II concurso de relatos: Atrevimiento

Publicamos un segundo trabajo perteneciente al II concurso de relatos “Una carta a un hijo”organizado por la escritora y farmacéutica, Esperanza Ruiz Adsuar, en colaboración con Posmodernia y las Bodegas Matsu perteneciente a la Denominación de Origen Toro. Dicho concurso durará hasta el próximo 31 de octubre de 2020. Bases para la participación en el concurso

Título: Atrevimiento

Pseudónimo: Saavedra

Mi anhelada:

A Dios pido que goces de la hermosura de tu madre, emperatriz de mis pensamientos. Su calidad, por lo menos ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía; en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son oro; su frente, campos elíseos; sus cejas, arcos del cielo; sus ojos, soles; sus mejillas, rosas; sus labios, corales; perlas sus dientes; alabastro su cuello; mármol su pecho; marfil sus manos; su blancura, nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración puede encarecerlas.

No puede ser que haya caballero andante sin dama, porque tan propio y tan natural les es a los tales ser enamorados como al cielo tener estrellas. En su honor y con su aliento he corrido cientos de aventuras, desafíos, pendencias, requiebros y cuitas, derribado ciclópeos gigantes de brazos de dos leguas y luchado en fieras y desiguales batallas, sin quejarme de herida alguna aunque se me salieran las tripas de ella.

Llegará a tus oídos que leí libros de caballerías con tanta afición y gusto que olvidé casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de mi hacienda. Que enfrascado en la lectura se me pasaban las noches de claro en claro y así, del poco dormir y del mucho leer se me secó el cerebro, de manera que vine a perder el juicio. Mas esas serán patrañas de malvados encantadores y gente endiablada, pues jamás alcanzaron a arrebatarme la honra en vida.

Atiende a quien te refiera que fui el más valeroso caballero andante que jamás ciñó espada, deshaciendo todo género de agravios y poniéndome en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobré eterno nombre y fama. Dichosa edad y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronces, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas, para memoria en los tiempos venideros; bastará que el sabio que las escribiese no se salga un punto de la verdad.

Dejo mandado que tú, fruto de un imaginado amor, recibas cien ducados para el vestido de tu casamiento con hombre cabal, honesto y justo. Y es mi deseo que, junto a él, tomes posesión y seas señora del vasto y rico reino de Micomicón.

Vencido y melancólico, próximo mi fin, solicito al bachiller Sansón Carrasco que sea notario de estas mis palabras y se te hagan llegar presto tras mi acabamiento. Encomiendo de ello a mi fiel escudero, Sancho, gobernador de la ínsula de Barataria, en quien, aun siendo hombre de poca sal en la mollera, confío.

Y con esto, Dios te dé salud, y a mí no me olvide. Vale.

Nota del autor: es tanta la vergüenza que me ocupa mi diabólico atrevimiento de plagiar a un genio, que tengo por mejor desterrar mi ánima al Infierno. Que Dios me perdone. Vale.

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