Están quemando España

Están quemando España. José Vicente Pascual

Llevo escribiendo artículos de prensa regularmente, en formato papel y en digital, desde 1997. Nunca me he jugado la boca como hoy me la juego.

Advertencia: las opiniones contenidas en este escrito son mías y exclusivamente mías; la redacción de Posmodernia no tiene por qué compartirlas ni le concierne ninguna responsabilidad respecto a las mismas. Ya.

Tengo la íntima convicción y la razonable, vehemente sospecha de que la ola de incendios que está arrasando España desde hace dos semanas —y lo que le queda—, responde a una estrategia perversa, terrorista, homicida y golpista, concebida desde altas instancias de la organización mafiosa que nos gobierna, orquestada desde la cloacas del poder y ejecutada por sicarios al servicio de quienes mueven los hilos de esta tragedia, los mismos que han llevado a España a la peor situación política y convivencial desde la guerra civil y no van a cejar hasta someter a la población por el miedo y la miseria, parasitar todas las instituciones del Estado y perpetuarse en el privilegio de la autoridad absoluta, como ya lo están haciendo las tiranías que gobiernan en sus países modelo: China, Cuba, Nicaragua, Venezuela…

Llámenme conspiranoico. Opinar, he opinado mucho en prensa a lo largo de treinta años, pero nunca, que yo recuerde —a lo mejor me equivoco mas no será con intención—, nunca he dado pábulo a teorías alocadas, fake news, conjeturas especulativas o supuestas noticias fundadas en la argumentación y no en los hechos.

Por el momento, y en lo relativo a los incendios, los únicos hechos a los que puedo referirme son el mismísimo fuego, la detención de unas treinta personas por ser presuntas causantes de los siniestros y el hallazgo por la Guardia Civil, en Galicia, de restos de lo que pudiera ser un artefacto incendiario, lo que daría razón al cálculo sobre intervenciones planificadas para provocar el desastre, sin nada que ver con «imprudencias» ni con la chaladura de pirómanos incontrolables.

Esos son los hechos.

La situación vista en perspectiva presenta, sin embargo, detalles muy intranquilizadores, concatenaciones de las que «dan que pensar».

Resulta que nuestro presidente se va de vacaciones lo más lejos posible dentro del territorio nacional, Lanzarote; y no se va una semana o diez días, no: veintitrés días (1), más vacaciones que muchos trabajadores de verdad. Resulta que al poco de recluirse en el palacete donde se aloja, bien custodiado para que nadie lo importune con la canción del verano, empiezan los incendios, todos ellos en comunidades autónomas gobernadas por el PP y/o el PP con el apoyo de Vox: Castilla y León, Madrid, Extremadura, Galicia, Andalucía. Resulta que de inmediato los medios de comunicación afines al gobierno lanzan furiosa campaña contra el PP, Mañueco y Ayuso especialmente —lo de Ayuso es un clásico—, por su «falta de previsión y escasez de medios», por estar de vacaciones, etc. Por supuesto, las vacaciones del presidente no cuentan porque los incendios, como las riadas de Valencia en octubre pasado, son problema de las autonomías; lo único que puede hacer el presidente es invitar a quien necesite ayuda para que la pida. Y resulta que al mismo tiempo, simultáneamente, los mismos medios afines al poder —o sea, casi todos—, replican cansinamente el mantra de «el verano más caluroso desde que se llevan registros», «la evidencia del cambio climático», y desde luego achacan la ola de incendios justamente al cambio climático, como no podía ser de otra manera.

Miren, de verdad, si no fuese porque tenemos el gobierno que tenemos no me jugaría la boca; pero esta gente ha demostrado ser tan groseramente maquiavélica, tan desfachatada, tan burda en sus manejos y tan bruta en la respuesta a sus propias crisis, que sería de necios pensar en explicación distinta: aprovechar el verano, los incendios que están llevando a la mitad del campo español a la pura ruina, para trasladar la conversación política de la corrupción al desastre nacional. Quieren hacer de Mañueco un Mazón, ya les salió medio bien la jugada con las riadas en Valencia —parece que la UCO va enfriando un poco aquellos entusiasmos—; llevan años con «los asesinatos» de Ayuso en las residencias madrileñas durante la pandemia… Total, una maniobra más apenas se va a notar.

Curioso: en Cataluña no hay incendios forestales este año. Ni en Cataluña ni en el País Vasco ni en Navarra. Sólo en comunidades gobernadas por el Partido Popular y alguna piña ardiente que ha saltado al principado de Asturias.

Empobrecer el medio rural es política estratégica de esta gente. Una estrategia urdida y puesta en práctica por individuos que no han pisado el monte en su vida, gente que tiene delirios ecológicos en la cabeza y que está empeñada en suplantar la realidad por esas mismas ideas: cosa de locos. No entro en la cuestión porque es larga y en este caso sobreexpone el argumento: no les basta con sus planes de «recuperación de la naturaleza», medidas que han causado inundaciones y ahora son combustible para los incendios, ni tienen bastante con la asfixia tributaria al empresariado rural, campesinos, autónomos, ganaderos y explotaciones agrícolas, con las lógicas consecuencias: despoblamiento, abandono de nuestro agro y refuerzo de importaciones agrícolas desde Marruecos o Suráfrica. No es suficiente para ellos, el campo español tiene que convertirse en tierra seca bajo paneles solares. Y en la tarea se aplican.

