Las tropelías de Open Arms

Las tropelías de Open Arms. Rubén Pulido

Open Arms vuelve al Mediterráneo Central y en esta ocasión lo hace con un juguete nuevo, el denominado Open Arms Uno. Entiéndase la ironía, porque es de todo menos un juguete, el nuevo buque de la ONG de Oscar Camps puede acoger sin despeinarse hasta 1.000 inmigrantes, tiene unas dimensiones similares al buque Clara Campoamor de Salvamento Marítimo y según fuentes de la propia SASEMAR, su consumo podría elevarse hasta los 1.000 litros de combustible a la hora.

Esta claro que estas “misiones” en el Mediterráneo Central no son económicas, allá por el año 2018 fue el propio Òscar Camps el que reconoció que dichas “misiones” le suponían un coste de aproximadamente 7.000 euros diarios. Eso con el anterior buque (el Open Arms) y al precio al que se cotizaba el combustible por aquella época. E imagino que en torno a dicha declaración iba también aparejado el coste que le supone su apreciada tripulación.

En definitiva, mantener a flote su estructura humanitarista podría estar suponiéndole en estos momentos más de 10.000 euros diarios. Intuyo que sus donaciones “privadas” deben ser ampliamente cuantiosas, porque a tenor de lo que reflejan las memorias de la propia ONG, no me salen las cuentas. Y créanme, he querido entenderlo y he molestado a buenos amigos que saben más de números que un servidor, pero a ellos tampoco le salen las cuentas. Algún día encontraremos una explicación.

Lo que no tiene explicación alguna posible es que habidas evidencias e irregularidades diversas en torno a esta ONG, esta siga navegando con total impunidad para servicio de señores de la guerra, que entre otros menesteres, se dedican a traficar con personas. Y lo digo claramente, la ONG del Sr. Òscar Camps está al servicio y disfrute de las mafias que a día de hoy operan en al área de Túnez y Libia, sin su barco merodeando frente a costas africanas, para muchos de estos traficantes no tendría sentido su actividad delictiva.

Su último “rescate” tuvo lugar el pasado 17 de agosto. Según la versión del conglomerado filantrópico, después de horas de búsqueda dieron con el paradero de 101 inmigrantes ilegales que habían partido desde costas tunecinas y que se encontraban “a la deriva” en una embarcación equipada con dos motores fueraborda Yamaha con una potencia de 75 CV cada uno valorados en más de 20.000 euros.

Para más inri, el presunto rescate –que más bien era una recogida– se efectuó a poco más de 35 millas náuticas de las costas de Túnez. ¿En aguas internacionales? Sí, por los pelos y con un aparente indicio que parece apuntar hacia un acercamiento pactado a fin de no operar en aguas jurisdiccionales que no corresponden a la ONG de Òscar Camps.

La susodicha embarcación que ocupaban más de 100 inmigrantes ilegales mantenía unas condiciones de flotabilidad aptas, no oba sobrecargada y el motor habría estado en funcionamiento minutos antes de que Open Arms entrase en faena. Esto en el Mediterráneo Central, en Túnez, en Sevilla o en Córdoba, no es un rescate, es una recogida, más si cabe cuando con anterioridad habían tenido lugar ofertas para la organización de viajes en embarcaciones similares con una motorización idéntica en grupos de Facebook controlados por las mafias de la inmigración ilegal. Como diría aquel: blanco y en botella.

Y aquí está la principal cuestión. Ya no se trata solo de que esta ONG pueda detonar un evidente factor atracción para mafias libias y tunecinas, tampoco os estoy hablando ahora del aumento de fallecidos que puede llegar a producirse a raíz de detonar dicho factor atracción. Os estoy hablando de que con el derecho marítimo en la mano, el Sr. Òscar Camps podría estar incurriendo en varios delitos por los que ya ha sido investigado.

El Derecho Marítimo Internacional impone a cualquier buque privado o público el deber de salvar a cualesquiera personas cuya vida se encuentre en peligro en la mar y de conducirlas al puerto seguro más cercano. Con independencia de su condición, razón o motivo por el que se hallan en peligro. En eso estamos todos de acuerdo, menos la tripulación de Open Arms, que tras recoger a estos 101 inmigrantes ilegales, no los derivó a ningún puerto tunecino y aún se encuentran a bordo.

Por otro lado, que sean inmigrantes ilegales embarcados deliberadamente en embarcaciones neumáticas con el propósito de convertirlos en unas pocas millas en náufragos impostados no modifica para nada la obligación jurídica de salvamento de todos los buques que los encuentren, pero en este punto la fiscalía no debe ignorar que podríamos encontrarnos ante un presunto caso de fraude de ley según el artículo 6.4 del Código Civil.

Y con lo anterior quiero decir que no se puede ignorar que con toda deliberación se haya creado una situación concreta bajo el amparo de una determinada ley (la de salvamento) para, a través de ella, burlar la aplicación de la que en puridad corresponde a esa situación concreta (la de inmigración). No se puede ignorar que podríamos estar ante la consecución de un resultado prohibido en Derecho Público y tipificado como delito en el artículo 318 bis del Código Penal, a través de la creación de náufragos impostados.

Asimismo, la fiscalía tampoco debe ni puede ignorar que la ONG de Òscar Camps navega deliberadamente en un área de máxima operatividad para el crimen organizado que se lucra con el tráfico de personas. De esta forma, Open Arms está formando el último eslabón de una cadena criminal sirviendo, como he apuntado con anterioridad, al interés de las mafias que operan en el área costera de Libia y Túnez.

Todas estas circunstancias han sido puestas en conocimiento de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (FRONTEX) recientemente por el que os escribe. De hecho, tengo constancia de que existe una línea de investigación abierta al respecto. No tengo una fe inmediata en que puedan pesar nuevas imputaciones sobre la ONG de Òscar Camps, pero sí tengo fe en que tarde o temprano todos caerán por su propio peso. La sensación de impunidad nos coloca ante errores y ellos no quedarán libres de cometerlos. Y yo siempre estaré ahí para denunciar las tropelías de Open Arms.

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