(Apuntes de una charla por Zoom con Aleksandr Dugin)
Todo el mundo sabe que al hombre no le está permitido conocer a ciencia cierta sobre el futuro, por aquello de la caja de Pandora donde el único mal que quedó encerrado fue la elpisque los malos traductores tradujeron por esperanza, pero es una virtud teológica junto con la fe y la caridad, noción que los griegos ignoraban. El termino debió ser traducido por “espera” en el sentido de la he elpis megalé = la gran espera del Sócrates del Critón. Pues la espera, no implica amor como la esperanza, sino más bien es un estar a la expectativa de algo que puede suceder y en ese sentido es una falencia que padece el hombre, pues no sabe a ciencia cierta qué es lo que puede suceder. Por eso nosotros proponemos traducir término por prognosis o prospectiva.
Hecha esta salvedad el hombre sigue y seguirá insistiendo en preveer el futuro, algo que puede hacer pero solo como conjetura. Esto es, una presunción fundada en probabilidades. Y no más que eso.
¿De dónde salen estas probabilidades? De la experiencia del pasado y las vivencias del presente.
Así lo que podemos conjeturar son tres o cuatro rasgos del mundo postpandemia:
1.- Van a cambiar las prioridades del sujeto contemporáneo y así va a preferir la tecnología y la conectividad a las necesidades primarias como el servicio de cloacas y el agua corriente. Este paradigma ya está actuando. La tecnología también se implementa en las operaciones financieras de las empresas donde los cobros de cuentas por cobrar se automatizan para mejorar la salud financiera de la organización.
2.- Van a cambiar las condiciones de trabajo y se va a imponer cada vez más el trabajo a distancia o teletrabajo, donde el hombre se aísla y reduce su círculo de amigos. Y al reducir el círculo de amigos restringe la comunidad política que nace en opinión de los griegos. En este sentido Aristóteles afirma: “Hemos definido tres maneras de entender la palabra amistad: la primera se define por la amistad recíproca (antiphilía); la segunda por la utilidad y la tercera por el placer” (Etica Eudemia, 1236 a 31-33). Y afirma a renglón seguido que las dos últimas existen incluso entre los animales y sólo la amistad como antiphilíaes exclusivamente humana y gracias a la cual y a partir de ella el hombre se puede manifestar plenamente como un zoon politikon, como un animal político.
Vemos así, una vez más, que de los tres tipos de amistad: a) la que deriva de la mutua utilidad, b) la que deriva del mutuo placer y c) la que deriva de una preocupación común por los bienes que son de ambos amigos. Es ésta última la que funda la ciudad =polis. Y este es el rasgo que en definitiva distingue a los griegos de los bárbaros, que carecen de polis, porque ignoran las relaciones políticas que se fundan en la antiphilíau honestas amicitia o amistad recíproca.
3.- Van a ir desapareciendo los actos de masas. El pueblo va a ser dividido en muchos pueblos o minorías (indígenas, gays, abortistas, feministas, etc.)
Hoy no existe prácticamente ningún gobierno en Occidente que gobierne para las mayorías. Hoy se gobierna para las minorías. Ej.: en Bolivia en favor de las minorías indígenas en lugar de la mayoría del pueblo criollo. En Brasil, como ocurrió con Menem en Argentina, para los empresarios y financistas. En España y Francia para la minoría de inmigrantes musulmanes en lugar de los gallegos y franchutes. Y así podemos seguir con los ejemplos.
Y lo más grave de todo es que al dejar de gobernar para las mayorías populares, las minorías beneficiadas con este nuevo régimen, en lugar de integrarse a las mayorías, las rechazan. En Bolivia el ciudadano de a pie la pasa mejor haciéndose el indio que presentarse como lo que realmente es: un criollo. En España y Francia los musulmanes viven como duques gracias a las canonjías que reciben del Estado y putean a las mayorías nacionales. Ni hablar que se les enseñe historia patria o religión cristiana.
Es decir, hoy los gobiernos protegen a la minorías y éstas reniegan contra esos mismos gobiernos. La inmigración dejó de ser con integración sino que es entendida como “ocupación” del territorio que la recibe. La minoría abortista o gay no se conforma con recibir derechos sino que pretende que todos aborten y se sodomicen. La minoría indigenista pretende que todos seamos indios como pasó con la constitución boliviana de 2002, que dejó sin representación a los criollos que son mayoría y que diez años después se tuvo que modificarse porque era un desatino.
