Antes de nada, unas notas previas…
Desde Posmodernia hemos querido rendir un cariñoso homenaje a nuestro compañero y querido Fernando durante las semanas posteriores a su fallecimiento.
En estos días le hubiera tocado volver por estas paginas con su profesional oficio…, desgraciadamente no volverá a asomarse a este balcón de Sócrates… nos dejó el privilegio de haber publicado su última columna en un medio escrito. Un honor que siempre llevaremos a gala desde este faro posmoderno, el cual hubiéramos preferido no tener.
Conocí a Fernando personalmente allá por el año 1999 cuando yo estudiaba Farmacia en la Universidad de Salamanca.
Habíamos fundado Solución Independiente Universitaria (SIU), un sindicato estudiantil al abrigo de la Unión provincial de la Confederación de Sindicatos Independientes y Sindical de Funcionarios (CSI-CSIF) de Salamanca.
Encuadrados en la incipiente rama privada del sindicato (CSI) y presididos por Carlos Íbero, nos tocó dar los primeros pasos en la composición sindical de esta nueva herramienta adherida a la lucha de los funcionarios, al mismo tiempo poníamos en marcha una alternativa de representación estudiantil (SIU), que clamaba por una Universidad dirigida por intelectuales y no por políticos.
En esa defensa de las clases magistrales, de la despolitización de la dirección universitaria y de la intelectualidad renacentista en la universidad conocí a Don Laureano Robles Carcedo, a la sazón catedrático de Historia del Pensamiento Español en la Universidad de Salamanca.
Pasé muchas tardes con Don Laureano en su despacho entre una colección de ordenadores nuevos, sin sacar de sus cajas de origen, que utilizaba como improvisadas mesitas de noche con lámparas y volcanes de libros de cabecera. Hablábamos de filosofía y aprendía “del sentimiento trágico de la vida”, Don Laureano ha sido, probablemente, el mayor experto en la figura de Unamuno que existirá en nuestra piel de toro.
Gracias a él conocí la obra de Gustavo Bueno y pude seguir, al mismo tiempo que apoyamos desde el sindicato, los motivos de su “Última lección en la Universidad” impartida en las escaleras de la Facultad de Filosofía de Oviedo un lunes de octubre de 1998.
En ese ambiente fraguamos la organización de un Curso Extraordinario sobre la figura de José Antonio Primo de Rivera que llevaba por título “José Antonio entre dos mundos, la evolución de un pensamiento” y al cual la Comisión Docente de la Universidad de Salamanca otorgó cuatro créditos de libre elección (cada crédito equivalía a 10 horas lectivas de clase).
En el curso se matricularon más de 400 alumnos y tenía la intención de comenzar un 22 de marzo de 1999, se contaría con la presencia de figuras tan importantes para la impartición de las lecciones como el hispanista Stanley G. Payne, el profesor argentino A. Caponetto, nuestro querido Sánchez-Dragó, el economista Juan Velarde, el histórico editor de Planeta Rafael Borrás, el catedrático decano de los Cronistas de la Villa de Madrid Enrique de Aguinaga… por citar algunos ponentes…
En la organización de dicho congreso fue cuando conocí a Fernando. Él andaba enfrascado en la promoción de su ultimo libro, “Historia mágica del Camino de Santiago” y en la preparación semanal de su programa dedicado a la literatura que se emitía en La 2 de Televisión Española, Negro sobre blanco.
Recuerdo aquella primera conversación con Fernando, inicialmente me mostró sus reticencias a participar… no sabía muy bien que podía aportar él al conocimiento de la figura de José Antonio… pero también recuerdo su llamada de “cuenta conmigo” cuando los medios de comunicación cipayos, los mismos de ayer y de hoy, los de siempre, utilizaban el curso para su particular ping-pong político actuando como censores y confundiendo una vez más, unas veces por ignorancia otras por intoxicación, la figura de Don Miguel Primo de Rivera con la de su hijo. Como experiencia personal tengo aquella mirada perdida de una periodista de “El País” que me entrevistó una vez prohibido el curso… después de una sobrada explicación y justificación de las jornadas me espetó que el problema lo teníamos nosotros porque en los carteles no especificábamos si el curso era sobre José Antonio padre “el Dictador” o sobre José Antonio hijo… No hay más palabras señoría… me levante de la entrevista y fui a ocupar mi tiempo en cuestiones más interesantes…
Para la historia de la Universidad de Salamanca siempre quedará la muesca negra del ínclito mandilón y Rector socialista Ignacio Berdugo Gómez de la Torre suspendiendo el curso el día de antes de su comienzo, de manera unilateral y muy al estilo de la “seguridad jurídica” que practican los woke-alicia-socialistas españoles.…
La rabia por la injusticia me unió a Fernando desde entonces, y hemos mantenido la relación durante estos más de veinte años que han pasado de aquello. He de reconocer que si no hubiera sido por este cacique local y abanderado de las maltrechas políticas penales hispanoamericanas nunca hubiera mantenido la relación que me unió a Fernando… al final toca mi agradecimiento.
