¡Claro Mamá, es que tú eres facha!

¡Claro Mamá, es que tú eres facha!. Raul Morales

Hace solo unos días me comentaba una señora, con edad suficiente para tener hijos avanzada la veintena, que, en medio de un proceso gripal con todos sus perejiles, sus hijos le reprochaban de forma enfervorizada que fuera a trabajar en tal estado de salud. Ante esta recriminación y no sin cierta carga de culpa, ella les explicaba que no podía dejar de atender a las personas que dependían de ella. Era simplemente un acto de responsabilidad, gracias al cual su trabajo prosperaba y la familia podía disfrutar de las comodidades que su sueldo les deparaba a todos. Ante esta explicación su hijo simplemente le espetó, con absoluto convencimiento de lo que decía, “Claro Mamá, es que tú eres facha”.

Desde su punto de vista, tal condición es equivalente a tener unos valores irrenunciables, una entrega sin límites o una obligación moral de responsabilidad personal más allá de lo exigible. Para ellos, estas son cualidades de otros tiempos u otra sociedad distinta a la que habitan, no es lo que ven en la clase política que tiene acceso diario a las televisiones, no sale en Youtube, ni en los realitys, ni en TickTock.

Esta aseveración puntual de un veinteañero no es más que el reflejo de una sociedad, no hacia la que nos dirigimos, si no en la que ya estamos inmersos. El trabajo, el esfuerzo o la responsabilidad personal son valores desaparecidos en las nuevas generaciones. Si los alumnos suspenden se rebajan los temarios exigidos, si las carreras universitarias requieren mucha dedicación las acortamos. Ya no existen las carreras medias y superiores, todos cuatro años, todos obtienen el mismo grado y todos somos iguales en derechos y …, y derechos por supuesto. Las obligaciones, hace una generación que desaparecieron de los hogares españoles. Todos igual de mediocres.

Hemos acostumbrado a nuestros jóvenes a que con lo mínimo es suficiente, y si eso no basta no pasa nada, lo reducimos a lo que esté dispuesto a esforzarse, o nos quejamos en la delegación de educación correspondiente y asunto arreglado. Que los padres en general también tenemos nuestra culpa en lo que les está pasando a nuestros hijos. Entre los que realizan estudios superiores, ¿superiores a no se sabe qué? pues ya no los hay inferiores, lo normal es que cada curso se tarde al menos un año y medio en superarse, pero por supuesto todos viajan a alguna capital europea con los compañeros a pasar un fin de semana. Ni que decir tiene, que disfrutar de una beca Erasmus de al menos seis meses, es un derecho inalienable. Para que hablar de ropa, paga, vacaciones, regalos, para muchos el coche, todo viene de serie con nuestros hijos, por lo tanto, ni se cuestiona.

¿Pero todo esto a cambio de qué? ¿Qué le exigimos a nuestros hijos por una vida, mejor dicho, una muy buena vida regalada? Colaborar en casa ni se plantea, terminamos antes encargándonos nosotros mismos de las tareas domésticas, además ellos están agotados, las RRSS deben de extenuarlos psicológicamente. Si le planteamos a uno de estos críos de veintitantos añitos que aporten dinero, se pueden estar riendo de ti una semana. Que no hay trabajo para alguien sin carrera es la primera respuesta. Pero la carrera no la terminan hasta cerca de los treinta y si les ofreces trabajos sin necesidad de cualificación “¿Yo de camarero, por 500 euros?” Mientras, los padres seguimos dando el cayo y manteniendo holgazanes, que, en el mejor de los casos, poco a poco, creemos que los sacaremos adelante a los treinta y algo.

Ni hablemos del respeto a los mayores, eso está desfasado. Ellos pueden criticar sin piedad cualquier comentario moral que plantees en la mesa, pero ándate con mucho cuidado si refutas alguno de los dogmas progres con los que los han adoctrinado. En España, decir “MARICÓN” delante de tus hijos pronto será delito, si no lo es ya. De hecho, ya no son raros los casos de denuncias de los hijos a los padres, o de sentencias judiciales que obligan a los progenitores (1 o 2) a seguir manteniendo a los menores, de 30 años.

Con estos mimbres será difícil sacar un país adelante. Las nuevas generaciones no solo no se esfuerzan, no tienen el más mínimo interés en hacer nada que no sea su estricta obligación y como hemos dicho, si es demasiado… Este es el resultado de años de políticas educativas no laxas, si no delictivas. Una ardua tarea de ingeniería social promovida por el PSOE a través de leyes que solo contemplan derechos y que el PP nunca se ha atrevido a criticar, ni a subsanar cuando tuvo oportunidad y mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Entre los dos, PSOE y PP, han creado una generación de vagos, incultos, mediocres y desagradecidos, adoctrinados desde el jardín de infancia. Una generación que, si no es capaz de sacar su vida adelante, menos aún van a poder sacar un país. La excusa la de siempre, “viene de Europa”. Otra de las grandes mentiras de los gobiernos que reinan en el bipartidismo. Nunca se menciona que tener un pesebre de animales con derecho a voto y recibir regalías del gobierno de turno, es la mejor forma de asegurarse la continuidad en el poder y la alternancia. Cuando consigues que los jóvenes no piensen, no se revelan. Cuando consigues que no se esfuercen por lo que consiguen, no reclamarán a los gobiernos que lo haga. Cuando las televisiones a sueldo dictan la vida y los cánones de comportamiento, ya lo tienes todo amarrado. En el momento que consigues que dependan de las leyes y paguitas progres, conseguirás que sigan votando a los progres del PSOE y PP hasta el fin de los tiempos. Aunque con ello destruyan el país y nos conviertan en otra Venezuela. Todos pobres, pero amamantando a la clase política y a sus correligionarios.

Como decía Giogia Meloni en su mensaje a VOX en el VIVA 22, “probablemente en toda Europa hay una mayoría de ciudadanos que no se reconocen en las utopías y las ideologías de izquierda”. Esperemos, que como los hijos de la “señora facha” de la que os hablaba, los jóvenes españoles sean capaces de identificarse y admirar los valores que hicieron grande España. Que seamos capaces de inculcarles, como sociedad, la forma de progresar en la vida tanto a nivel personal como colectivo y que reconstruyamos entre todos un futuro que solo está en sus manos.

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