Mediocracia: poder político, democracia y medios de comunicación (5)

Mediocracia: poder político, democracia y medios de comunicación (5). Emmanuel Martínez Alcocer

Leer anterior… Medios de comunicación

CLASIFICACIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Respecto a las distintas clasificaciones de los medios de comunicación que se pueden hacer es posible encontrar multitud de ellas. Por nuestra parte creemos que puede ser útil clasificarlas en función de las tres características básicas que hemos explicado más arriba.

Por ejemplo, una clasificación basada en la plataforma, técnica o tecnología empleada es la realizada por el científico de la comunicación alemán Harry Pross. Éste distingue medios de comunicación primarios, cuando la información es transmitida sin técnicas ni tecnologías. Mediante la propia voz, por ejemplo. En segundo lugar distingue los medios de comunicación secundarios, que son aquellas en las que el emisor de la información emplea una técnica o tecnología pero no el receptor, como por ejemplo en los casos de la prensa impresa. En tercer lugar distingue los medios de comunicación terciarios, aquellos en los que tanto el emisor como el receptor emplea un aparato tecnológico, como la radio, la televisión (o las redes sociales, añadimos nosotros).

Otra clasificación que se puede ensayar en función de los lenguajes empleados, es decir, según la segunda característica que distinguimos de los medios de comunicación, es aquella que tiene en cuenta el distinto alcance de dichos lenguajes. Por ejemplo, podría hablarse de medios de comunicación regionales o locales cuando se trate de prensa, radio, televisión… que emplee principalmente un lenguaje regional o local. Es el caso de los medios de comunicación que usan sólo el catalán, el siciliano o el bávaro o austro-bávaro, por poner algún ejemplo. En segundo lugar podríamos hablar de medios de comunicación nacionales, aquellos que emplean las lenguas nacionales, como por ejemplo en los casos de las radios nacionales de los distintos países. En último lugar podríamos hablar de aquellos medios de comunicación que, sin perjuicio de su implantación nacional, pueden adquirir una dimensión internacional gracias al empleo de un lenguaje de alcance internacional o universal, como puedan ser el español o el inglés.

Por último, en una línea parecida a esta segunda, podría realizarse una clasificación en función de la capacidad de alcance del mensaje, siguiendo la tercera característica que hemos mencionado arriba. Así, distinguiríamos medios de comunicación dedicados a in-formaciones de alcance local o regional, como es el caso de la prensa escrita de una ciudad o de una región, que trata preferentemente temáticas que pueden interesar a ciudadanos de una ciudad o una región pero no tanto a los residentes en otras ciudades o regiones. En segundo lugar distinguiríamos aquellos medios de comunicación de alcance temático nacional, como la prensa nacional, o las televisiones nacionales, que, sin perjuicio de abordar temas locales e internacionales de importancia, se centran en temáticas que afectan a todos los nacionales de un Estado. Y por último, obviamente, hablaremos de aquellos medios que, por su temática, tienen un alcance internacional, como las agencias internacionales o los reportajes de guerra. Cadenas como RT, CNN o Al Jazeera son conocidas a este respecto. Mediante estas informaciones y medios los ciudadanos de una nación

pueden informarse (si es que es posible superar los sesgos y las desinformaciones) de lo que ocurre a miles de quilómetros de su hogar.

Por supuesto, reconocemos que las clasificaciones a realizar pueden ser distintas a estas, incluso empleando los mismos criterios. Esto que acabamos de ofrecer no lo hemos hecho con un ánimo excluyente, pero sí que creemos que muestra suficientemente la fertilidad de las distinciones hechas. Al mismo tiempo, a pesar de que hemos hecho tan sólo una clasificación en función de uno de los criterios cada vez, tampoco negamos la posibilidad de realizar o ampliar las clasificaciones emparejando los criterios (el primero con el segundo, el primero con el tercero, el segundo con el tercero). O incluso buscar una clasificación a partir de los tres criterios a la vez pues, obviamente, los tres están en cualquier medio de comunicación.

PRINCIPALES GRUPOS MEDIÁTICOS EN EUROPA

Para que no parezca que estamos hablando en abstracto, aunque si así fuera tampoco sería algo reprochable ya que, como dijo Lenin, lo abstracto cuando es verdadero no nos aleja de la realidad sino que nos acerca más a ella; para que no lo parezca, decimos, quizá también sería conveniente una vez hecho todo este recorrido detenernos al menos un momento para nombrar a los principales grupos de comunicación o mediáticos de Europa. Al menos para tener las referencias claras, a pesar de que son grupos bastante conocidos. Cosa bastante lógica puesto que su propia importancia hace imposible no conocer al me-nos algunos de ellos.

