Profetas y difusores de la cosificación del Estado

Profetas y difusores de la cosificación del Estado. Facundo Di Vincenzo

Profetas y difusores de la cosificación del Estado.

Liberales, marxistas y progresistas: No tan distintos.

 

El concepto de Estado

Primero, una breve historia del concepto. Uno de los primeros en abordar en profundidad el tema del Estado moderno fue el filósofo alemán, Georg Hegel (1770-1831), quien escribió: «Las leyes expresan las determinaciones del contenido de la libertad objetiva» […] “La constitución es la estructuración del poder del Estado (…). La constitución es la justicia existente, como realidad de la libertad en el desarrollo de todas sus determinaciones racionales».[2] Otro filósofo y politólogo Alemán, Max Weber (1864-1920) en 1919, define al Estado moderno “como una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio el monopolio de la violencia legítima como medio de dominación y que, con este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los seres humanos que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas.”[3]

Otros autores, que son referencia sobre el tema para el caso argentino, como Natalio Botana y Oscar Oszlak, han seguido en buena parte estas definiciones. Botana, apoyándose en las ideas de Juan Bautista Alberdi, sostiene que el Estado Argentino se consolida en 1880, cuando el ejército nacional de Julio A. Roca vence en tres sangrientas batallas al ejercito de Buenos Aires, logrando así, el monopolio de la violencia en el todo el territorio, dice Botana: “La obediencia, en este caso, no se obtiene por la persuasión, sino por la violencia; no hay, en rigor, consenso voluntario sino acto de asentimiento ante el peso actual o la inminente amenaza de fuerza.”[4] Oszlak, en varios textos trato el tema de la formación, desarrollo y características de los Estados en América Latina y el Caribe. Destacó cinco elementos indispensables para su existencia: 1. capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento interestatal; 2. capacidad de institucionalizar su autoridad, imponiendo el monopolio sobre los medios organizados de coerción; 3. capacidad de diferenciar su control, a través de instituciones públicas con reconocida legitimidad para extraer recursos de la sociedad civil; 4. capacidad de internalizar una identidad colectiva, mediante la emisión de símbolos que refuerzan sentimientos de pertenencia y solidaridad social y permiten, en consecuencia, el control ideológico como mecanismo de dominación.[5]

 

El liberalismo (progresismo), su concepto de Estado y los Estados latinoamericanos

En las definiciones de Weber, Botana y Oszlak observo una serie de problemas comunes para la comprensión de las características particulares de los Estados Nacionales en América Latina y el Caribe, como de su función y/o relación para los que habitan el territorio. ¿Cómo es esto?

En primer lugar, se demuestra en estas definiciones su raíz ideológica liberal. Observo una operación que intenta cosificar al “Estado”, en el sentido de hablar como algo no viviente, inerte, en consecuencia, carente de transformación, en definitiva, deshumanizado. No debería sorprendernos, ya que, en esta concepción, cuyo objetivo es atomizar los individuos no viven en una comunidad (natural, histórica y tradicional) sino que los humanos viven en una sociedad y son considerados, al mismo tiempo como seres “libres” de las afecciones posibles de “esta comunidad”. No están integrados entre sí, o para ser más preciso, son presentados como seres vinculados mediante pactos y asociaciones ligadas a distintos intereses temporales y determinados individualmente. De allí que el Estado desde las definiciones seleccionadas se describe cómo una institución con la cual los individuos establecen una asociación, una sociedad. El Estado en la concepción liberal es la institución que objetiviza mediante la acción de elimina las subjetividades, claro está, esto produce gracias a que el Estado se presenta como una institución nacida de la razón moderna (científica, académica, lógica). Alguna vez, probablemente, los/as lectores/as han escuchado algún vecino o familiar decir: “yo pago mis impuestos y el Estado no cumple” o “porqué debo sostener con mis impuestos a otros, a los que el Estado le paga planes o subsidios”. Esto reclamos manifiestan la idea liberal del Estado en donde se disuelven las relaciones familiares, comunales, espirituales, nacionales, generaciones y sentimentales, aquello que Juan Domingo Perón llama “Los valores eternos”[6].

