Hace años que venimos junto con el sociólogo italiano Carlo Gambescia, autor de un magnífico trabajo: Metapolítica. L´altro sgurado sul potere, Piombino, Ed. il Foglio, 2009 batallando por darle un tratamiento académico a la metapolítica. Y así liberar la disciplina de los fantasiosos y fanáticos creadores de mitos inconducentes. Entre estos últimos podemos ubicar, sin temor a equivocarnos, a Alain Badiou o Daniel Estulin(ruso-argentino).[1]
Y es a propósito de un seminario que dictaremos en septiembre y octubre vía zoom, basado en mi publicación: Metapolítica, después de un cuarto de siglo, que el profesor Gambescia escribió dos largos artículos sobre mi pensamiento con relación a la disciplina: La metapolítica del canon y el concepto de disenso en Alberto Buela. Y a ellos me voy a referir.
Distingue el primero entre metapolítica como ciencia o teoría y como práctica o acción. Y afirma: “En Buela podemos distinguir una fase más, por así decirlo de síntesis: en el sentido de poner la heurística al servicio de la transformación política, de la acción”.
Es sabido que la heurística en su primera acepción, es considerada como el arte de inventar, pero más propiamente es un método para hacer avanzar el conocimiento. O mejor aún, un conjunto de técnicas útiles para resolver problemas.
Pero esta heurística mía exige una hermenéutica, una interpretación valorativa, que finalmente tendría que desembocar en la acción. Esto es, en la transformación política del statu quo vigente de la comunidad política.
Y esto, observa muy bien Gambescia, es un riesgo: “en la teoría metapolítica de Buela, que tiene el tremendo encanto del río en crecida, que corre el riesgo de transformar la heurística en hermenéutica”, porque, comentamos nosotros, corremos el riesgo de dejar de hacer ciencia para hacer opinión. Para dar lugar al capricho subjetivo del investigador.
Este es el punto crucial del comentario del sociólogo romano ¿cómo hacer ciencia desde la hermenéutica sin caer en subjetivismo?
Y lo reconoce a renglón seguido: “Es una tensión que sin duda existe no solo en el pensamiento de Buela. Porque se trata de la ontología del conocimiento, la relación entre pensamiento y acción, entre ciencia e interpretación, por tanto hermenéutica, en función de la acción. Una condición que afecta a todos los estudiosos como seres humanos. Y por tanto es comprensible. Sin embargo, a nivel de institucionalización de la metapolítica, su reconocimiento requiere el cumplimiento de dos puntos fundamentales para evitar que se rompa la cuerda cognitiva”.
- Centrarse en lo que histórica y sociológicamente se repite: las regularidades en una dialéctica entre Comunidad y Sociedad, Autoridad y Poder, Estado y Clase, Sagrado y Trascendente, Alienación e Integración.
- Y ceñirse a las cosas como son, a las regularidades metapolíticas.
Estas regularidades metapolíticas que nosotros encontramos hoy, hic et nunc, en la tensión dialéctica entre consenso-disenso; derechos humanos-derechos de los pueblos; progreso-decrecimiento; memoria-historia; pensamiento único-pensamiento disidente; pluralismo-relativismo; globalización-ecúmenes; multiculturalismo-interculturalismo; crisis-decadencia, etc. Estas son las grandes categorías, el objeto propio de la metapolítica. Pues son ellas, las que terminan condicionando la acción política de los gobernantes o elites de turno.
Quisiera ahora hablar, telegráficamente, sobre los rudimentos de lo que significa la hermenéutica para nosotros y para ello nos tenemos que remontar, modernamente, a Federico Schleirmacher (1768-1834), autor de la teoría hermenéutica moderna en 1805/9/10/19, quien sostiene que es tanto una teoría de la comprensión como de la interpretación. Hay que tener en cuenta el contexto del discurso y del escritor, y el intérprete tiene que compartirlo, conociendo la lengua y su contexto histórico y social. Schleiermacher agrega al texto clásico de Aristóteles Peri Hemeneias, el aspecto emotivo y sociopolítico. Se ubica en el período de la Ilustración y el Romanticismo. Fue el fundador de la Universidad de Berlín y primer ideólogo del humanismo cristiano.
El objeto de la hermenéutica, afirma Schleirmacher es comprender a un autor mejor de lo que él se comprendió a sí mismo. Un ejemplo argentino es el del mayor metafísico nuestro, don Miguel Ángel Virasoro, con su traducción del Ser y la Nada de Sartre, que le hizo comprender al francés mejor de lo que él se había comprendido, según palabras del propio Sartre.
Y así inaugura el “circulo hermenéutico de texto o contexto-autor-comprensión”, donde el intérprete tiene que ponerse en el lugar del autor y su contexto. De equiparase a él. Conocer es esencialmente comprender. Aparece entonces un segundo círculo hermenéutico entre filosofía, filología y lenguaje.
El segundo autor al que debemos recurrir para poder explicarnos la hermenéutica es un contemporáneo nuestro Hans Georg Gadamer (1900-2002) quien produjo una renovación de la hermenéutica.
Para entender la hermenéutica de Gadamer tenemos que tener en cuenta dos elementos principales: el sentido del texto y la verdad del texto.