Desde hace un tiempo, sobre todo desde los años noventa del siglo pasado, quizá por el auge de la economía financiera y por la competición feroz en los mercados y por las audiencias, los grupos mediáticos o de comunicación han tendido a concentrarse y fusionarse, dando como resultado grupos cada vez mayores y, por tanto, con mayor poder mediático. Seguramente por eso no sea casual que a partir de esta década, que comenzó con algo importantísimo para nuestro presente: la caída de la URSS, la bibliografía en torno a la mediocracia sea más abundante. La crisis económica mundial iniciada en el año 2008 fue importante también para este proceso. Y por supuesto, la irrupción de la comunicación por internet, y el cambio en los hábitos de consumo que ha provocado, ha llevado a cambios importantes y acelerados en el sector. Por si fuera poco, numerosos escándalos políticos y periodísticos en los últimos años han causado en una parte importante de la ciudadanía una creciente desconfianza en la clase política y periodística, por lo que estos se han visto obligados a responder a esta situación. Una desconfianza que seguramente se ha acrecentado desde el año pasado con todo lo ocurrido por la pandemia. Esta situación generada por la pandemia, que, como decimos, ya existía antes pero que se ha agudizado tremendamente desde el año pasado, ha llevado a una quiebra muy grande en la confianza de los ciudadanos respecto a la gran mayoría de los medios de comunicación, que perciben como oficialistas, y respecto a los grupos dirigentes, que se han caracterizado por la falta o ausencia de liderazgo. Esto, por supuesto, supone un impacto sobre el fenómeno de la mediocracia y sobre la estabilidad de las democracias europeas.

Todo estos cambios han llevado a una disminución de los ingresos en publicidad, un menor consumo de la prensa en papel (que progresivamente se ha ido digitalizando a marchas forzadas) y una importante pérdida de credibilidad en sectores de la sociedad (mientras que, paradójicamente, ha aumentado en otras; aunque quizá esto sea explicable mejor si al efecto de la mediocracia añadimos el fenómeno de la creciente polarización social, esto habría dado lugar a una desconfianza cada vez mayor hacia aquellos medios que son «del grupo ideológico contrario» y, a su vez, ha aumentado la confianza en los medios del grupo «propio». El nosotros y el ellos no hace más que crecer).

Estos cambios también han generado una situación nueva para los grupos de comunicación de relevancia para la mediocracia. Y es que la pérdida de lectores así como la tendencia a la multiplicación de medios audiovisuales que ha producido la irrupción de internet –que también ha permitido que surjan medios escritos y audiovisuales independientes, aunque por ahora con un número de lectores y de audiencia menor–, lo que provoca una disminución de las audiencias en los medios «tradicionales» –por ejemplo, se sabe que muchos jóvenes ya emplean más plataformas como YouTube antes que la tele-visión convencional–, ha llevado a una menor financiación a través de la publicidad. Como contrapartida, estos medios han encontrado la suplencia de esa falta de financiación a través de la publicidad institucional –lo que hace que permanentemente la caída en el oficialismo sea posible– y de la financiación más o menos directa (por ejemplo, a través del intercambio de acciones) por parte de los grupos bancarios[1].

Todo esto, decimos, ha hecho que los medios gratuitos sean cada vez más escasos, por imposibilidad de mantenerlos, y que los medios existentes sólo hayan podido sobrevivir gracias a esta financiación alternativa –y mediocráticamente peligrosa, pues siempre pueden ser condicionados por sus financiadores–, a la condonación de grandes deudas –lo que puede hacerlos también rehenes de sus condonadores–, y al agrupamiento cada vez mayor de las empresas dando lugar a la formación de grandes oligopolios. Por ejemplo, en España esto ha provocado que los medios audiovisuales se hayan concentrado en dos grandes empresas: Mediaset y Atresmedia, que acumulan en torno al 58% de la audiencia del país y el 89% de los ingresos por publicidad de la televisión en abierto. Aunque los principales grupos mediáticos son el Grupo Prisa, el Grupo Vocento y el Grupo Planeta (dueño de Atresmedia y la décima editorial a nivel mundial).