Los incendios están sirviendo, entre otras cosas, para borrar del mapa pueblos enteros, alentar a la población para que huya de sus casas, deje sus hogares y su vida atrás y no vuelvan nunca a un paraje quemado que seguramente servirá en el futuro para instalar placas fotovoltaicas.

En contacto con familiares de Llánaves de la Reina —León—, nos relatan que la Guardia Civil toma los datos de los vecinos que se niegan a marcharse y se quedan en sus tierras para combatir el fuego, dejando bien claro que lo hacen bajo su exclusiva responsabilidad. Si no hubiese sido por ellos muchos hogares habrían sido devorados por las llamas. Otra vez sólo el pueblo salva al pueblo.

En el valle de Valdeón, Portilla de la Reina y Llánaves, enclave paradisíaco en los Picos de Europa, declarado reserva de la biosfera y patrimonio de la humanidad, nunca ha habido incendios importantes —alguna vez prendieron más de la cuenta unos rastrojos y nada más—; pero este año resulta que surgen de la nada, así como espontáneos, fuegos en los tres lugares a la vez: el bosque y el pinar de Llánaves, los prados y la rivera de Valdeón y el círculo completo en Portilla. Al oeste, en Villanueva de Omaña, donde tampoco hubo antes incendios que pasasen de la anécdota, arde a todo arder —Fasgar— el abedular más grande de Europa. Así en toda la provincia, y en Zamora y en Palencia, en Orense, en Cáceres… El campo sin desbrozar —si desbrozas te multan—, arde muy bien. Provocar incendios es muy sencillo, y si se utilizan artefactos incendiarios el resultado es contundente, espectacular: sólo en la provincia de León, 17 incendios activos, nivel 2.

Abandono, miseria, miedo. Faltan efectivos. Los hidroaviones rusos que se utilizaban otros veranos y que resultaban eficientes para las tareas de extinción llevan dos años y medio inactivos por las sanciones económicas a Rusia. Otros hidroaviones ahora tan necesarios, por expresa determinación del gobierno, siguen en la misma situación: parados. El abandono, la miseria y el miedo están garantizados: dejad vuestros hogares, abandonad el campo, no se puede luchar contra «el cambio climático» desde el medio rural, hacinaos en las grandes ciudades, alquilad una habitación con derecho a cocina y meted allí a la familia, en un barrio que hace años era solamente un suburbio marginal y ahora es ejemplo de multiculturalidad; vivid de las ayudas que el gobierno os irá dando en cuentagotas, integraos en el nuevo proyecto de vida: miseria, miedo, abandono.

Tienen declarada la guerra a nuestro campo. Francia y España son los dos grandes productores agro ganaderos de Europa, pero las élites han dictado sentencia de muerte contra el agro y la ganadería. Dejad el campo, dicen, vaciadlo, olvidad vuestras tierras calcinadas, venid al nuevo paradigma, el rebaño sin ayer ni futuro, sin historia ni identidad, sin cultura ni tradición, que sobrevive y dura lo que puede con la mano extendida suplicante a la caridad del poder.

Lo dice muy bien dicho mi amigo Antonio Nadal: «Sánchez ya prepara las elecciones —incluso adelantarlas— con el fuego como bandera. Una vez más construirá sobre una tragedia la base de su renovado frente popular. ¿Engañara a gran parte de la población? Por supuesto. Y esa parte espera anhelante. Esto, por ahora, no tiene solución».

Vuelvo a jugarme la boca. Hace unos meses comenté a mi mujer: «Están jodidos, van a preparar algo gordo». Lo gordo del verano ya está. A ver qué será lo gordo del otoño. Lo gordo, los incendios, la España quemada, es la respuesta de Sánchez al cerco judicial que sufre su entorno, a la exposición por la prensa valiente de la corrupción escandalosa en su gobierno y en su partido, al clamor de las encuestas que le vaticinan desastre electoral. No hay pena para él ni para Zapatero, su director espiritual de visita en Lanzarote —otra casualidad—: España arde, la culpa es del PP, de Vox y de Ayuso, de los «negacionistas» del cambio climático y de los que no quieren vivir de la sopita boba del Estado. España arde y ellos tocan la lira desde Canarias.

Me juego la boca: son ellos. Están quemando España y son ellos. Es el mal y son ellos.


(1) Hoy, 17/08, después de una tranquila estancia desde el 02/08 en La Mareta, el presidente ha interrumpido provisionalmente sus vacaciones para acercarse a Villablino (León), interesarse sobre el terreno —más o menos— por la marcha de los incendios y dar una rueda de prensa. Está previsto que esta misma noche regrese al solaz de su retiro veraniego.

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