La filosofía de Eugeni D’ors I: prolegómenos

Todo filósofo o pensador viene al mundo rodeado de un medio ambiente intelectual determinado. Puede participar de las ideas de su tiempo o puede reaccionar violentamente contra ellas, pero, en cualquier caso, estas van a influir, de una forma u otra, en su obra. En el tema que nos ocupa, la filosofía de Eugeni D’Ors, vemos que este empieza a despertar en el mundo de las ideas, en los inicios del siglo XX, rodeado de una profunda reacción contra el racionalismo y el cientificismo del siglo precedente. El pragmatismo y el irracionalismo vitalista son las dos grandes corrientes de pensamiento que va a encontrarse en joven D’Ors. 

La relación de nuestro filósofo con estas corrientes no es ni de aceptación ni de rechazo. Es una relación “irónica”, usando su terminología. Por una parte, entiende la reacción contra los excesos del racionalismo y del positivismo decimonónicos; por otra parte, frente a la oposición razón-vida que, de manera distinta, sostienen pragmatistas y vitalistas, propone D’Ors una síntesis, una relación irónica.

Para introducirnos en estas dos corrientes de pensamiento, con las cuales batallará nuestro filósofo, tomaremos como ejemplo de cada de ellas, a dos pensadores muy representativos. Para entender el pragmatismo nos referiremos a la obra del norteamericano William James (1824-1910); para el irracionalismo vitalista tomaremos como ejemplo la del alemán Ludwig Klages (1872-1956). 

WILLIAM JAMES Y EL PRAGMATISMO

William James nació el 11 de enero de 1842 en Nueva York. Era hermano del novelista Henry James. Después de unos años de estudios en Europa, en 1861 ingresó en el Lawrence Scientific School de Harvard y, posteriormente en la Medical School, también de Harvard. Participó en la expedición al Brasil, dirigida por Louis Agassiz.

En 1869 se doctoró en medicina por la Universidad de Harvard, y allí enseño fisiología, psicología y filosofía hasta el año 1907. En los primeros años del siglo XX fue el más prestigioso filósofo norteamericano de su tiempo, pronunciando numerosas conferencias en su país y en Europa. Murió el 26 de agosto de 1910 en Chocorua (EEUU).

Entre sus obras hay que destacar Principios de Psicología (1892), Pragmatismo (1907), Problemas de filosofía (1911) y Ensayos de escepticismo radical (1912).

James no fue el fundador del Pragmatismo. El que inició esta corriente fue Charles Sanders Peirce (1839-1914) filósofo y científico norteamericano, que fue también padre de la semiótica moderna. Estudió Químicas en la Universidad de Harvard. Posteriormente comenzó a trabajar en un proyecto de investigación en el Coast and Geodetic Survey de Estados Unidos, en el que sacará conclusiones acerca de las medidas pendulares de la gravedad y de la intensidad de la luz de las estrellas. Fue profesor de lógica entre los años 1879 y 1884 en la Josh Hopkins University. Tras su actividad docente, se dedicó a escribir sobre lógica y filosofía, y algunas obras científicas. Sin embargo, James, además de sus aportaciones teóricas, fue un importante divulgador del mismo, por lo que nos centraremos en su obra y en sus aportaciones como introducción a esta escuela filosófica. Parece ser que D’Ors tomo contacto con el Pragmatismo a través de la obra de James, al que, además, llegó a conocerlo personalmente en Paris.

El principio fundamental del Pragmatismo, expuesto ya por Pierce y recogido y desarrollado por James, establece que el significado de un pensamiento solo es comprensible en relación con la práctica[1]. Toda especulación abstracta que no haga referencia al ser humano es abandonada[2]. Se adhiere al empirismo, a los hechos concretos y rechaza las soluciones verbales.

Para el Pragmatismo las teorías filosóficas no son soluciones a enigmas, sino instrumentos para la investigación. James sostiene que este método representa una actitud de orientación. Todo ello lleva hacia una actitud relativista, si es que se puede llamar relativismo a la pretensión de que no hay verdades absolutas.

