II concurso de relatos: La Culpa

II concurso de relatos: La Culpa

Publicamos el decimoctavo trabajo perteneciente al II concurso de relatos “Una carta a un hijo” organizado por la escritora y farmacéutica, Esperanza Ruiz Adsuar, en colaboración con Posmodernia y las Bodegas Matsu perteneciente a la Denominación de Origen Toro. Dicho concurso durará hasta el próximo 31 de octubre de 2020. Bases para la participación en el concurso

Título: La culpa

Pseudónimo: Ginebra


Carmen,

Voy a intentar escribir lo que no he podido o no he sabido explicarte en este tiempo. Aprovecho este momento en el que tu madre me ha echado de casa y puedo estar solo con mis pensamientos. No creas que estos me sosiegan en mi estado actual. 

Ahora mismo es tarde, ya he cenado, y me duele la cabeza. No sé si conseguiré encontrar las palabras correctas. Además, escribo a mi pequeña, que siente una devoción enorme por las letras. Si no fuera por tu madre, no hubieras salido como eres, ¡con lo torpe que soy para algunas cosas! ¿Te he contado que he empezado a leer? Y no sobre vinos, sino literatura, como la que te gusta a ti. Ahora estoy leyendo la biografía de Woody Allen. Me está pareciendo muy atropellada, como si hubieran tenido prisa por escribirla. Leer me ayuda para la afasia y para dormir mejor. Estarías orgullosa de mí… ¿Quizá en mucho tiempo, me temo?

Con tus hermanos he tenido ocasión de hablar más. Inés suele venir una o dos veces por semana al piso y cenamos juntos. Ahora tengo la nevera llena de cervezas, no para mí, porque no puedo beber una gota de alcohol, sino para ella. No sé cómo me ha podido salir una hija que prefiere la cerveza al vino, con un padre que se dedica al mundo del vino… ¿Te imaginas? Vendo vino, pero el maldito ictus me ha robado el placer de tomarlo. ¡Qué desgracia! Menos mal que gran parte de la virtud de catar se encuentra en la memoria gustativa, que aún conservo. De lo contrario, me retiraría del negocio. Esa es otra, ¡éramos pocos y parió la abuela! Yo no sé si antes me mata tu madre, el coronavirus o yo mismo por la posible quiebra de la vinoteca. Las desgracias nunca vienen solas. Uno raramente se para a pensar en los dichos y expresiones, pero, joder, reúnen lo mejor de la experiencia humana. No hay quien les gane, ¡tampoco tú con tus dos carreras y dos másteres! Lo siento, no te enfades, cariño, te tomo el pelo. Ya sabes que la prioridad de tu madre y la mía ha sido daros a tus hermanos y a ti la mejor educación. ¡Contigo aún no he dejado de soltar dinero, parezco un grifo abierto! Sin embargo, ha merecido la pena. Sobre todo, contigo. Eres la que más cursos de idiomas y viajes al extranjero nos ha pedido, y la que mejor los ha aprovechado. Además, créeme que hablo por tu madre y por mí al decirte que eres la que más nos quiere, y pasa más tiempo con nosotros. ¡Pero no suficiente desde que te echaste novio! Deberías saber que no tengo nada en contra de Jaime. Es buen chico, un poco fantástico como me gusta decir a mí. En eso se parece a mi amigo Juan. Él también es muy elegante y tiene una novia estupenda. Carmen, eres la cría de la familia, y siempre lo serás para mí, aunque tu madre se empeñe en decirme que deje de llamarte así. 

Como te ha contado tu madre, he estado viendo a otra mujer desde el pasado octubre hasta el día en que sufrí el segundo ictus. De hecho, estaba en la cama con ella cuando ocurrió. Me siento muy avergonzado. Toda la culpa es mía, sé que he hecho mal. No he vuelto a ver a esa mujer, yo quiero a tu madre y quiero volver a casa. Sin embargo, no sé cuándo podré hacerlo. 

Vivirás por ti misma las dificultades del matrimonio, que requiere esfuerzos continuos. Sin embargo, parece que a tu madre nunca le han valido los míos. Yo solo he querido medrar y darle una buena vida a ella y a vosotros. Primero, lo intenté con el cambio del bar al restaurante, luego del restaurante a la vinoteca. Por último, de una vinoteca peor situada a otra mejor situada. ¡Y la casa! Nunca he podido elegir la casa en la que quería vivir: la primera la eligieron tus abuelos, la segunda y la tercera tu madre, y cuando elegí yo la actual, todo fueron quejas de tu madre. ¡Cualquiera estaría deseando vivir en la Plaza de Armas, en una casa moderna, lo suficientemente grande para tres personas y con unas vistas estupendas! Pero no, “que, si la casa parece una caja de cerillas”, “que si los materiales no son tan nobles como los de la anterior”… Tu madre nunca ha estado satisfecha con nada, con nada. ¿Sabes lo cansado y lo duro que es vivir con una persona del estilo? Es más, parece que el culpable de su insatisfacción sea yo. Y eso que nos ha ido bien en la vida, ¡no quiero ni imaginarme de lo contrario! 

Me cansé, Carmen. Me cansé de tanta rigidez, me cansé de que tu madre observara al milímetro lo que hacía, cómo comía, cómo vestía, si me tocaba una oreja, la nariz, qué se yo. Hasta mis amigos me lo decían. Después del primer ictus, adelgacé y me puse en forma. Me veía mucho más atractivo. La guapa siempre había sido tu madre, no nos engañemos. Me sentí con fuerzas renovadas, mientras que a tu madre la veía como a una vela que se consume a sí misma días tras día, día tras día. No era la mujer que yo quería me acompañara en mi despertar, lo reconozco. 

Deberíamos dejarte al margen de nuestros problemas, aunque el daño a tu madre y a mis hijos ya lo he hecho. ¿Podrás perdonarme? Debes saber que lo importante es que te queremos muchísimo, todos nosotros. 

Ya queda muy poco para que vuelvas a casa. Te echamos mucho de menos. Ya verás a cuántos sitios te llevaré a comer. Nos hartaremos de pescado.

Te quiere, 

Tu padre.

Top