Fueron pasando los años y sus libros y proyectos literarios se sucedieron, yo seguí haciendo mis pinitos como agitador cultural y siempre que le preguntaba contaba con su consejo, mantengo muchas correspondencia personal con él hablando de Soria, de San Saturio, de sus bailas (mi madre es de origen soriano y desde pequeño estuve unido a su gastronomía, folclore y tradiciones populares), de toros, de aceite… ¡Como le gustaba nuestro Manuel Coca Morán!
Lo entrevisté en varias ocasiones siguiendo la estela de la nueva derecha francesa de Alain de Benoist, con cual compartió vino y mesa en la presentación oficial de Posmodernia en 2017 en Madrid… siempre fue muy profesional y atendía sus compromisos con sobrada pulcritud. Su conversación en la distancias cortas nunca dejaba a nadie indiferente, interesante a la par de divertido era compartir con él unas viandas…
Sería en 2004 o 2005 cuando me contó la confidencia de su próxima publicación “Muertes paralelas” que luego vio la luz en 2006, me prometió que me lo dedicaría… dicho y hecho… me invitó a una presentación pública en la calle Atocha y allí lo hizo notorio…
Escribiendo estas letras me vienen muchas pinceladas que intento poner en pie, pero he de reconocer que hasta que Javier Portella hizo de introductor de embajadores en la casa de Dragó para sumarlo al proyecto de Posmodernia junto a Rafael Meléndez-Valdés, y descubrí mi alergia a los gatos, no tuve un trato tan constante y semanal con él. Mi reconocimiento aquí también a Gonzalo Altozano que nos ayudó a terminar de ponerle el cascabel al gato para facilitar que Fernando acudiera semanal y puntualmente con su pluma a las páginas de Posmodernia.
Nos asustó a todos al principio de 2022 durante un viaje que realizó a Grecia junto a su querida Emma, él más preocupado de sus compromisos literarios que de su salud no quiso que pasara ni un día para avisarnos de su falta a la cita con los lectores de Posmodernia… Hasta septiembre del año pasado, en una comida junto a Gustavo Bueno e Iván Vélez no conocimos los pormenores de su tragedia Griega… llorábamos de la risa… ¡que manera de convertir un incidente preocupante en una sobremesa jovial y festiva!…
Se me queda en el tintero un viaje que teníamos programado el pasado invierno y que tuvimos que suspender por el frío, y que íbamos a realizar en esta primavera… invitación que nos cursaron Pilar y Moises Fraile junto al médico Luis María Cacharro para una comida y un tentadero de hembras en la ganadería salmantina de toros bravos “El Pilar”… seguro que desde las estrellas estará disfrutando de gaoneras y chicuelinas…
Suspendimos por alejar la guadaña del frio, pero esta claro que la tradición de las parcas y el Dios celta Ankou siempre anda al acecho…
Han sido muchos los compañeros posmodernos que han querido dedicar unas palabras a Fernando, ya sea en privado o en público desde nuestras páginas, y yo no he querido ser menos cerrando ya este merecido homenaje. Desde el reclamo que hacía Bueno en defensa de la institucionalización del legado de Fernando Sánchez Dragó hasta la última aportación de nuestro presidente, todos coinciden en el aspecto humano de Fernando. Un hombre generoso y muy amigo de sus amigos. Los que tuvimos la suerte de conocerlo se nos queda un vacío… aunque parafraseando a Dumas vía el artículo de Rafael Meléndez-Valdés “Los amigos que perdemos no reposan en la tierra, están sepultados en nuestro corazón”