El principio fundamental del pragmatismo puede aplicarse en contextos muy variados. James cita a Ostwald[3], profesor de química en Leipzig, que acostumbraba a presentar en sus clases cuestiones de esta forma: “¿En que aspectos variaría el mundo si fuera cierta esta alternativa o la otra? Si no puedo encontrar nada que llegue a ser diferente, entonces la alternativa no tiene sentido”. Ostwald cita como ejemplo de controversia inútil la que se estableció entre los químicos en torno a la constitución de unas sustancias llamadas “tautómeros”.

Mientras que unos sostenían que las propiedades de los tautómeros se debían a la presencia de un átomo de hidrógeno inestable, otros afirmaban que en realidad eran mezclas inestables de dos cuerpos. Para Ostwald la discusión era estéril, pues ninguno de los contrincantes se había preguntado qué hecho experimental determinado habría variado al ser correcta una u otra hipótesis. Así vemos que el principio fundamental del Pragmatismo no solamente es aplicable a las discusiones filosóficas, si no también a las controversias científicas. 

Por otra parte, James insiste en que el Pragmatismo no presupone ningún resultado especial, sino que es únicamente un método[4]. Pero es un método cuya aplicación convierte a las teorías en instrumentos, y no en respuestas a enigmas. El Pragmatismo es una actitud de orientación, que supone apartarse de principios y “categorías” y de orientarse hacia frutos, consecuencias o hechos.

D’Ors y el Pragmatismo

En 1906 encontramos a D’Ors en Paris, donde se había trasladado como corresponsal de La Veu de Catalunya. Contaba además con una beca de investigación de la Diputación. Son los años en que se formó en ciencias experimentales, asistiendo a las clases de Emile Boutroux y Henri Bergson, y cuando conoce personalmente a personajes como Henri Poincaré o Marie Curie. Es en estos años cuando toma contacto con el Pragmatismo[5].

En diciembre de 1907, en una glosa publicada en la La Veu, bajo el título de “Pragmatismo”, nuestro hombre hace profesión de fe pragmatista, pero apuntando ya al deseo de superación de los autores americanos, mediante el reconocimiento de la dimensión estética de la acción humana, no reductible a la meramente utilitaria[6].

Aquí es preciso aportar el siguiente dato: cuando las ideas pragmatistas irrumpen en Europa se producen dos interpretaciones distintas de las mismas. Para algunos, los más, el Pragmatismo era una nueva teoría de la verdad, que defendía la coincidencia entre verdad y utilidad. Para otros era una teoría de la ciencia, capaz de aclarar el significado a través de la acción[7]. Las afirmaciones de D’Ors en torno a la posible superación del Pragmatismo parecen indicar que se inclina por la primera interpretación. Más adelante, esta interpretación parece algo matizada.

En otra glosa publicada a principios de 1908 hace referencia al “ideal científico de que la acción es la prueba de la verdad”, citando a James y a Pierce. Aquí parece que su interpretación del significado del Pragmatismo bascula más hacia la acción que hacia la utilidad[8].

También resultan interesantes para aclarar las relaciones de D’Ors con el Pragmatismo, las dos memorias que redactó entre 1908 y 1910, para justificar la beca que la Diputación de Barcelona le había concedido para estudiar los métodos de la enseñanza superior en Europa. En estas memorias D’Ors profundiza en cuestiones relacionadas con la epistemología y la metodología de las ciencias[9].

La primera de estas memorias lleva por título Memoria sobre la crítica y los métodos de la ciencia contemporánea[10]. En ella se intenta describir y ordenar las teorías epistemológicas más influyentes de finales del siglo XIX y principios del XX. Se pasa revista al empirocriticismo de Richard Averanius y Ernst Mach, al convencionalismo de Henri Poincaré y Pierre Duhem, al vitalismo de Henri Bergson y al mecanicismo de Lord Kelvin. Se menciona al Pragmatismo, pero sin detenerse en su estudio. 

