Reseña de “Democracia cronometrada”

Título: “Democracia cronometrada”

Autor: Jorge García-Contell

Editorial: 1ª edición de Ed. Fides, Tarragona, 2019. 158 págs.

El cascabel de la reflexión para el gato de la corrupción…

Algo huele a podrido en la vida política española. Y esa pestilencia forma parte consustancial del sistema cuando a estas alturas casi nadie se sorprende al saber que una ministra tenía aparcado en casa un Jaguar, pero decía desconocer su procedencia, o que otro ministro compra en repetidas ocasiones material sanitario inservible a un mismo proveedor chino. La corrupción de la clase política pudre la democracia y éste es el grave problema que aborda el libro “Democracia cronometrada”, del jurista Jorge García-Contell.

Algunos de los partidos políticos surgidos tras las jornadas de protesta del 11-M -Ciudadanos y Podemos, concretamente- sostienen en sus propuestas programáticas introducir en España la limitación de mandatos, popularizada en todo el mundo por la conocida prohibición de que el presidente de los EE.UU. opte a un tercer mandato. El autor expone el origen y las características de dicha institución política y seguidamente se cuestiona sobre la conveniencia y viabilidad de su incorporación a la normativa española desde un doble punto de vista: desde la congruencia en el seno de una monarquía parlamentaria de una institución propia de repúblicas presidencialistas y, adicionalmente, desde la consideración de su severo impacto en los derechos políticos fundamentales.

Finalmente, García-Contell recurre a un sólido arsenal estadístico de los parlamentarios con mayor número de legislaturas en su haber desde 1977, así como de los presidentes del Gobierno y autonómicos de mandatos más dilatados. De este modo contrasta la realidad incuestionable de los más conocidos escándalos de corrupción con la hipotética oportunidad de la limitación de mandatos como medida preventiva eficaz.

No desvelaremos las conclusiones a las que llega el autor, pero adelantamos que no defraudarán a quienes contemplan la pugna política con más racionalidad que apasionamiento y con menos entusiasmo de hoolligan que sereno escepticismo. 

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