Por sentido del texto se entiende el conocimiento científico-descriptivo que de un texto cualquiera tenemos. La ciencia con sus métodos ya sea históricos como filológicos nos dice cuál es el sentido del texto.
Por verdad del texto se entiende el conocimiento a que nos lleva la hermenéutica. Solo hacemos hermenéutica de un texto o contexto cuando intentamos comprender la verdad del mismo.
Así, quien no ve la verdad del texto, para Gadamer, no ha visto su sentido. Sólo comprendemos su sentido cuando hemos comprendido su verdad. Por ejemplo: “Es preferible sufrir la injusticia que cometerla” o “es preferible vivir en su patria que en el extranjero”. Quien entiende el sentido de este texto o contexto y no acepta su verdad ¿Ha comprendido su sentido? Evidentemente, no. ¿Sepuede considerar este texto o contexto objetivamente, desvinculándose de su verdad? Obviamente, no, afirma Gadamer.
Existen pues dos criterios de verdad en la hermenéutica-disidente que proponemos nosotros: a) la evidencia, lo que de suyo no necesita prueba y que está ahí, presente, y que solo debemos describir en forma acabada y b) la verificación intersubjetiva, para evitar que nuestra subjetividad nos engañe.
Como se puede apreciar en todo esto aprovechamos las enseñanzas de Franz Brentano y de la fenomenología inventada por él.
La metapolítica, en mi opinión, realiza esto: investiga con arte, con creación resolver problemas que no están en los manuales de filosofía política, que son los que presentan las grandes categorías de uso actuales, y concluye con la comprensión de la verdad de los problemas.
Teniendo en cuenta siempre la observación final del Gambescia: “ceñirse a las cosas como son y nocomo deben ser desde el punto de vista de los diferentes e imaginativos evangelios sociales”.
En definitiva, la metapolítica así como no puede ser una metafísica de la política, error que cometió Dilthey, tampoco puede ser una ética de la política. Tampoco es filosofía política que se ocupa de “lo político” sino que es un “más allá”, que debe ser interpretado como “un más acá” de la política.
Como afirma poéticamente Monserrat Álvarez desde Paraguay: “Con el término metapolítica quiero referirme a los conceptos subconscientes de la política. A la búsqueda, a la investigación detectivesca, del fundamento implícito bajo la epidermis de los hechos que llamamos políticos”
Disenso
Respecto del segundo artículo sobre la disensión, comienza el sociólogo Carlo Gambescia afirmando, como lo hizo en metapolítica: “El disenso que se divide en teoría y práctica, como forma de relación (en el sentido de producción de consecuencias), es un hecho social de gran importancia, porque afecta la división social del trabajo”…”se debe hacer una distinción entre disenso teórico, sobre ideas, sin consecuencias, como suele suceder, cuando un argumento, incluso polémico, desaparece en las brumas del discurso público, y disenso práctico, con consecuencias inmediatas, como en el caso de los trabajadores en huelga”
Y está muy bien pues desde el punto de vista sociológico, pero como dice mi amigo Carlos Tonelli, estudioso del tema: “la huelga (para seguir su ejemplo) sin duda es una manifestación del disenso de los trabajadores, pero no es el disenso en sí… Si mato, no estoy “disintiendo prácticamente” con el otro, estoy realizando otra cosa, distinta del disenso, estoy cometiendo un homicidio. El homicidio, la huelga, no son disensos prácticos, tienen otra naturaleza”.
Esta distinción entre disenso teórico y práctico puede ser útil a la sociología pero es estéril a la metapolítica.
No es lo que nosotros pretendemos con la Teoría del disenso[2]donde intentamos presentarlo desde el punto de vista filosófico como una dimensión existencial de todo hombre en la afirmación y preferencia de sí mismo.
Es por ello que proponemos una hermenéutica-disidente como método más apropiado de la metapolítica. Si bien es cierto que este método no posee el rigor de las ciencias duras, no es exacto, pero me conformo con que sea riguroso, característica que las ciencias sobre el obrar humano no deben perder de vista. Si hurgamos en la historia de las ciencias, esto no es más que una variación de endoxa aristotélica.
Por su parte, Gambescia nos acompaña con su afirmación: “el disenso-conflicto es una regularidad metapolítica que se repite en la historia”. “Otra regularidad metapolítica es la distinción entre institución y movimiento”. Pero, objeta que, “la disidencia, que si se «prescribe», se vende y se consume en dosis masivas puede envenenar y matar…”
Por lo que reclama una disidencia respetuosa de la experiencia histórica y sociológica, pues no hay que olvidar que: “en cada disentimiento se puede ver un futuro defensor de las instituciones”.
Carlo Gambescia es un sociólogo serio y riguroso que exige una metodología científica lo más alejada posible del subjetivismo y la ideología política. Es un realista político que me llama la atención para que no me salga de los cauces del razonamiento ponderado. Y en este sentido, le estoy muy agradecido.
[1]Badiou, Alain: Compendio de metapolítica, Prometeo, Bs.As. 2009
Estulín, Daniel: Metapolítica, Ed. Botas, México, 2020
[2]– Teoría del disenso, 1ra.Ed. Theoria, Buenos Aires, 2005. 2da.Ed. Fides, Barcelona, 2016. Tercera edición Ed. Nomos, Bs.As. 2020. Cuarta edición Ignacio Carrera Pinto, Santiago de Chile, 2020.