La inserción de estas doctrinas epistemológicas en la tradición filosófica europea es objeto de investigación, concretándose en torno a las preguntas ¿puede el conocimiento científico dar una respuesta global a las preguntas más radicales que se plantea el ser humano? Y ¿Cómo se integra la vida en la razón?

En la redacción de la segunda memoria, que consta de varias partes, encontramos estudios críticos sobre el Pragmatismo: uno sobre la relación arte-ciencia y otro sobre la relación religión-ciencia. Estos estudios servirán de base a los trabajos que D’Ors presentó en el III Congreso Internacional de Filosofía, que tuvo lugar el año 1908 en Heidelberg, bajo los títulos de El residuo en la medida de la ciencia por la acciónReligio est libertas.

Posteriormente, en esta misma memoria, encontramos la propuesta de una teoría del conocimiento capaz de explicar la capacidad racional del ser humano sin prescindir de su condición dramática e historica. Aquí se incluye el trabajo La formula biológica de la lógica, presentado en el VI Congreso de Psicología de Ginebra en 1909, y que, posteriormente, aparecerá en su obra posterior El secreto de la Filosofía[11]

En 1914 D’Ors publica su primera obra estrictamente filosófica, La filosofía del hombre que trabaja y juega[12]. En realidad, es una recopilación de escritos ya publicados, en forma de glosas, artículos de prensa y trabajos académicos. Aparece varias veces William James como interlocutor, y se propone una superación del Pragmatismo, mediante un intelectualismo de nuevo cuño, que a su vez se reivindica como una característica fundamental del noucentisme.

En este libro D’Ors escribe: “El intelectualismo al que aspiramos es post-pragmático, y tiene en cuenta el pragmatismo”[13]. Es decir, para nuestro filosofo el pragmatismo ha descubierto ciertas verdades con respecto a la relación Razón-Vida que hay que tener en cuenta; sin embargo, más allá de estas verdades existen otras que deben incorporarse a su “nuevo intelectualismo”, es decir, al noucentisme.

La justificación por la acción de toda verdad es, para D’Ors, el gran descubrimiento del Pragmatismo. Pero en su “nuevo intelectualismo” se introduce otra dimensión, la estética, que el Pragmatismo no ha tenido en cuenta. 

A su vez, este “nuevo intelectualismo”, el noucentisme, tiene que ser la filosofía sobre la que se fundamente la renovación intelectual, estética y política que D’Ors pretendía, en aquellos años, para Cataluña, y que posteriormente, desengañado del nacionalismo, pretenderá extender a España y a Europa. El noucentisme reivindica un término estrictamente catalán, el Seny, difícilmente traducible, que sería algo así como “sabiduría práctica”. El pensar según el Seny es aprovechar los resultados críticos de Pragmatismo, pero integrándolos en una tradición intelectualista[14].

Sintetizando podemos decir que D’Ors admitía que la acción era un criterio de la verdad, es decir, reconocía una dimensión utilitaria en la ciencia, pero consideraba insuficiente entender la acción solo en estos términos[15]. Cuando se miden el método y los resultados científicos aparece un residuoque es de otra naturaleza que la acción, naturaleza estética que no tiene una correspondencia con lo necesario, sino con lo lúdico (gratuito). Este residuo estético es fruto de la “curiosidad”, un instinto de juego que, por encima de lo necesario, inventa y propone nuevas posibilidades. 

LUDWING KLAGES Y EL IRRACIONALISMO VITALISTA

Las relaciones de D’Ors con el vitalismo irracionalista, y concretamente con Ludwing Klages son muy distintas de sus relaciones con el pragmatismo. A esta última corriente, tal como hemos visto, la cita repetidas veces, y propone su superación por integración “irónica” en un sistema más complejo. En cambio, sus referencias al irracionalismo son mucho más indefinidas y nunca cita a Klages.