A nivel mundial el proceso es similar, pero a escala mucho mayor. Los seis grandes grupos mediáticos, con sede estadounidense, son Time Warner, Walt Disney Co., NewsCorp (que hace no mucho se fusionó con 21st Century Fox), NBC Universal, Viacom y CBS. Estos seis gigantescos grupos –los tres siguientes son Vivendi Universal y Bertelsmann, con sede en Reino Unido, y Sony, con sede en Japón– estarían controlando en la actualidad en torno al 70% de sector mediático en todo el mundo, lo que indica perfectamente el alcance de su poder. Y es que la pluralidad de medios no puede considerarse como garantía suficiente para la libertad y veracidad de la información proporcionada, pero la concentración en monopolios u oligopolios sí que puede considerarse como condición suficiente como para que esa libertad y veracidad informativa esté continuamente en peligro, pues la información vertida puede estar perfectamente sometida a los intereses de esas grandes empresas –mediocracia recta–. Es por eso que dichos procesos de concentración «preocupan a un grupo numeroso de especialistas, ya que atenaza-rían la libertad de expresión y amenazarían con asfixiar el pluralismo en las sociedades democráticas debido, principalmente, a la ominosa convergencia entre intereses económicos, políticos y mediáticos en la mano de un número muy restringido de conglomerados y personas»[2]. Y aún más, porque se llega a considerar que la realidad actual de los medios de comunicación «es la de los grandes conglomerados con inversiones diversificadas, una enorme capacidad de influencia en las audiencias, una fuerte ideologización en detrimento del pluralismo y una cultura empresarial dominada por un crudo «darwinismo» a todos los niveles del espectro –sea en el ámbito global, regional o nacional–»[3].

De modo que hablaríamos de unas empresas o grupos mediáticos que tendrían tal poder que pueden tener independencia en muchas ocasiones respecto al poder político, al menos en las ocasiones en las que no vaya de la mano con éste u obligados por éste –mediocracia oblicua–, pero esta independencia no tiene por qué significar que se proporcione al público una información no manipulada o ajustada a los hechos. Esta independencia puede significar, perfectamente, independencia para manipular, es decir, para presentar los hechos de una determinada forma, para informar sobre unas cosas y no sobre otras, para presentar tal cantidad de información y con tal rapidez que se haga imposible la atención necesaria y su asimilación, etc. Por eso señala Citlali Villafranco Robles que, a su modo de ver, «la creación de grandes consorcios de las telecomunicaciones reduce de manera automática la información disponible a que tienen acceso los ciudadanos, repercutiendo en las posibilidades de elección y de fiscalización, al tiempo que supone retos para las posibilidades de regulación de los Estados. […] la competencia económica ha reconfigurado los medios de comunicación a nivel internacional, cuestionando los supuestos básicos de la teoría democrática. Actualmente se discute sobre los mecanismos que permitirán mantener la diversidad de fuentes de información»[4].

Estos seis grandes grupos, como decíamos, contarían con hasta 1.500 periódicos en todo el mundo, 1.100 revistas, 2.400 editoriales, 9.000 emisoras de radio y 1.500 cadenas de televisión[5]. Por citar un nombre propio entre tantas empresas podríamos hablar de Rupert Murdoch, el dueño de NewsCorp. Éste sólo en Estados Unidos contaría con el control de empresas como Fox News, Wall Street Journal o New York Post, cadenas y periódicos que, además, son consultadas en todo el mundo. En Reino Unido cuenta con medios como BSkyB, Sun y Times. Y en Australia es dueño del Herald Sun y The Australian. Como vemos, su emporio se extiende con contundencia por toda la anglosfera y allá donde esta llega en otros países.

En éste ámbito anglosajón, y sobre todo estadounidense, también debemos destacar la irrupción en el campo mediático de las grandes tecnológicas y de internet, en concreto el grupo denominado GAFA: Google, Amazon, Facebook y Apple. Este grupo, además de numerosos acuerdos relacionados con las tecnologías y plataformas digitales utiliza-das, ha irrumpido mediante la financiación y la publicidad. Tampoco se han privado de la compra directa de algunas de las nuevas plataformas de comunicación más importantes. Google, por ejemplo, compró la plataforma audiovisual YouTube en 2006 por 1.300 millones de dólares. Facebook, por su parte, se hizo dueño de la importante red social Instagram y de la aplicación de mensajería Wahtsapp. Amazon, además del desarrollo de tecnología propia y la colaboración con numerosas empresas, ha apostado por el desarrollo de sus propias plataformas como Amazon Prime Videos o Amazon Music. Además, su dueño, Jeff Bezos, compró en 2013 por 250 millones de dólares el periódico Washington Post. Apple, por último, también está haciendo un esfuerzo en el desarrollo de una televisión propia, en competición con otros gigantes del entretenimiento por internet: HBO y Netflix.