El Estado liberal de derecho no tiene ningún valor afectivo y espiritual con el ciudadano. ¿Cómo es esto? ¿Qué es ser ciudadano? Si tomamos a Hegel, bajo la abstracción generada por el supuesto de “leyes objetivas” se produce la reinvención de la idea de ciudadanía., término que deriva del latín “civitas” que significaba ciudad y que se asignaba en la antigua Grecia a cualquier habitante de un espacio, disociando a ese ser humano con las relaciones existentes con los otros seres humanos. Es decir, la ciudadanía homogeniza a los humanos, es un término que separa los vínculos, diferencias, tradiciones, costumbres y demás aspectos anteriores (y presentes) entre los que habitan ese espacio, y en ese sentido, se puede afirmar que la ciudadanía es una invención, ya que sólo mediante una abstracción podríamos considerarnos como iguales entre los que habitábamos una misma ciudad. Los humanos no somos iguales. Los humanos nunca fuimos iguales, no lo fueron en la Francia de 1789 ni en las Provincias Unidas del Río de la Plata luego de 1810.

Ahora bien, esa diferencia natural no nos ha disgregado, ya que también nuestra naturaleza es la de ser animales gregarios, vivimos en comunidades y nos agrupamos por relaciones sentimentales con otros humanos. Somos animales que sin el otro no podemos sobrevivir. Somos diferentes, pero al mismo tiempo vivimos todos, con nuestras diferencias, en una misma comunidad.

Otro pensador, político y también Revolucionario, Vladímir Ilich Uliánov: Lenin, escribió en El Estado y la Revolución de 1917, que el Estado “Es el producto de la sociedad” y en ese sentido, su existencia, dice: “demuestra el carácter irreconciliable de las contradicciones entre las partes que ocupan el territorio de ese Estado”, en definitiva, es por medio del Estado, como árbitro, que pueden acotarse las desigualdades inherentes al modo de producción capitalista, podría decir, parafraseando a Lenin, que negar la existencia del Estado o intentar derribarlo es suponer que estas desigualdades no existen.

IDEA LIBERAL DEL ESTADO

IDEA DEL ESTADO COMO EXPRESIÓN DE LA COMUNIDAD

La deshumanización provocada por la concepción liberal encontró expresión en el holograma de la ciudadanía. En su relación con el Estado moderno pos Revolución Francesa, explica Juan Domingo Perón en su texto La Comunidad Organizada de 1949:

“Hegel convertirá en Dios al Estado. La vida ideal y el mundo espiritual que halló abandonados los recogió para sacrificarlos a la Providencia estatal, convertida en una serie de absolutos. De esta concepción filosófica derivará la traslación posterior: el materialismo conducirá al marxismo, y el idealismo, que ya no se acentúa sobre el hombre, será en los sucesores y en los intérpretes de Hegel, la deificación del Estado ideal con su consecuencia necesaria, la insectificación del individuo. El individuo está sometido en éstos a un destino histórico a través del Estado, al que pertenece. Los marxistas lo convertirán a su vez en una pieza, sin paisajes ni techo celeste, de una comunidad tiranizada donde todo ha desaparecido bajo la mampostería. Lo que en ambas formas se hace patente es la anulación del hombre como tal, su desaparición progresiva frente al aparato externo del progreso, el Estado fáustico o la comunidad mecanizada.”[7]

Juan Domingo Perón visibilizó la inconsistencia, debilidad y superficialidad de la idea de justicia, el sustento moral en el cual se apoya la legitimidad del Estado Liberal de derecho, ya que objetivando las leyes (diseñadas, formuladas e implementadas por las oligárquicas locales, en el caso de nuestra América) convertían en Dios al Estado, eliminando toda las diferencias sociales y económicas gracias a un espectro, artificial y abstracto como lo es “la ciudadanía”.

En este punto observo que el problema de la ciudadanía en su relación con el pueblo y la democracia tiene raíces históricas relacionadas con una multiplicidad de aspectos vinculados a lo que llamó la doble exclusión de “los pueblos” en la región, primero, una exclusión respecto a la historia oficial creada por los Estados Nación surgidos durante el siglo XIX; segundo, una exclusión de los pueblos respecto a las formas de representación política implementadas por estos Estados.