Ha sido Jose Luis Aranguren, en su libro sobre la filosofía de D’Ors[16], quien ha puesto en manifiesto la relación entre el pensamiento de D’Ors y el de Klages. La estructura tripartita del ser humano (cuerpo, alma, espíritu) se desarrolla de forma paralela en ambos autores, que, sin embargo, difieren en la valoración de las funciones de cada parte. Si D’Ors aspira al domino del espíritu como terreno de la Cultura, Klages considera que este espíritu mata la vida. 

Ludwig Klages. Vida y obra.

Ludwig Klages nació el 10 de diciembre de 1872 en Hannover. Estudio en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Munich, donde se graduó en Química y en Filosofía. Pronto empezó a interesarse por el estudio científico de la expresión, y en 1910 inició una serie de publicaciones, Escritura a mano y carácter (1917), Introducción a la psicología de la escritura a mano(1924) y De que no es capaz la grafología (1941), que transformaron la grafología en una verdadera ciencia.

Entre sus obras de contenido más netamente filosófico destacaremos De la esencia de la conciencia (1921), Preludio a la caracterología (1927) y De la esencia del ritmo (1933), en las cuales formuló algunas de las tesis principales de su filosofía de la vida, que aparecerían ya totalmente elaboradas en su obra capital El espíritu en contraposición al alma (1929). 

Klages desarrolló una antropología tripartita, según la cual la realidad humana se distribuye en tres niveles: el cuerpo, el alma y el espíritu. En este sentido, y tal como ha destacado Aranguren[17], su antropología se aproxima a la de D’Ors, pero con diferencias importantes en cuanto a la función que se atribuye a cada uno de estos niveles de realidad. 

Para Klages, el cuerpo conoce por sensaciones que perciben lo cercano, y son siempre pasivas, mientras que el alma conoce por imágenes vividas, que son siempre activas[18]. El cuerpo es únicamente un fenómeno del alma, y esta es el sentido del cuerpo viviente. A través de la imagen se produce la verdadera realidad, que es la unidad radical de ambas manifestaciones. El espíritu, a su vez, es la expresión de lo racional que perturba y destruye la vida del alma, que es la única fuerza que se halla en comunión con la naturaleza y es capaz de crear mitos y símbolos.

Para Klages, el espíritu es un elemente extraño de la vida, que destruye los polos inseparables del alma y el cuerpo por el concepto. El espíritu juzga, mientras que la vida vives; el espíritu aprende el ser, mientras que la vida vive el acontecer. El ser es puro, inespacial e intemporal, y así también el espíritu, mientras que el acontecer es espacial y temporal, y así es también la vida.

Estas alusiones al ser y su relación con el espíritu tienen particular interés. A veces se ha querido relacionar a Klages con Heidegger, en base al pretendido irracionalismo del segundo[19]. Sin embargo, estas afirmaciones relativas al ser como algo relacionado con el espíritu y, por tanto, rechazables, sitúan a Klages en las antípodas de Heidegger, el filosofo del Ser. Hay que señalar también que cuando Heidegger se refiere al “pueblo”, distingue el cuerpo, el alma y el espíritu de este pueblo, en una división tripartita parecida a la de Klages, pero poniendo en el espíritu el máximo énfasis[20].

Otra faceta importante a destacar de Klages es su papel de fundador[21]de la “ecología profunda”. En 1913 publicó un libro con el título de Hombre y tierra[22], que no solamente fue una especie de Biblia para el movimiento juvenil Wandervögel[23], sino que anticipó la mayoría de los temas del ecologismo contemporáneo, por lo menos hasta el momento en que este se ha centrado, de forma obsesiva, en la cuestión climática. 

En este libro Klage deplora la deforestación, la liquidación de los pueblos aborígenes, el crecimiento urbanístico, la caza de la ballena y las destrucciones medioambientales. Acusa al capitalismo, al cristianismo y, en general, a los “filósofos del espíritu”. También se posiciona en contra del progreso, al que define como “la destrucción de la vida”.

