Tras dos décadas de negligente gobernanza de la UE por parte de los populares europeos (PPE), la unión ha logrado alcanzar la más absoluta irrelevancia internacional. Surgen nuevos actores en pugna por el hegemón mundial. Brasil intentó liderar los Brics, hoy en manos Chinas con una economía creciente y mantenida en la última década. Se ha recuperado de la crisis sanitaria mundial, provocada por sus laboratorios, y de la deslocalización de las cadenas de valor, ostentando el 2º puesto de la clasificación macroeconómica mundial.
Mientras, Estados Unidos y Rusia quieren acabar con la Unión Europea para sacar de la carrera a un potencial competidor el primero, y para recuperar el peso geoestratégico el imperialista zarista. Por pegarnos un tiro en el pie, que nunca viene mal, los europeos financiamos las guerras rusas mediante ingentes contratos de gas, y les ayudamos a crear una alarma cercana al pánico en todos los países frontera con el dictador ruso. Lo que hace que un buen número de países atiendan principalmente a proteger sus fronteras y áreas de influencia, en lugar de intentar crecer y fortalecer sus economías.
El suicidio demográfico europeo contrasta con el crecimiento desmedido de la población del continente africano, que, junto a China e India que ya ha superado a la primera, alimentan al 50% de la población mundial. El coctel demográfico de baja natalidad y envejecimiento de la población supone un coste inasumible para Europa. El descenso de población en edad laboral no solo representa una merma de los cotizantes, si no que eleva la presión del sistema de pensiones, incrementa el gasto sanitario / social y ralentiza el crecimiento económico.
Por suerte, la UE contrarresta toda la presión que recibe con muchísima, infinita burocracia, que como todos sabemos es la mejor arma en pro del crecimiento económico. Se estima, pues la UE no presenta cifras oficiales, que, durante los mandatos del PP europeo de las últimas dos décadas, entre Durão Barroso, Junker y von der Leyen han alcanzado a aprobar unos 60.000 actos legislativos. Sin duda pueden presumir de liderar un ranquin, el de mantenerse en el poder distrayendo a sus votantes con miles de formularios que rellenar.
La salida natural de Europa, la única salida, más bien la salida de emergencia, está en el continente hermano. España se ha mantenido hasta hoy medianamente en pie, gracias a que las empresas españolas miraron al continente a finales de los 90, cuando llegaron las privatizaciones de las estratégicas iberoamericanas. En buena lid, pujando y pagando más que nadie, se hicieron con las grandes. A diferencia de otros, como los italianos de Enel que han desguazado y vendido Endesa por piezas, las empresas españolas hicieron grandes inversiones en Hispanoamérica entre el 97 y 2014, modernizando y bancarizando el continente desde un planteamiento de desarrollo de país, renunciando a los modelos extractivistas anglosajones. Al igual que ya hicimos en el siglo XVI, los españoles introdujimos un cambio tecnológico que hoy convierte a Hispanoamérica en un objeto de deseo en los mercados.
El continente entero es una joya, posee grandes riquezas naturales, agricultura, pesca, minería. Es tremendamente rica en eso que hemos aprendido el ultimo año que es tan importante y sin lo que ya no podemos vivir, aunque no sepamos lo que es exactamente, las “tierras raras” son el oro del siglo XXI. Encierra las mayores reservas de petróleo, ahora que parece que la moda de las renovables decae, vuelve a ser clave para el desarrollo de cualquier economía. Y, sobre todo, tiene la población que tanto necesitamos en Europa. Según la OCDE precisaremos incorporar entre 13 y 15 millones de nuevos trabajadores para cubrir las vacantes que dejarán los jubilados y satisfacer la demanda del mercado laboral hasta 2030. Pues esta es una población que adora a nuestro mismo Dios, come nuestra misma comida, tiene nuestros mismos valores transmitidos durante siglos de hermanamiento, y en nuestro caso particular, hablan el mismo idioma. Entiendo que no son necesarios más argumentos.
La modernización que hemos impulsado en estos países nos deja un marco de acuerdos solventes con los gobiernos iberoamericanos, con inversiones extranjeras legalmente reguladas, tribunales de arbitraje privados y garantías suficientes para inversores internacionales. Si se ratificara el Acuerdo de Asociación con Mercosur suspendido desde el 2016, adicionalmente al acuerdo Marco de Cooperación entre la Unión Europea y la Comunidad Andina alcanzado en el 97, nos encontraríamos en un marco con acuerdos regulatorios con el 95% de la población de Sudamérica.
Sin duda tienen problemas que restan velocidad a sus economías, como conjunto no tienen un mercado armonizado como pasa en la UE. La fractura política es clara, tres dictadores de izquierda, tres presidencias alineadas con Trump y una alta influencia del narco en los gobiernos. Las previsiones de crecimiento del conjunto son bajas (2,5%) para los retos que tienen que afrontar, y el 50% de su fuerza laboral es irregular. Pero no nos pongamos estupendos a mirarlos levantando la nariz, que en Europa estábamos hasta hace 10 años sumidos en la crisis del euro con unas primas de riesgo desbocadas. Hoy en día, mantenemos un brutal endeudamiento de la zona euro (87,4%), el Brexit, Crimea, una guerra en nuestra frontera, todo el Este mirando a Putin con las piernas temblonas y podría seguir así un rato.
Lo que se evidencia es que, para Europa la salida, la única salida, es Sudamérica. Ellos tienen lo que necesitamos urgentemente y nosotros podríamos ayudarlos a organizarse y armonizarse. Esperemos, si los ciudadanos europeos no dejan de votar a los burócratas del PP, que estos se levanten algún día con una mala resaca de los muchos problemas que nos acosan, y se les ocurra aplicarse a hacer los deberes.