Todos estos cambios, apariciones de nuevas plataformas y compras y ventas de medios de comunicación, además de por el desarrollo tecnológico, han sido posibles por los «cambios de dirección en la economía mundial promovidos por el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio[6], quienes establecieron la necesidad de reducir el gasto público y de iniciar el proceso de privatizaciones; por esta razón, en los últimos veinte años la radio y la televisión públicas vivieron recortes en su presupuesto y posteriormente fueron privatizadas». A su vez, «estas nuevas condiciones fueron formalizadas con la entrada en vigencia de acuerdos y convenios internacionales: los acuerdos sobre comercio de propiedad intelectual (TRIPS: Trade Related Intellectual Property) y sobre servicios (GATS: General Agreement on Trade in Services) y, por otra parte, los acuerdos firmados en el marco de la Organización Mundial de Comercio en febrero de 1997 […]»[7]. Por todo ello no han sido sólo estas grandes tecnológicas que mencionábamos las que llevan un tiempo comprando o reflotando medios de comunicación tradicionales o actuales. Como señala Julia Cage en su estudio Salvar a los medios de comunicación, desde hace tiempo también asistimos a un auge por la compra de medios de comunicación por parte de multimillonarios (acabamos de ver el caso de Jeff Bezos). Un ejemplo es el aportado por Warren Buffet, que ha comprado multitud de medios de comunicación en las últimas décadas; en 2012 llegó a comprar 63 periódicos anteriormente pertenecientes al grupo Media General. Un caso curioso un tanto distinto a estos es el del fundador de eBay, Pierre Omidyar, que ha llegado a invertir 250 millones de dólares para el desarrollo de First Look Media, que se compone tanto de una publicación (sin ánimo de lucro) como de una empresa tecnológica, con un objetivo contraoficialista, es decir, con intención de suponer un medio y empresa crítica con el poder político.

En Hispanoamérica los más grandes conglomerados pueden concentrarse en cuatro: el grupo Televisa en Méjico, Globo en Brasil, el grupo Clarín en Argentina y el Grupo Cisneros en Venezuela.

Y para hablar de nuestra área más cercana y de mayor interés, Europa, podemos destacar que, a pesar de que estas políticas liberalizadoras impulsadas por Estados Unidos tuvieron y tienen un importante impacto y seguimiento en nuestro continente, al mismo tiempo se intentó desde la Unión Europea ejercer una política comunicativa que protegiera en la medida de lo posible la producción audiovisual del continente frente a la norteamericana. Por ello en 1993 se estableció como un mínimo un 51% de cuota de pantalla de producción europea frente a la externa.

Respecto a los grandes grupos mediáticos en Europa podemos destacar como los más ricos, más consultados y más extensos al grupo Bertelsmann en Alemania, los franceses Vivendi y Lagardère, la británica BBC, el italiano Mediaset (que ya hemos mencionado por ser uno de los más importantes también en España) o los españoles Atresmedia y el Grupo Prisa (fundado en 1972, sería el mayor grupo mediático tanto en España como en Hispanoamérica, con diversas empresas de radio, televisión, prensa escrita y editoriales).

Algunos de los medios más importantes en Alemania son el mencionado Bertelsmann, ARD (consorcio audiovisual de carácter público fundado en 1950), Axel Springer SE, ProSiebenSat.1 Media o Frankfurter Allgemeine Zeitung, que pertenece a una fundación privada. Respecto a los franceses podríamos destacar además de Vivendi (al cual pertenece Canal+, también presente en España) y Lagardère, la France Télévisions (el conglomerado público de radio y televisión) o Bouygues Telecom.