La conclusión de este libro es una crítica feroz al poder y a la potencia, rechazando claramente la “voluntad de poder” de Nietzsche, a pesar de compartir con este filósofo algunos aspectos de crítica al racionalismo. Los Verdes alemanes (die Grünen) redescubrieron este texto en 1980 y popularizaron su publicación. 

En el fondo Klages es un roussoniano en versión pesimista. En su obra late un rechazo a toda civilización que es, lógicamente, un producto del espíritu humano. Como todo romántico santifica todo lo que le parece espontaneo y “natural”. 

Klages versus D’Ors

Ha sido Jose Luis Aranguren, en su libro La filosofía de Eugenio D’Ors[24]quien ha puesto en manifiesto la relación de simetría Klages/D’Ors. Sostiene Aranguren, siguiendo a D’Ors, que, si todo pensamiento es diálogo, la filosofía de D’Ors se elabora dialogando. A la pregunta de ¿con quién dialoga D’Ors?, nos contesta que, en principio, con el Pragmatismo y con el vitalismo de Bergson. Pero añade a continuación que, en el contexto del vitalismo, con quien realmente dialogo D’Ors es con Klages. Argumenta que Klages ha llevado las doctrinas vitalistas de Bergson en el terreno filosófico y antropológico hasta el extremo, hasta el punto que puede considerarse la contrafigura de D’Ors.

Ya hemos señalado la coincidencia Klages/D’Ors en la estructura tripartita de la naturaleza humana: cuerpo, alma, espíritu. Pero al mismo tiempo hay una divergencia radical en cuanto a la función y a la valoración de cada uno de estos niveles. Para Klages, tal como ya hemos señalado, el espíritu mata al alma y a la vida. Para D’Ors, en cambio, hay que integrar la vida en la filosofía, pero no haciendo descender la filosofía al nivel de la vida, sino, al revés, elevando la vida a nivel de la filosofía.

Frente a la rebeldía de la vida contra la razón y el espíritu, que defiende Klages, la integración jerárquica que preconiza D’Ors. Primado axiológico de la razón sobre la vida, y, por otra parte, inteligencia por encima de la razón, es decir, no discursiva, conceptual, abstracta, sino “figurativa”, formal, concreta, verdadera intuición o visión intelectual[25]. Para D’Ors la filosofía es “visión”, “dibujo”, saber mirar y dar forma a lo visto, configurarlo, dibujarlo[26]. Aquí encontramos otra coincidencia con Klages, el cual afirmó que “conocer es ver”.

Otro punto interesante de contacto entre ambos pensadores es la idea de “ritmo”. D’Ors se ha manifestado, en todo momento, contra cualquier forma de historicismo y de progresismo. El elemento fundamental de su filosofía de la historia, desarrollada en su obra La Ciencia de la Cultura, es el eon, definido como “una idea que tiene una biografía”. Los eones son estructuras constantes en la historia, que se van repitiendo. Así, el eon del Imperio aparece en Alejando el Magno, en Roma, en Carlomagno y en Napoleón. El eon “Clásico” y el “Romántico” se van sucediendo, de forma rítmica, en la historia de la Cultura. 

Esta idea de “ritmo” en la historia también lo encontramos en Klages[27]. La civilización industrial está dominada por el mórbido principio de la cadencia. El ritmo, símbolo de la totalidad del mundo original, degeneró en arritmia bajo la influencia de la técnica y fue reemplazado por el principio frio de la ingeniería mecánica. Frente a este mundo moderno, Klages contrapone la visión de un cosmos sin maestro, atravesado por una diversidad de fuerzas que aparecen y desaparecen. El ritmo representa la unidad del mundo natural.

