II concurso de relatos: Cuando vengas a Madrid

II concurso de relatos: Cuando vengas a Madrid

Publicamos el quincuagésimo trabajo perteneciente al II concurso de relatos “Una carta a un hijo” organizado por la escritora y farmacéutica, Esperanza Ruiz Adsuar, en colaboración con Posmodernia y las Bodegas Matsu perteneciente a la Denominación de Origen Toro. La participación en dicho concurso terminó el pasado 31 de octubre de 2020. Bases para la participación en el concurso

Título: Cuando vengas a Madrid

Pseudónimo: Justin Vega


Madrid, octubre de 2020.

Querida hija,

Sé que aún no puedes leer esta carta. Hay mucho que querría escribirte hoy pero que esperaré a contarte cuando me pongas cara y ojos. Te sorprendería la cantidad de cosas que sé de ti: el amor por tu familia, tus ganas de estar rodeada de gente, tus inseguridades —ay si yo te contara las mías—, e incluso algunas de tus aficiones. Te pienso alta, como yo. Te imagino algunos rasgos de tu prima Julia —¿sabías que es mi ahijada?—, que está a punto de cumplir diez años y que estoy seguro de que va a cuidar siempre de ti. 

Pienso en todos los planes que tengo contigo, en todos los planes que tengo para ti conmigo. Ahora mismo son un catálogo de primeras veces que, no te lo niego, me producen cierto vértigo, pero también hacen que me invada un estado de felicidad como de víspera que nace de la ilusión que me hace compartirlos contigo. Cómo será cuando se materialicen. No te quiero desvelar toda la película, pero te anticiparé algunos de esos planes: la primera vez que veamos la puesta del sol en el océano, la primera vez que te lea el libro de tu abuelo y el de tu bisabuelo, o los versos sencillosde Martí, que a mí me acompañan siempre; la primera vez que te vista con una túnica morada un Viernes Santo, la primera vez que me preguntes por los sugerentes nombres de las calles de mi barrio, en Madrid (Estrella Polar, Los Astros, Cruz del Sur), la primera vez que te ponga mi canción favorita, la primera vez que nos asombremos juntos bajo el brillo de Vega. Se me ocurren tantísimas primeras veces que no sé si vamos a tener tiempo para las segundas.

También quiero enseñarte algunas cosas de esos lugares donde he sido feliz:  las caracolas incrustadas en los ladrillos de algunos edificios de Cádiz, el reflejo del lubricán púrpura en el estanque del Retiro, la refrescante sombra de un laurel de indias que conozco en Sevilla —refresca de verdad, ya lo verás—, la cuadratura perfecta del paisaje que enmarcan dos columnas junto al río en Lisboa. Y quiero enseñarte, sobre todo, la tierra de la que viene tu familia, esa tierra fértil entre olivares a la que, si quieres, puedes venir a hacerme compañía cuando yo ya no esté. Pero esto es una forma de hablar, porque me harás compañía allá donde vayas, da igual la tierra que pisen tus pies. 

Te voy a confesar algo, hay muchas cosas de las que no estoy tan seguro —¿ves lo que te decía de mis inseguridades?—, y espero que sea el propio camino el que se vaya iluminando a medida que voy dando pasos hacia ti. Tengo algunas ideas para tu nombre, pero seguramente este se acabe decidiendo en una negociación en la que tendré las de perder, porque soy un negociador pésimo.  Tampoco tengo muy claro qué tiempo te va a tocar vivir, porque al momento de escribirte estas líneas todo parece muy frágil. De corazón espero que tengas la suerte que a mí casi nunca me ha faltado. De todos modos, nazcas cuando nazcas, hay cosas que siempre debes tener en cuenta: queriendo y sirviendo a los demás es como tendrás éxito. Puede que algunos te vendan que lo han alcanzado por otro camino o puede que les haya caído del cielo. Pero no te engañes, la mayoría de las veces solo serán espejismos, porque el éxito de verdad es estar en la mente de alguien. Y tú ya has empezado a cosecharlo al estar en la mía, aún antes de venir al mundo. 

Un poco sonrojado te reconozco que hay cosas de ti sobre las que aún tengo que investigar, sobre todo aquellas que se te han pegado de tu madre. Por decirlo en pocas palabras, estoy trabajando en ello. Y te prometo que antes de que vengas aprobaré con nota el examen sobre esas cosas que aún tengo que descubrir. ¿No te parece, aún así, que descubrirlas va a ser una bonita aventura?

Me acuerdo de unos versos —también te los enseñaré— en los que un padre le dice a su hija «que le dio naciendo la alegría perfecta». Es así como yo te espero, en la esperanza de la alegría perfecta. Y te esperaré todo el tiempo que haga falta, tú tranquila, porque igual que de alguna forma tú ya formas parte de mí, seguro que aunque todavía no estemos juntos yo también formo parte de ti. La primavera sabe que te espero en Madrid.

Nos vemos muy pronto.

JV

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