En el ámbito inglés ya hemos destacado la BBC, el conglomerado público de radio y televisión. Pero también podríamos destacar a News UK, que engloba periódicos tan importantes como The Times, The Sunday Times y The Sun. El grupo Trinity Mirror engloba el Daily Mirror, el Sunday Mirror, The People, Sunday Mail y Daily Record. O el grupo Press Holdings, que abarca publicaciones como Telegraph Media Group, Daily Telegraph, Sunday Telegraph y The Spectator. En Italia destaca la RAI, que es el conglomerado público de radio y televisión, el grupo Fininvest (al cual pertenece Mediaset), o RCS MediaGroup, el principal grupo editorial italiano, que además de cotizar en Bolsa y dedicarse al mundo editorial extiende sus intereses a la radio, el periodismo e internet.

Respecto al ámbito portugués quizá sea de interés destacar a Global Media Group, que abarca diversos medios como Diário de Notícias, Jornal de Notícias, O Jogo, Açoriano Oriental, y TFS Rádio Notícias. El grupo Media Capital, vinculado al español PRISA, que abarca también diversos medios como TVI, Radio Comercial, Cidade FM, M80 Radio, Lux, Maxmen, Portugal Diário, Agência Financeira, MaisFutebol, IOL. Así como el conglomerado público de Rádio e Televisão de Portugal.

Y en el caso español ya hemos mencionado algunos como el Grupo Prisa, el Grupo Vocento, el Grupo Planeta, Mediaset España y Atresmedia, pero son destacables otros como RTVE, el conglomerado de radio y televisión pública. También Unidad Editorial, que tiene vinculación con el grupo italiano RCS MediaGroup, arriba mencionado, y agrupa periódicos importantes como El Mundo, Marca o Expansión. Prensa Ibérica, que abarca multitud de diarios provinciales como El Faro de Vigo, La Nueva España (de Asturias), La Opinión de A Coruña, de Granada, de Málaga o de Murcia, entre otras, así como el Diario de Gerona, de Ibiza, de Mallorca, y Superdeporte. Otros grupos menores serían el Grupo Libertad Digital, que abarca Libertad Digital, esRadio y LibreMercado, o el Grupo Intereconomía, que abarca Intereconomía TV, Radio Intereconomía, La Gaceta y Punto Pelota.

Hay otros grupos de interés pertenecientes a otros países europeos, como los belgas o los vaticanos (los cuales, a través de medios como L’Osservatore Romano, Radio Vaticano, el Centro Televisivo Vaticano, la Librería Editora Vaticana y el Servicio Vaticano de Internet, tienen alcance en todo el mundo católico), pero detendremos aquí nuestra lista por dos razones. Primero para no eternizar esta relación ni hacerla ya más tediosa, y en segundo lugar porque con lo dicho es posible reconocer ya a los principales grupos mediáticos que podemos encontrar en la Unión Europea, tanto por la importancia de los países en los que están implantados (aunque, como se habrá podido ver, los grupos de cada país mantienen relaciones entre ellos y se extienden más allá de las fronteras) como por la lengua en la que son difundidos, que son las más extendidas de la Unión Europea.

Toca, pues, para terminar nuestro trabajo, ver en qué medida los diferentes medios de comunicación mantienen conexiones y relaciones con el poder político y en qué medida esto afecta a los países y poblaciones de la Unión Europea.

Continúa….


[1] Al respecto es posible consultar, por ejemplo, el artículo de Pere Rusiñol «10 años de crisis: dicen que «¡misión cumplida!»», en Media.Cat: https://www.media.cat/2019/06/05/10-anys-crisi-missio-complerta/ En él el autor no sólo habla de la influencia de los bancos en los medios, sino que llega a sostener que a raíz de la crisis de 2008 se han convertido en los dueños de los mismos.

[2] Pablo S. Bleda Aledo, «Medios de comunicación y democracia: ¿El poder de los medios o los medios al poder?», Sphera Pública, Nº 6, 2006, pág. 90.

[3] 17 Ibíd., pág. 95.

[4] Citlali Villafranco Robles, «El papel de los medios de comunicación en las democracias», en Andamios, Volumen 2, Nº 3, 2005, pág. 15.

[5] 19 Datos aportados por Jesús González Pazos en su ensayo Medios de Comunicación: ¿al servicio de quién?, Ed. Icaria, 144 págs.

[6] Organizaciones surgidas al calor del imperio estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial.

[7] Citlali Villafranco Robles, «El papel de los medios de comunicación en las democracias», en Andamios, Volumen 2, Nº 3, 2005, pág. 13.

Top