Duopolio sindical

Duopolio sindical. Óscar Cerezal Orellana

Que los sindicatos son una necesidad básica en nuestro modelo socio-económico no lo pone en duda casi nadie. Que tiene que existir un contrapeso claro en las relaciones laboral y un mecanismo de participación cooperativa de los trabajadores para ejercer la presión necesaria al poder económico – y político – en defensa de un reparto más equitativo de la plusvalía tampoco. La pregunta donde ya surgen más dudas y muchas más voces discrepantes es si estos sindicatos que tenemos ahora aquí en España, son ahora esa herramienta necesaria, si lo han sido en los últimos cuarenta años y si las dos cuestiones anteriores se responde de forma negativa, si tienen posibilidad de cambio.

Cuando hablo de sindicatos generalizo pensando en las dos organizaciones preponderantes, es decir CC.OO. y UGT, pero existen otras muchas opciones  más pequeñas y diferentes que van desde el anarco-sindicalismo de la CGT, el social-cristianismo difuso de la USO, el profesional e independiente del CSIF o el más reciente voxista de Solidaridad, por no poder mencionar a las otras opciones sindicales de carácter local, regional, de sector o de empresa que buscan presencia en los centros de trabajo del país. 

Tengo clarísimo que CC.OO. y UGT son mayoritarios por muchas razones que van desde las históricas, la ligazón orgánica y sentimental con las dos opciones mayoritarias de la izquierda tradicional y por el evidente dopaje legislativo, económico y mediático con que cuentan. Y si las dos primeras razones pueden servir para entender porque en la transición de convirtieron en fuerzas hegemónicas, la tercera es básica para comprender porque ahora, tras unos cuantos años de incomparecencia reivindicativa y de graves escándalos de corrupción lo siguen siendo.

Esto no significa que no existan cientos de sindicalistas honrados y consecuentes en las empresas, claro que los hay, pero las estructuras de CC.OO. y UGT están puestas al servicio de su propia supervivencia como una “empresa de servicios” – bien remunerada–  y en muchos casos al servicio de intereses políticos o institucionales que atentan contra los intereses reales de la clase trabajadora, que les ha dado en gran parte la espalda.

Lo hemos visto en los últimos años, donde desde la crisis económica del 2010 los sindicatos – recuerdo que hablo de las macro estructuras de CC.OO./UGT– han mostrado sin pudor su inoperancia y su ardor por causas no laborales dejando de lado cualquier capacidad de crítica al modelo económico y de utilidad para la inmensa mayoría de los trabajadores que ven tan lejana la idea de afiliarse a un sindicato como la de hacerse hare-krisna… y eso es un grave problema.

CC.OO./UGT, tanto monta monta tanto, son percibidos por los jóvenes y los trabajadores de las pequeñas y medianas empresas como algo ajeno a ellos. Sus lideres tienen cero credibilidad – cuando no simplemente nadie sabe quienes son– y son vistos como el altavoz de los intereses de partido del PSOE y ahora del autodenominado “frente laborista” de la vicepresidenta del gobierno (yo)Yolanda Díaz. La vergonzante defensa de la reciente “no reforma laboral” del gobierno y la patronal, que hasta la FAES y Ana Botín han avalado, ha sido la penúltima demostración de que este modelo de representación hace aguas por todos lados.

¿Alguien cree que si Comisiones Obreras y la UGT no tuvieran una situación de privilegio en las relaciones laborales, tendrían los resultados en las elecciones sindicales que tienen? ¿sin los millones de euros que reciben del Estado para mantener estructuras enormes de liberados y profesionales de lo suyo, ganarían a otras opciones en todas las empresas? ¿sin una legislación que les favorece frente a otras opciones que pasaría? Yo creo que si estos dos sindicatos compitieran en un modelo de elecciones sindicales no tutelado en cientos de empresas saldrían otras opciones, como de hecho está pasando cada día más aun en situación de inferioridad en medios y acceso a las elecciones de otras opciones. CSIF e incluso el sindicato voxista les está pegando buenos mordiscos en muchas empresas. Pero esto sin un cambio global del modelo es insuficiente.

No existe y lo digo alto y claro, libertad sindical en nuestro país y no solo porque tengamos un empresariado muy poco educado en estas lides, que también, sino porque el sistema ha decidido tener dos sindicatos oficiales y domesticados como único interlocutor y receptor de la legitimidad – y de los recursos para mantener sus grandes estructuraspseudoministeriales– de hablar y decidir en nombre de todos los trabajadores.

De ahí que España sea una anomalía con respecto a otros países de Europa en cuanto a pluralidad sindical y que no haya sindicatos fuertes y estatales de “no de izquierdas” e incluso de cualquier otra izquierda. Salvo honrosas excepciones que he mencionado anteriormente y que se abren hueco a codazos – los que les dan los del duopolio y los gobiernos de izquierdas o derechas reacios a cambiar un modelo de relaciones laborales que le ha ido muy bien, a ellos…– muchos miles de trabajadores se sienten no representados o se refugian en opciones corporativas sindicatos de profesores, médicos… alejados de “los de siempre”. Pero no tienen voz real es nuestra sociedad y eso que tras el 15 M se habló mucho de remover las estructuras del páis y de la casta, pero enseguida pasaron de la que está adherida como una lapa al mercado laboral y es más, muchos “indignados” encontraron un cómodo refugio o aliados en ella.

Creo que la salud democrática del país necesita, pero también el futuro de la clase trabajadora, un cambio profundo en el mecanismo de representación sindical que permita que todos los trabajadores, sean de izquierdas, derechas o mediopensionistas puedan elegir en igualdad de condiciones a sus representantes, eliminando el dopaje económico y legislativo de los autodenominados sindicatos de clase bajo el epígrafe de “sindicatos más representativos”, logrado gracias a la situación de privilegio que el sistema les ha otorgado. La pescadilla que se muerde la cola.

Y por favor que nadie me hable más de la protección constitucional. Nuestra Constitución la confiere a los sindicatos y a las asociaciones empresariales en el marco del Estado social y democrático de Derecho, pero no habla de la protección especial de CC.OO ni de UGT ni de la CEOE. Eso se ha logrado a través de otras legislaciones y de la práctica institucional desde 1978. Situación posiblemente necesaria en aquel momento pero que ha generado cuarenta años después un sindicalismo de postal y pancarta los 1 de mayo pero muy debil, no representativo y sin credibilidad para sus representados. Un chollo para las practicas ultraliberales en los gobiernos y para los intereses de los empresarios, vamos…

Que nadie piense que estas ideas que acabo de expresar surgen de una posición antisindical. Todo lo contrario. Creo que tiene que haber sindicatos fuertes con capacidad de movilizar y defender los intereses de las clases trabajadoras y populares que considero que ahora mismo están desamparadas en la práctica. Y además lo practico, porque he estado afiliado a uno desde que empecé en el mercado laboral. Primero CGT, luego CC.OO., para terminar en CSIF pasando previamente por USO. Estar en un sindicato es para mi una obligación moral tan necesaria como el seguro del coche. Pero creo y lo digo alto y claro, que la actual hegemonía del duopolio sindical de la mano de patronales e instituciones no es positivo para los millones de trabajadores de este país.

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