Migración de reemplazo

Migración de reemplazo. Rubén Pulido

Replacement migration o migración de reemplazo, si lo traemos al español. Se trata de esa gran idea que rondaba allá por el año 2000 en las cabezas de las elites que orbitaban alrededor de la Organización de Naciones Unidas y que se presentaba como la alternativa, y cito textualmente: “que necesitaría un país para evitar el declive y el envejecimiento de la población como consecuencia de las bajas tasas de fertilidad y mortalidad”.

Lo citado con anterioridad se corresponde con uno de los comunicados que la propia ONU publicó en un 17 de marzo del año 2000. Pero no se trata de una antigua proyección, la idea ha venido trasladándose desde aquel entonces e incluso mucho antes a través de sucesivos documentos, acuerdos e incluso desafortunadas declaraciones públicas.

“Vamos a necesitar más (inmigrantes). Yo quiero un país abierto a la inmigración. Ese es el futuro para que España sea un país fuerte y pueda mantener su nivel de desarrollo. Hay que saber decirlo y luego no rasgarse las vestiduras cuando vemos lo de Ceuta”, pronunciaba el Sr. Rodríguez Zapatero, al cuál imagino que conocerán, justo después de que la Ciudad Autónoma de Ceuta sufriese durante más de 24 horas un grave atentado a su soberanía, un grave atentado contra nuestras fronteras, de tal magnitud, que ni tan siquiera el aparato del Gobierno era capaz de cifrar y datar las consecuencias que tal amenaza híbrida premeditada y orquestada por Marruecos, estaba suponiendo para nuestra integridad territorial.

Más tarde, estas consecuencias las pagó Melilla. Un año, el 2021 en el que la Ciudad Autónoma y sus fronteras han vivido en una amenaza constante ante asaltos masivos sobre sus pasos fronterizos que no solo han creado una gran situación de estrés sobre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que velan por nuestra integridad territorial, sino que también se ha saldado con más de una treintena de agentes heridos dada la extrema violencia empleada por aquellos que quieren acceder a España por la vía de la ilegalidad. Y qué decir de los últimos episodios, más de mil subsaharianos han ingresado ilegalmente en territorio melillense entre marzo y junio.

A día de hoy, ambas ciudades viven en vilo. No nuestro Gobierno, el cual sigue impasible ante lo que allí acontece. Miren ustedes, creo incluso que Moncloa no es consciente de lo que en estos momentos está sucediendo en las fronteras de ambas plazas de soberanía. Porque no son tierras ocupadas, como son definidas cada día en medios marroquíes. Son plazas de soberanía, ciudades españolas que están siendo duramente amenazadas por una presión migratoria sin precedentes en la historia de nuestra democracia.

Consecuencias del alabado “Replacement migration”. Y digo alabado porque toda esa matriz geopolítica fue trasladada recientemente al denominado Pacto de Marrakech. Que por cierto fue suscrito por España bajo el mandato del Sr. Sánchez y sin que tal acuerdo fuese sometido a consulta alguna. Como sí hiciesen otros países que no se han adherido ante tal suicidio demográfico.

Resulta realmente curioso, pero el Pacto de Marrakech se define así mismo como el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. Y permítanme, dado que se pretende asimismo como la solución al actual desafío demográfico, que analice minuciosamente tal autodefinición.

¿Segura? Lo vemos casi todas las semanas en televisión, porque las agresiones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o los ya comúnmente llamados “casos aislados”, no aparecen en escaletas, pero sí cuando nos enfrentamos al también lamentable episodio de la pérdida de vidas humanas. En ello no deparan cobertura. Y miren, no me parece mal, lo que sí me parece mal es la constante manipulación informativa a la que asistimos. La perspectiva ideológica y política, que no humanitaria, con la cuál se describen naufragios, ahogamientos o desapariciones en el mar. Como si los culpables de la tragedia fuesen los telespectadores, una Europa insolidaria, llena de formaciones políticas con tintes xenófobos, racistas, que quieren que se ahoguen en el mar. Pero, ¿quién los ahoga en el mar?