Desde los años ochenta el liberalismo ha mutado nuevamente, liberales, devenidos en progresistas “del gran mundo de las izquierdas”, avanzaron conceptualizando una nueva definición de Estado. Para precisar, con el telón de fondo de las democracias surgidas de las movilizaciones populares (post debacle generada por el neo liberalismo en los 80´/90´), llegaron al Estado liberal de derecho, gobiernos con verdadera representación de las mayorías, pero estos estudiosos (liberal-progresistas) lograron eliminar el contenido democrático de estos gobiernos bajo el término de populismo, palabra escuchada hasta el hartazgo en los últimos veinte años y, que más-menos, se sostiene en la idea de que los ciudadanos han sido manipulados y han elegido irracionalmente a sus representantes, en consecuencia, estos gobiernos son considerados no democráticos, viciados, aparentes e ilegítimos. Pero no sólo eso, el liberalismo también ha re significado las luchas de militantes populares del siglo XX de los años previos al neo liberalismo desarrollados entre la década del 50´ y del 70´. Como señaló el filósofo ruso Alexander Dugin[8] en su última visita a nuestro país, bajo el halo de los derechos humanos, han logrado desplazar la idea del Estado como comunidad organizada, disolviendo los lazos espirituales, sentimentales, nacionales y colectivos, “los valores eternos” de los que hablaba Juan Domingo Perón, dice Dugin:

“El liberalismo, a través de los principios de los Derechos Humanos, quiere establecer la idea de que no hay ninguna diferencia entre los individuos. Que no cuentan ni el género, ni la Nación, ni la etnia, ni la identidad étnica, ni la identidad religiosa. Esa es la idea clave del liberalismo. La supuesta libertad del individuo contra las identidades colectivas. Hoy en el mundo podemos ser liberales de izquierda o de derecha. Incluso, en algunos casos, podemos ser liberales de extrema izquierda, como el Antifascista norteamericano. O la extrema derecha liberal, como los ucranianos nacional-socialistas que luchan contra los rusos, que están a favor del liberalismo occidental. En definitiva, podemos ser liberales de cualquier sesgo pero no somos libres de no ser liberales.”

 


Bibliografía mencionada:

  • Botana, Natalio, El orden conservador [1977], Buenos Aires, Hyspamerica, 1986.
  • Dugin, Alexandr, Geopolítica existencial, Buenos Aires, Nomos, 2017; Identidad y Soberanía contra el mundo posmodernos, Buenos Aires, Nomos, 2017.
  • Hegel, Georg, La Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas [1817], Madrid, Alianza Editoria, 1997.
  • Oszlak, Oscar, “Formación histórica del Estado en América Latina” [1982], en Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas, Buenos Aires, Jefatura del Gabinete de Ministros de la Nación, 2007.
  • Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista [1948], Buenos Aires, Ediciones Macacha Guemes, 1973.
  • Perón, Juan Domingo, La Comunidad Organizada [1949], Buenos Aires, Adrifer Libros, 2001.
  • Weber, Max, La política, el político y el científico [1919], Buenos Aires, Prometeo, 2003.

 

[2] Hegel, Georg, La Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas [1817], Madrid, Alianza Editoria, 1997.

[3] Weber, Max, La política, el político y el científico [1919], Buenos Aires, Prometeo, 2003.

[4] Botana, Natalio, El orden conservador [1977], Buenos Aires, Hyspamerica, 1986.

[5] Oszlak, Oscar, “Formación histórica del Estado en América Latina” [1982], en Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas, Buenos Aires, Jefatura del Gabinete de Ministros de la Nación, 2007.

[6] Perón, Juan Domingo, Doctrina Peronista [1948], Buenos Aires, Ediciones Macacha Guemes, 1973.

[7] Perón, Juan Domingo, La Comunidad Organizada [1949], Buenos Aires, Adrifer Libros, 2001.

[8] Dugin, Alekxandr, Geopolítica existencial, Buenos Aires, Nomos, 2017; Identidad y Soberanía contra el mundo posmodernos, Buenos Aires, Nomos, 2017.

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