gasto, incapaz de cumplir presupuestariamente sus objetivos por exceso de endeudamiento

No obstante ello, ha habido otro universalismo humanista, sin lugar a dudas, la Iglesia Católica, el cristianismo, al abogar siempre por una globalización de la moral basada en la transcendencia del ser humano.

De otro lado, la conquista de América por nosotros los españoles, fue esclarecedora de cómo llevar a cabo esa globalización moral e identitaria que nada tenía que ver con un multiculturalismo forzado, como se pretende imponer en la actualidad y la destrucción de los valores identitarios nacionales.

El Globalismo pretende, en definitiva: políticamente un nuevo orden mundial que transcienda al estado -nación en sus potestades de imperium, o fuerza de imposición sobre una sociedad dada, así también se pretende una mayor rentabilidad económica, facilidad de recaudación sin normas legas nacionales, y poder de ejecución de la oligarquía internacional. Nada importa si en ese intento se deja al ser humano privado de todo referente tradicional, nacional e identitario.

Debemos destacar que la llamada agenda globalista no pretende, de momento, sustituir los estados nacionales, es decir: su mera destrucción, y no lo pretende porque al menos hasta ahora, le vale con la subordinación de los estados a la gobernanza mundial.

6.- Debemos volver a los principios conformadores de la teoría del estado-nación y su justificación sociológica al objeto de comprender los cambios que se operan en la agenda globalista y destruyen los cimientos de la sociedad y estructura social, tal como hasta ahora la conocemos, para adentrarnos en su caso, en ese futuro predecible pero impreciso. Es Aristóteles, en la Política, quien manifiesta que: el desarrollo de una comunidad política se da con arreglo a la constitución previa de otras formas más elementales de comunidad humana:

  • La familia —– relación conyugal.
  • La casa ——– relación señor — siervo.
  • La aldea ———- relación de parentesco de familias.

La aldea global — Difiere del pretendido globalismo en tanto se acompaña con la singularidad que la conforma, esto es, los lazos comunes de familia. En definitiva, la actuación uniforme y global desde una perspectiva mundialista no tiene acomodo en el sustrato ideológico occidental, una vez singularizada la irrupción del cristianismo y el descubrimiento de América por nosotros, los españoles.

7.- Hechos y circunstancias recientes, quizás nada novedosas en la historia de la humanidad, pero sí en cuanto a cómo se han tratado y resuelto, merecen ser mencionadas y singularizarse: El Covid, la llamada pandemia (del griego, pan: todo, demia: pueblo) que, al parecer, ha requerido una solución para toda la humanidad, impuesta por expertos globales (ONU, OMS, UE etc.), paraíso en sí de los globalistas como es fácil de intuir.

En último lugar debemos destacar los distintos tipos de globalización, aunque sea una mera correlación de conceptos:

A) Globalización económica (Comercio internacional y sus normas).

B) Globalización cultural y social (Estilos de vida cotidiana).

C) Globalización militar.

D) Globalización ambiental (En Occidente cambio climático).

E) Globalización política (Debilitamiento del Estado).

F) Globalización jurídica (En Derecho Constitucional, Internacional y Administrativo). La disolución de la territorialidad cultural y positiva del Derecho.

En definitiva, la Lex mercatoria impuesta por las grandes multinacionales destruyen las singularidades jurídicas de los estados- nación y a las escuelas de pensamiento jurídico que, quieran o no, se extienden territorialmente por el mundo. Así, y para evitar el avance del globalismo, ya sin mesura, el estado-nación debe rearmarse, defender y garantizar, ad intra y ad extra, la libertad, la paz y el funcionamiento ordenado de la sociedad. Desde un mero reduccionismo simplista, la hamburguesa globalista debe ir mutando a un paisano chuletón.

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