Lo peor de todo es que esto no viene de ahora, es un engaño ya consumado, pero del que voces sensatas, que no ideológicas, ya llevan advirtiendo desde hace tiempo. Me quiero referir ahora a la Sra. Elizabeth Collett, del Migration Policy Institute, que no se caracteriza precisamente por tratar este asunto con la determinación que quizás debiese, pero sí que la Sra. Collet en el año 2017 y a través del Deutsche Welle afirmaba lo siguiente: “Están en barcos que no pueden ir más allá de unas pocas millas de la costa libia. Sin embargo, están utilizando esas embarcaciones debido a la presencia de las ONG. Pero al haber creado esa situación,  las ONG no pueden retirarse sin más”. Ya ven que hago la exposición tal cuál, el problema, el motivo y la falta de voluntad para encontrar una solución.

Por otro lado y en la misma línea, no podemos obviar el informe del Global Initiative Against Transnational Organized Crime del año 2017, que tras un 2016 en el que tuvieron lugar más de 180.000 desplazamientos ilegales a suelo italiano y una cifra de desaparecidos superior a los 4.500 en el Mediterráneo Central, concluye en su página 44 cómo los traficantes libios estaban adaptando su trabajo a la presencia de las ONG, simplificando en costes, en logística y asumiendo con ello un mayor riesgo para los inmigrantes ilegales que eran fletados en sus embarcaciones.

Para que todos nos entendamos, a mayor número de operativos de salvamento humanitario, ya sean ONGs u operativos de una entidad pública como Salvamento Marítimo, en una zona donde las mafias están desarrollando su actividad, mayor será el número de desplazamientos que tendrán lugar desde dicha zona y mayor será el riesgo de pérdida de vidas humanas. Y si estos operativos tuviesen además la osadía de llevar a cabo estas labores de rescate cada vez más cerca de las costas de origen de estos inmigrantes ilegales, las mafias simplificarán su logística y el peligro para estos inmigrantes será aún mayor. 

¿Ordenada? Si pueden llamar orden a que cientos de inmigrantes ilegales asalten violentamente en un día y a una hora determinada las vallas de Ceuta o Melilla, colapsando toda acción disuasoria por parte de nuestras FCSE y para más inri, agrediendo a nuestros agentes. Pues permítanme que no lo vea muy ordenado.

Y cierta falta de orden no contribuye únicamente a que la actividad de las mafias siga activa. También en lugares como las costas de Almería o Murcia, contribuye a que potenciales terroristas accedan a territorio español sin ser detectados.

¿Regular? ¿Hace falta que lo explique? Creo que no, que todos somos conscientes de la actual situación. Aunque unos más que otros y los que aún no son conscientes de ello, espero que tomen conciencia por el bien de sus generaciones más cercanas.

Regular no es un aumento exponencial de la inmigración ilegal en Canarias superior al 5.500% en los últimos 5 años. Regular tampoco es, que cómo he citado con anterioridad, las FCSE en lugares como Almería no sean capaz de absorber la alta presión migratoria que desde suelo argelino, amenaza la integridad territorial de sus costas. Y no es ni mucho menos regular, que desde que el Sr. Sánchez llegase al poder, hayan entrado a España más de 200.000 inmigrantes ilegales. Cifras que suponen casi el 70% de toda la inmigración ilegal llegada en los últimos 10 años (296.796, desde 2012 según datos de Interior y ACNUR).

Mientras tanto, muchos siguen empeñados en ver esto como una solución. Y en mitad de dicha solución, muertes y tráfico. Muertes que ya se cuentan por decenas de miles en los últimos años y tráfico que se cifra en beneficios para las mafias superiores a los 1.000 millones de euros en los últimos 9 años, según el informe emitido en junio de 2018 por la United Nations Office on Drugs and Crime y datos posteriores proporcionados por ACNUR y los diferentes operativos contra las mafias de la inmigración ilegal llevados a cabo por las FCSE.

La inmigración debe estar siempre supeditada a los intereses económicos, sociales y culturales del país de acogida. No tiene sentido que disponiendo de recursos humanos como lo son los millones de jóvenes españoles que se encuentran en desempleo, estemos promoviendo una mano de obra importada poco cualificada. Como no tiene sentido que lejos de favorecer una natalidad entre un mismo perfil social y cultural, se este alimentando un modelo migratorio que ya en su realidad cultural se encuentra en las antípodas de la sociedad occidental. 

Una civilización en la que la religión es Ley, es Estado y es incluso un modelo Sociedad, no es compatible con una civilización que muchos pretenden laica y todos pretendemos en una equilibrada separación de poderes.

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