La vida de Kirk no vale nada para estos santurrones del totalitarismo. Los actos atroces siempre los han cometido individuos adoctrinados, robotizados por la ideología, que llevan el odio en la cara como en las entrañas y que no se cuestionan sus acciones, porque para eso ya habrá otros que probarán que sus crímenes lo son menos, aunque no se arrepientan de ellos, que son un eslabón que les va a permitir entrar en las instituciones y cobrar un buen salario.
Los males sistémicos
El espectáculo al que asistimos en el último mes nos ha mostrado algunos, y solo algunos, de los males de un sistema que ha ido derivando, sin frenada posible, hacia el detritus. El curriculum vitae inventado demuestra dos cosas: por un lado, que los políticos españoles sabedores de los pocos méritos que les adornan, y de sus muchos defectos, necesitan acudir a falsificaciones para compensar la escasez de virtudes; y por otro lado que el sistema propicia que a esos mismos políticos no se les exija y tampoco se compruebe lo que al resto de ciudadanos se nos requiere para concurrir a un puesto en la Administración o simplemente para realizar una actividad para la que te avala el título.
¿Hubo alguna vez un Estado de Derecho?
Los males sistémicos del Estado de Derecho muestran la existencia de un mecanismo de opresión exacerbado, ese que los juristas del XIX no supieron ver, porque la realidad sería muy distinta apenas pasado un siglo. La política actual es la del resentimiento. Gobiernan los resentidos: los que rechazan el esfuerzo, el trabajo y el mérito, el pundonor y la honestidad, la capacidad y el conocimiento, que no se improvisan.