La oposición Klages/D’Ors, más allá de sus coincidencias, representa de forma inequívoca la oposición del eon romántico (Klages) frente al clásico (D’Ors). En todo omanticismo hay siempre una preferencia por lo que es “espontaneo”, “natural”. Afirmación de la “vida” frente a la “razón”, de lo subjetivo frente a lo objetivo, del sentimiento frente al razonamiento, de lo “rebelde” frente a lo instituido. En el clasicismo predomina la integración jerárquica: no se niega la vida, pero se subordina a la razón. No se reniega de la razón abstracta, pero se la subordina a la “inteligencia”, síntesis de razón, experiencia e intuición. 

En este clasicismo está la esencia de la obra de D’Ors.


[1]James, W. (1967) Pragmatismo. Buenos Aires, Ed. Aguilar, p. 53. 

[2]Rodriguez Aranda L. (1967) Prólogo a Pragmatismode W. James. Buenos Aires, Ed. Aguilar.

[3]James, obra citada, pp. 54-55.

[4]Obra citada, p. 57.

[5]Torregrosa, M. y Nubiola, J. (2016) “Eugeni D’Ors y el Pragmatismo”, en Pedro Russi (ed.) Eugenio D’Ors e Charles S. Pierce: jogo e pragmatismo em açao. Sao Joao, OJM-Casa Editorial, pp. 18- 46.

[6]E. D’Ors (1920) Glosas, Páginas del Glosari de Xenius, Saturnino Calleja, Madrid, p. 82

[7]Torregrosa y Nubiola, obra citada, p. 22. 

[8]E. D’Ors (1908) “Habla Eugenio D’Ors”, La Cataluña, 8 de febrero, p. 93. 

[9]Alberdi, R. (1980) La formación profesional en Barcelona. Barcelona, D. Bosco, p.65. 

[10]Estas memorias, inéditas y escritas en catalán, pueden consultarse en el Arxiu de la Diputació de Barcelona, Legajo 2283.

[11]D’Ors, E. (1998) El secreto de la Filosofía. Madrid, Ed. Tecnos, p. 137.

[12]D’Ors, E. (1995) La filosofía del hombre que trabaja y juega. Madrid, Libertarias/Prodhufi.

[13]Obra citada, pp. 62-63.

[14]Obra citada, p. 155.

[15]Torregrosa y Nubiola, obra citada, p. 36. 

[16]Aranguren, J.L. (1945) La Filosofía de Eugenio D’Ors. Madrid, Ediciones y Publicaciones Españolas.

[17]Obra citada, p. 30.

[18]Águila Cazarez, C. (2020) “El vitalismo e historicismo de Ludwig Klages”, en Carlos X. Blanco Martin (ed.) Ludwig Klages, el vitalista sin revolución. Tarragona, Ed. Fides, pp. 13- 23.

[19]Abate, O. (2020) “El Espíritu en contraposición al Alma según Ludwig Klages”, en Carlos X. Blanco (ed.). Obra citada, pp. 21-23.

[20]Alsina Calvés, José (2021) Para comprender a Heidegger. Tarragona, Ediciones Fide, p. 63.

[21]Pelletier, Ph. (2020) “Ludwig Klages: una premisa problemática de la ecología profunda”, en Carlos X. Blanco (ed.). Obra citada, pp. 25-31.

[22]Klages, L. (2020) “El hombre y la tierra”, en Carlos X. Blanco (ed.). Obra citada, pp. 115-137. 

[23]Movimiento juvenil con aires de contracultura, que se desarrolló en Alemania entre 1910 y 1930, y que combinaba neorromanticismo, filosofías orientales, misticismo de la naturaleza y hostilidad a la racionalidad. Calificados por algunos como “hippis de derechas”, la mayoría acabaron en las filas del nacional-socialismo.

[24]Obra citada

[25]Obra citada, p. 36.

[26]Obra citada, p. 43.

[27]Guibert, L. (2020) “Ludwig Klages: la filosofía del ritmo”, en Carlos X. Blanco Martin (ed.). Obra citada pp. 19-20.

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