Nadie gobierna para las mayorías nacionales. Ningún gobierno se dice nacionalista, aunque pareciera que Trump, Putin y Jimpin lo hacen. Pero ellos son tres giles, los vivos somos nosotros. Los países dependientes pero interculturales, según nuestra terminología, que la Alianza para el Progreso llamó en vías de desarrollo y que ahora los denominan emergentes. Somos aquellos a quienes nos vendieron el cuento de la izquierda progresista y la teoría del multiculturalismo. Teoría que vino a reemplazar la sana del crisol de razas que nos enseñaban nuestros maestros.
Hace 70 años, para poner mi edad, teníamos, mal que bien, seguridad, justicia, educación, salud y trabajo, entonces éramos una polis. Hoy no tenemos ni seguridad, ni justicia, ni educación ni trabajo, nos transformamos en tribus.
¿Qué nos pasó? ¿Qué sucedió para que caigamos tan bajo?
La respuesta es simple y compleja a la vez. Simple porque la razón última es que dejamos de tener gobiernos patrióticos y por lo tanto se dejó de lado la idea de soberanía nacional en todos los ámbitos (agricultura, pesca, energía, finanzas, defensa, petróleo, etc.), que debe ser la idea rectora de toda actividad política. Sin ella hay colonia, factoría, dependencia, en una palabra, tribus.
Por otra parte, la respuesta es compleja, porque confluyen en ellas infinidad de causas. Que cada uno de ustedes podrá enumerar ad infinitum.
De modo que, al menos en Argentina, realizamos lo contrario de los griegos que luchando contra los medos lograron pasar de las tribus a la polis. Nosotros estamos pasando de la polis, la nación unificada, a las tribus, la nación partida en grupos.
Si algo se le debe reclamar al kirchnerismo, falsificación ilustrada del peronismo, más allá del saqueo planificado del Estado, es que al no contar con el apoyo de las mayorías nacionales y populares se inventaron pequeños pueblos: los gays, los indígenas, los sojeros, las madres y abuelas de mayo, los grupos concentrados de la economía, hoy los ocupas, etc.
4.- Se va a restringir o reducir la efusividad, que en el espacio suramericano se expresa en “el abrazo”.
Y este es un tema filosófico strictu sensu pues afecta la índole misma del sujeto suramericano de la postpandemia.
Es muy similar a que nieguen la “teoría de la gana” de Juan Bautista Alberdi. Según la cual hago esto porque se me da “la real ganas de hacerlo”. Que no es que obro “porque sí”, sino porque yo soy señor de mis acciones.
Con el abrazo pasa mutatis mutandi algo parecido. Abrazo a aquel que quiero abrazar, en cambio le doy la mano al otro por mera formalidad social.
Si nos quitan el abrazo, en homenaje al distanciamiento social, nos quitan la preferencia sobre el otro. El abrazo que tanto horroriza a los norteamericanos cuando nos tratan diciendo “que cerca que están” los hispanos unos de otros.
El abrazo es la incorporación del otro a mi burbuja corporal. La gestualidad del abrazo implica no solo un discurso no verbalizado, sino también su economía.
En el abrazo despejo la coraza de mi pecho para unirlo con el otro. Pero no a la manera de los basquetbolistas yanquis que chocan brutamente sus pechos sino con el acompañamiento de los brazos y las manos que palmean la espalda del otro.
El abrazo no solo es uno de los signos del lenguaje gestual que mayor emotividad encierra, tanto por la efusividad como por el compromiso corporal que implica.
Así, si se pierde el abrazo es probable que nos perdamos un poco nosotros mismos y nuestra identidad.
Sobre este punto me comentó ayer Celina Lértora, una de las pocas “maestra de filosofía” que tenemos en Argentina: “Con respecto a tus cuatro modificaciones posibles en la post pandemia, me parece que debiste haber empezado por el cuarto, si fuera en orden de importancia; y desde mi punto de vista lo más interesante. Porque es verdad que las expresiones corporales son importantes, de hecho, comenzamos por ellas, y su significado es anterior a la palabra (por ejemplo dar la mano para mostrar que no se está armado).
Y me parece que en las formas corporales está también el modo como comenzamos a expresar esa “amistad política” a la que te referiste. Eliminar este aspecto inicial corporal y quizá también subliminal de la amistad civil seguramente cambiará nuestra visión y nuestro pensamiento”