Ir a la primera parte: Crítica a la concepción del Estado y de las clases sociales en el marxismo clásico
Las clases
- ¿Qué entendía Marx por «clase»?
Karl Marx no fue, ni mucho menos, el que descubrió las clases y la lucha de clases en la época moderna. Y así se lo reconocía por correspondencia a Joseph Weydemeyer el 5 de marzo de 1852: «Ahora, por lo que a mí se refiere, no es a mí a quien corresponde el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna, como tampoco la lucha que libran entre sí en esa sociedad. Historiadores burgueses habían expuesto mucho antes que yo la evolución histórica de esa lucha de clases, y economistas burgueses habían descrito su anatomía económica. Lo que yo he aportado de nuevo es: 1.º, demostrar que la EXISTENCIA DE LAS CLASES no está vinculada más que a FASES HISTÓRICAS DETERMINADAS DEL DESARROLLO DE PRODUCCIÓN; 2.º, que la lucha de clases lleva necesariamente a la dictadura del proletariado; 3.º, que esa misma dictadura no representa más que una transición hacia LA ABOLICIÓN DE TODAS LAS CLASES y hacia una SOCIEDAD SIN CLASES» (Karl Marx y Friedrich Engels, Cartas sobre El capital, Traducción de Florentino Pérez, Edima, Barcelona 1968, pág. 50).
A juicio de Marx, la clase se define según el lugar que ocupe en la propiedad de los medios de producción, que a su vez define la estructura de la sociedad, es decir, las clases sociales empiezan a diferenciarse a medida que va desigualándose la distribución de los productos y el consumo de los mismos. La clase determina las condiciones de vida del individuo y sus trayectorias personales, y así como sus ideas y creencias. Para Marx, en última instancia, las clases sociales son artificios de la explotación económica que destruyen la unidad del Género Humano, es decir, las clases (como los Estados) distribuyen al Género Humano, lo polemizan (de ahí que se hable de «lucha»).
Sin las clases sociales la población de un determinado Estado sería una mera abstracción metafísica; pero sin los elementos sobre los cuales reposan dichas clases (el trabajo asalariado, el capital, la renta de la tierra, etc.), éstas serían también una mera abstracción, puesto que dichos elementos suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. Es decir, la concepción de las «clases sociales» sería vacía si no se tienen en cuenta los elementos que se asientan en la misma: ya sea el trabajo asalariado, el capital, la renta de la tierra, etc.
No obstante, Marx sostenía que la existencia de una clase se hace real cuando es consciente de sí misma como clase, es decir, cuando no sea una clase meramente «en sí» (an sich) sino también «para sí» (für sich), y por tanto tenga un proyecto revolucionario a la vista para mejorar su condición social y política. La clase en sí aún no es consciente de su posición social, digamos -piensa Marx- que no tiene conciencia de clase y por ello desconoce sus necesidades; la clase para sí ya es consciente de su rol social y comprende su misión y los intereses con respecto a los de las otras clases en la lucha política. Ahora bien, si no hay comunión, ni unión nacional, ni tampoco agitación política, entonces no hay modo de formarse una clase social con intenciones políticas revolucionarias efectivas o al menos con algunas posibilidades de poner en marcha el ejercicio revolucionario.
En 1845 dejaba dicho Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra: «Los obreros comienzan a sentirse una clase en su conjunto, y se dan cuenta de que, aunque sean individualmente débiles, unidos son una fuerza. La separación de la burguesía, la instrucción, viene a dar a los trabajadores y a sus condiciones de vida ideas y percepciones propias, la conciencia siente que está oprimida y los obreros alcanzan una importancia social y política. Las grandes ciudades son el foco del movimiento obrero; en ellas los obreros han comenzado, en primer lugar, a reflexionar sobre su condición y a combatir sobre ella; en ellas aparece el contraste entre la burguesía y el proletariado; de ellas han salido las uniones obreras, el Cartismo y el socialismo» (Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, Akal Editor, Madrid 1976, pág. 156).
Para Marx las clases sociales son previas al Estado, y vendría a ser la clase dominante la que fundaría el Estado para someter y explotar a las demás clases al apropiarse de los medios de producción. Pero desde las coordenadas del materialismo filosófico, desde las cuales tomamos partido, con su correspondiente vuelta del revés al marxismo (y sin la vuelta del revés Marx es «perro muerto»), diremos que es a raíz del reparto desigual del territorio apropiado por un Estado (del reparto de la capa basal, esto es del territorio y de los recursos del mismo) cuando empiezan a aparecer las clases sociales.
Antes de la aparición del Estado las sociedades prepolíticas (esto es, preestatales) no estaban divididas en clases sino en hordas, clanes y tribus. De modo que la dialéctica de la sociedad en clases es lógicamente posterior a la formación del Estado, y «sólo desde la plataforma de un Estado, de una sociedad política constituida, es posible una “acción de clase” que no sea utópica» (Gustavo Bueno, «Dialéctica de clases y dialéctica de Estados», El Basilisco. Revista de Filosofía, Ciencias Humanas, Teoría de la Ciencia y de la Cultura, 2ª época, Número 30, págs. 83-90, https://www.filosofia.org/rev/bas/bas23008.htm, 2001, pág. 89).
Y utópica es, a nuestro juicio y al «juicio» de la historia realmente existente, que la lucha de clases «lleva necesariamente a la dictadura del proletariado» y que este régimen suponga «LA ABOLICIÓN DE TODAS LAS CLASES» y por tanto instaure una «SOCIEDAD SIN CLASES», como escribía Marx en 1845. Y la abolición de las clases supondría la abolición del Estado, aunque este fuese en forma de dictadura del proletariado. Obviamente la historia de la política real ha mostrado que todo esto está fuera de lugar.